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Crónicas Urbanas

No.38

 

PARA LEER LA GUÍA GENEALÓGICA DE LAS FAMILIAS SUDCALIFORNIANAS DE ROBERTO CASTRO HIRALES

 

Gilberto Piñeda Bañuelos

 

Para Roberto (q.e.p.d.), Rosalía, Barbara, Daniella y Robertito

Desconozco cuantos años de los últimos de su vida Roberto Castro Hirales (q.e.p.d.) se dedicó a una minuciosa investigación genealógica de una enorme cantidad de ramas familiares sudcalifornianas que se formaron a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Debo agradecer a Roberto el haberme confiando y compartido toda su investigación después de amenas pláticas que tuvimos.

   Había quedado con él que le apoyaría en la organización de su libro pero se me adelantó, no lo pude ver antes de irse porque yo estaba en tratamiento médico pues me habían diagnosticado cáncer de próstata y durante algún tiempo prolongado tuve que suspender varias de mis actividades, entre ellas el libro de Roberto.  Así que sigo en deuda con él.

    Por cierto ya habíamos acordado el título del libro, se llamaría Guía genealógica de las familias sudcalifornianas (siglos XVIII-Siglo XX). No podría llamarse de otra manera, pues la magnitud del trabajo se asemeja mucho a la de Don Pablo L. Martínez en la Guía Familiar  Baja California 1700-1900.

   En la Guía Familiar de Don Pablo encontramos las actas del registro civil de las municipalidades y del registro eclesiástico de los templos parroquiales donde podemos encontrar a los miembros de las familias bajacalifornianas a través de la información que contienen dos siglos de  actas de nacimiento, de matrimonio y de defunción, lo que permite identificar a las familias originarias que surgieron de la migración inicial durante las épocas colonial e independiente con sus nombres completos y el de sus ascendientes, sus fechas de nacimiento (n.) su fecha de fallecimiento (f.), sus fechas de matrimonio, todos ellos ordenados por apellido paterno y temporalidad.

   En la Guía Genealógica de Roberto encontramos información semejante pero estableciendo las relaciones de parentesco a partir del apellido original, para lo cual utiliza una herramienta generalizada en la Genealogía: el árbol genealógico, incluidas en algunos casos las fotografías de alguna de las ramas familiares emblemáticas de la familia histórica.

     Los árboles genealógicos de presentan de manera sucesiva por cada rama familiar que se va formando con el tiempo de inicio a fin. Inicia con el nombre y apellido (s) del primer  hombre y mujer que establecen una relación de parentesco, sin identificar si esta relación se estableció  por matrimonio o por unión libre, los nombres se encuentran en una cuadro de texto que se ligan por una línea recta continua que significa la unión de dos familias a través del matrimonio o la unión libre; a partir de ese momento, la nueva familia procrea hijos  cuyos nombres se ubican igualmente en un cuadro de texto con el nombre completo y con la fecha de nacimiento o fallecimiento en su caso, que se ligan a la línea de unión de los padres indicada con un flecha que indica la descendencia, y así sucesivamente; es decir, si es una familia procedente del siglo XVIII, XIX y primera mitad del siglo XX, los árboles genealógicos que se forman son equivalentes al número de relaciones familiares que se realizan a lo largo del tiempo. Cuando las ramas familiares son muy numerosas, en la Guía Genealógica Roberto utiliza un solo cuadro de texto donde aparece una columna diferenciada  solo por el tamaño del margen para distinguir los nombres de los padres, de los hijos y de los nietos.     

     Escribo esta crónica para tener una idea del alcance que tendría  la Guía Genealógica de Roberto y aprovecho a manera de ejemplo los árboles genealógicos de la familia Castro Matteotti que se encuentra en los archivos de trabajo que él dejó y evidenciar la utilidad social del trabajo de Roberto como parte de la construcción de la memoria sudcaliforniana como una manera de luchar contra el olvido, que dicho sea de paso, era uno de los propósitos de Roberto, aunque originalmente él estaba pensando sólo en su familia y amigos cercanos.  

    En el caso de la familia originaria de Roberto Castro Hirales hay dos grupos de Árboles Genealógicos, uno de Los Castro que cuenta con 41 árboles genealógicos y otro de Los Hirales que cuenta con 66 árboles genealógicos, en total 107. Solo tomaré uno de ellos para decir que Roberto Castro Hirales, a quien  también le decíamos “Tito”,  nació en la ciudad de La Paz en 1944 y falleció en 2019; esposo de Rosalía Matteotti Springa (n.1956), hijo de Rafael Castro Manríquez (n.1913, f.2005) y de Adela Hirales Sánchez (n.1910, f.1974); nieto por línea paterna de Alfredo Castro Martínez y Matiana Manríquez Flores y por línea materna de Hipólito Hirales Meza y  Rosa Sánchez Morales (o Castro); hermano de Yolanda (n.1929, f.2005), Alfredo (n.1935, f.2011), Héctor (n.1935, f.2005), Rubén (n.1942, f.2019), Juana (n.1947), Rafael (n.1940, f.1940), Esperanza (n.1933, f.1933) y Antonio Castro Hirales (n.1949, f.2019),  padre de Sandra Verónica Castro Cruz (n. 1970) y Karla Rebeca Castro Reyero (n.1972).

     En el caso de la familia de su esposa, Rosalía Matteotti Springa hay dos grupos de árboles genealógicos, uno de Los Matteotti que cuenta con 35 árboles genealógicos y otro de Los Springa que cuenta con 11 árboles genealógicos, en total 46. Igualmente, sólo tomaré uno de ellos para decir que Rosalía Matteotti Springa nació en 1956, hija de José Francisco Matteotti Perini (n.1928, f.2008) y de Josefina Enriqueta Springa Bombardelli (n.1936, f.1992); hermana de Mirella, (n.1955, f.2018), Maricel (n.1957), José Víctor (n.1958) y María Natalia (n.1963); nieta por línea paterna de Ángelo Matteotti Benusi (n.1903, f.1978) y María Teresa Perini Bozzardi (n.1902, f.1964).

    Roberto y Rosalía son padres de Bárbara (n.1976), Daniella (n.1977) y Roberto Castro Matteotti (n.1985); suegros de Carlos Enrique Hinojosa Canseco (n.1976) y Jesús Gabriel Larios Heredia (n.1980); y abuelos de Carlos Enrique (n.2008), Bárbara (n.2010), María José Hinojosa Castro (n.2014) y Amelia Larios Castro (n.2011).

Roberto Castro Hirales (q.e.p.d.) y Rosalía Matteotti Springa con sus hijos y nietos. Foto: Archivo Familiar Castro Matteotti.

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Arriba: Familia Castro Hirales. Abajo: Familia Matteotti Springa. Archivo Personal de Roberto Castro Hirales.

     Veamos como de dos apellidos de una familia, Castro y Matteotti, tenemos una serie de ramas familiares anteriores y posteriores que forman parte de la gran genealogía de Los Castro y Los Matteotti; tan solo en las ramas que hemos citado están: Los Castro Hirales, Los Matteotti Springa, Los Castro Martínez, Los Hirales Meza, Los Manríquez Flores, Los Sánchez Morales, Los Matteotti Perini, Los Springa Bombardelli, Los Matteotti Benusi, Los Perini Bozzardi, Los Hinojosa Castro y Los Larios Castro. O sea, 12 núcleos familiares.

   Tan solo con esta información de una rama familiar, la de la familia Castro Matteotti, habrán de imaginar la magnitud de la investigación de Roberto y de la enorme cantidad de horas de trabajo utilizadas en los últimos años de su vida que por cierto era una de sus prioridades.

   Un estudio preliminar de los árboles genealógicos de la amplísima investigación de Roberto  me encontré que en cada una de las primeras ramas familiares se podía identificar el origen temporal del apellido en la península de la Baja California, fue así que encontramos 259 familias en total, 2 familias originarias del siglo XVII, 21 familias del siglo XVIII, 122 de la primera mitad del siglo XIX, 82 de la segunda mitad del siglo XIX y 32 familias originarias de la primera mitad del siglo XX, que enseguida enlistamos algunas de ellas que se encuentran debidamente ordenadas en los archivos de trabajo de Roberto:

    Las familias originarias del siglo XVIII son la los núcleos familiares de apellidos Acevedo, Agúndez, Albañez, Álvarez, Amao, Angulo, Canseco, Carrillo, Cota, De La Peña, De la Toba, Encinas, Hirales, Macklis, Mendoza, Osuna, Ruiz, Sánchez y Verdugo.

     La familias originarias de la primera mitad del siglo XIX son la los núcleos familiares de apellidos Abaroa, Acuña, Agramont, Agruel, Aguiar, Aguilar, Alcalá, Allison, Alvarado, Amador, Antuna, Arámburo, Araujo, Arballo, Arias, Arnaut, Arredondo, Avilés, Balarezo, Bancalari, Bareño, Beltrán, Benoit, Bourgoin, Cabrera, Caduaño, Calderón, Canalizo, Canett,  Cardoza, Carlón, Casillas, Castro, Ceseña, Chiquett, Collins, Contreras, Corazón, Cornejo, Coronado, Cota Moreno, Cota Serapión, Cunningham, Davis, Drew, Estrada, Famanía, Fiol, Flores, Garayzar, Gerardo o Geraldo, Gibert, Green, Guereña, Heras, Hidalgo, Higuera, Jerez, Jordán, Larrinaga, Legazpi, León, Lizardi, Maldonado, Manríquez, Marrón, Mc Donough, Mendia-Mchatton, Meza, Miranda, Moet, Montaño, Monteverde, Morales, Moreno, Moyron, Murillo, Navarro, Ojeda, Olachea, Pedrín, Peña, Peralta, Pérez, Pérpuly, Piñeda, Pozo, Puppo, Real, Reza, Riecke, Ritchie, Rivera, Rochin, Romero, Ruffo, Salgado, Sández, Sandoval, Savín, Sosa y Silva, Talamantes, Trasviña, Valadez, , Villaescusa, Villalobos, Villarino, Wilkes y  Zumaya.

    La familias originarias de la segunda mitad del siglo XIX son la los núcleos familiares de apellidos Almeida, Aragón, Aréchiga, Ayon, Baltazar, Bianchi, Brooks, Chacón, Chollet, Cordero, Coronado, Cosio, Delgado, Díaz, Díaz Bonilla, Dibene, Duarte, Escopinichi, Fernández, Fisher, Fong, Fuerte, Gavarain, Gómez, González, González- Rubio, Guluarte, Irazoque, Isaías, Juárez, Labastida, Lara, Lucero, Martínez, Matteotti, Mayoral, Montes, Montreuil, Muñoz, Núñez, Ochoa, Ortega, Palacios, Payen, Peláez, Pineda, Quijada, Ríos, Rodríguez, Rousseau, Ruibal, Salas, Salorio, Salvatierra,  Santana, Sepúlveda, Silva, Smith, Sotelo, Soto, Tamayo, Tarango, Taylor, Tellechea, Toyes, Unzón, Urcadiz, Valdivia, Verduzco, Villavicencio, Vives, Von Borstel,  Yee, Yuen, Zapata, Zavala y Zazueta.

   Las familias originarias de la primera mitad del siglo XX son la los núcleos familiares Ayala, Bañaga, Beltrán, Bombardelli, Búrquez, Cadena, Cerecer, Chávez, Espinoza, Fenech, Fischer, Floriani, García, Garciglia, Gastelum, Hinojosa, Mercado, Monroy, Montoya, Nava, Palencia, Panchana, Pearce, Presichi, Rosas, Spindola, Springa, Toledo, Wilson, Wong y Minjarez.

     Pregunto ahora:

   ¿Tiene la Guía Genealógica de Roberto un valor investigativo equivalente a la Guía Familiar de Don Pablo?

     La respuesta es sí.

   Si es así, en algún momento Roberto tendrá que terminar su libro de la Guía Genealógica de las Familias Sudcalifornianas. Esa es la deuda que tengo con Roberto, quede de apoyarle para terminarlo, pero, por un lado, no pude cruzar palabras con él antes de partir para ultimar detalles que habían quedado pendientes de nuestras pláticas, y por otro lado, continúo con mi tratamiento médico, que aunque todo va muy bien en esta guerra contra el cáncer, como suele suceder en estos casos los efectos colaterales de la radioterapia también deben tratarse. Justo mientras se revisaba esta crónica tuve que ser intervenido quirúrgicamente a principios de este año por una estenosis, fue un susto, pero ya pasó.

    Ahora quiero contar algunas cosas relacionadas con todo esto, como conocí  a Roberto y cómo fue que se inició el camino para la Guía Genealógica:

     Cuando yo inicie los estudios en la secundaria Morelos en 1960, yo tendría  11 años, ese mismo año iniciaban las clases de la primera generación de la Preparatoria Morelos, en el mismo edificio. Roberto tendría 16 años,  fue uno de los jóvenes estudiantes que en 1962 salieron de La Paz a realizar sus estudios universitarios, para estudiar Médico Militar ejerciendo su profesión en la Secretaría de la Defensa Nacional hasta su jubilación. Una vez jubilado  se dedicó por gusto al estudio de la genealogía de las familias sudcalifornianas.  

     Le tenía un enorme cariño y amor a lo que estaba haciendo, no era para menos: había construido poquito a poquito centenas de árboles genealógicos de las familias más conocidas de la Baja California Sur, siempre cuidando corroborar en los archivos del registro civil y en la guía familiar de Don Pablo L. Martínez las relaciones de parentesco de las familias que estudiaba. 

     Supe de la existencia de este extraordinario trabajo de investigación en diciembre de 2011 que me habló por teléfono a mi casa para felicítame por un artículo que había escrito y que había salido publicado en el periódico El Sudcaliforniano que titulé “Para leer la Guía Familiar” aprovechando las ramas familiares de mis padres: Los Piñeda, Los Bañuelos, Los Chacón y Los Isais. Cuando me habló, lo notaba muy contento por lo que había escrito y me dijo que quería enseñarme lo que había investigado por varios años acerca de la genealogía de las familias sudcalifornianas y no dudó en invitarme a su estudio para que le diera mi opinión.

    Llegue a la cita el día convenido y empezó a platicarme lo que estaba haciendo, me sorprendió ver en su escritorio la genealogía de Los Piñeda y de Los Isais, con los árboles genealógicos que los había preparado para mí, en mano empezó explicarme el criterio que había adoptado para elaborarlos, y a vuelo de pájaro me enseñó en su computadora todo lo que tenía, sin entrar en detalles.

   Me di cuenta que los archivos de los árboles genealógicos estaban ordenados alfabéticamente por el apellido que había investigado y al acceder a cada uno de ellos te encontrabas con varias páginas de distintas generaciones de la rama familiar original del apellido, cada rama con su árbol genealógico y en muchos de los casos contaba también con fotografías de algunos miembros de las familias que había investigado.

     Desde entonces le propuse que debería preparar un libro para dejarlo como un legado a las familias sudcalifornianas, pero me di cuenta que mi propuesta no había tenido eco y la razón era muy simple: Roberto estaba haciendo ese trabajo pensando en alimentar su espíritu pues de daba cuenta que estaba recorriendo en su memoria una a una las familias paceñas y sudcalifornianas, no tendría que estar pensando en hacer un libro.

     Mientras Roberto trabajaba la historia del conjunto de las familias sudcalifornianas yo me enfocaba a estudiar a mis ramas familiares de Los Piñeda Chacón y de Los Bañuelos Isais que me llevó a elaborar dos crónicas familiares de varias que quería escribir, pero había empezado primero con la crónica familiar en un pequeño libro acerca de Los  Isais Verdugo, así que me faltaban  los Bañuelos Isais, los Isais Famanía, los González Isais, los Hidalgo Isais, los Fibla Isais y los Isais Moreno; después seguí con el libro de Los Canseco Piñeda, así que faltaban los Piñeda Bañuelos, los Santa Ana Piñeda, los Piñeda Garayzar, los Piñeda Geraldo, los Piñeda Navarro, esto fue en 2015 y 2016. Fue el caso que  un día recibí un correo electrónico de Roberto para decirme que le habían regalado  las crónicas familiares que había escrito y que estaba pensando en convertir en libro lo que tenía en forma de árboles genealógicos. Después de ese correo nos vimos de nuevo en su estudio y me entregó en forma digital toda la información de su trabajo y dijo: “para que me apoyes en hacer el libro porque yo nunca lo voy a hacer, eso no es mi fuerte…”.  Me había confiado la información, lo cual agradezco infinitamente.

     En cuanto recibí el material, realicé una revisión detallada de lo que me entregó, aclare dudas con Roberto y prepare el proyecto de libro Guía Genealógica de las Familias Sudcalifornianas que Roberto autorizó y me pidió que lo acompañara a un desayuno con el grupo al que pertenecía, Californios Amigos de la Historia y de los Estudios Locales (CAHEL) a presentarlo, que por cierto lo recibieron con mucho agrado.

     Después de su fallecimiento puse a disposición de la familia lo que Roberto me había confiado. La familia, igual que Roberto depositó la misma confianza en mí. Así que sigo en deuda. Roberto comprenderá que en las condiciones en que estoy todavía falta para el libro, así que por lo pronto esta crónica que sirva para recordar con mucho afecto, por su confianza, a Roberto y decirle que seguimos haciendo camino… poquito a poquito… Un abrazo.

                                                                                           

La Paz, Baja California Sur a 9 marzo 2020.

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