Para la década de 1940 el edificio se encontraba en completo abandono pero seguía siendo propiedad de los descendientes de Don Miguel González Rodríguez, hasta que durante la administración del general Francisco J. Mujica, gobernador del Territorio Sur de la Baja California se expropió el inmueble abandonado con la intención de rehabilitarlo para una centro cultural de usos múltiples (biblioteca, museo, escuela de música y sala de conciertos); el respecto, la cronista Rosa María Mendoza reproduce un informe de la entrega-recepción emitido por la Tesorería General del Gobierno en el que se describen las dimensiones del edificio de la siguiente manera: “el edificio de La Torre Eiffel se compone de planta baja y planta alta, o sea, primer y segundo piso, con una extensión de 33 metros 70 centímetro por la calle Zaragoza, lado Este del edificio, de Norte a Sur hasta la esquina formada por dicha calle y la del Puerto y 36 metros más por la calle Puerto, hasta donde da principio el segundo piso. En la parte alta, 8 piezas grandes, dos piezas chicas, un salón, un balcón y cuarto de baño con W.C. y ducha. En la parte baja se encontró un salón grande, una pieza para oficina, un amplio departamento para actividades comerciales, en donde se encuentra un mostrador de tienda con medidas de 27 m. y 24 m. De tres estantes y aparadores en excelente estado”.

     Posteriormente, el monumental edificio de La Torre Eiffel pasó de nuevo a manos de los descendientes de Don Miguel González Rodríguez, aunque el inmueble fue demolido probablemente en la primera mitad de la década de 1960, quedando el terreno baldío donde se construyó años más tarde unos locales comerciales con enormes ventanales donde se instaló el conocido supermercado ServiCentro, dejando una plazoleta en la esquina del predio donde años después se construyó un kiosco para una fuente de sodas.

     Hago un paréntesis para relatar lo siguiente:

    En aquella época, Yo tenía algunos años de haber terminado la carrera de Arquitectura y el ingeniero Manuel Angulo Cárdenas con quien trabajaba me recomendó con el propietario del predio, bisnieto de Don Miguel González Rodríguez, para que hiciera el proyecto de la fuente de sodas en la plazoleta siguiendo un criterio muy utilizado en el diseño urbano de arquitectura de contraste que me pidieron hacer; recuerdo que llegue a la oficina del dueño del lugar, que por cierto me trató muy amablemente, y ahí vi una foto extraordinaria de la antigua tienda de La Torre Eiffel colgada en un cuadro, y de inmediato me transporte a mi vida escolar en los primeros años de la primaria en la escuela 18 de Marzo cuando íbamos a jugar a los “fantasmas” a un edificio abandonado, La Torre Eiffel, que a los pocos años fue demolido para construir el ServiCentro.

     Debo reconocer que no me atreví ni a sugerir siquiera al dueño que se reconstruyera la antigua Tienda La Torre Eiffel, aunque en la plática algo dejé entrever, pues yo había egresado de la Universidad de Guanajuato de una generación de arquitectos llena de contradicciones formativas entre la conservación del patrimonio y la modernización de las ciudades. Ahora me arrepiento de no haber insistido con el “Lito” González (propietario del lugar) como le decía el ingeniero Angulo, que reconstruyera esa joya arquitectónica que era la Tienda de La Torre Eiffel; pero nunca es tarde, este es el momento; así como diseñé el Kiosco de la fuente de sodas, ahora puedo proponer a sus propietarios que se reconstruya la imagen urbana histórica de la antigua tienda de La Torre Eiffel, que han empezado a diseñar cuatro estudiantes de Arquitectura que hicieron su estancia en el Centro de Documentación de Historia Urbana, como una manera de resarcir algo que de joven no me atrevía a sugerir, probablemente por temor a un rechazo, no lo sé.