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Crónicas Urbanas

No.32

 

FILEMÓN C. PIÑEDA CONTRERAS A 150 AÑOS

DE SU NACIMIENTO

22 de Noviembre (1868-2018)

Gilberto Piñeda Bañuelos

Originalmente este escrito fue presentado en mayo de 2017 en el I Encuentro Internacional de Investigación Histórica-Literaria con el título de Contexto histórico, familias sudcalifornianas y los poemas de Don Filemón Cecilio Piñeda Contreras (1868-1922), ahora lo difundimos como un homenaje a los 150 años de su natalicio.

     Desde el año pasado propuse a los descendientes de la familia Piñeda Chacón con quienes pude tener comunicación desde que empezamos a elaborar la Crónicas Familiares, que el 22 de noviembre de 2018 organizáramos una tertulia familiar y empezamos a ser la lista de familiares que dirían algún poema ese día: se anotaron por supuesto mi sobrino Marcos Robledo Santana, un extraordinario declamador hijo de mi prima hermana Norma, bisnieto de Filemón;  mi sobrina Alejandra Navarro Canseco, bisnieta de Filemón, hija de mi prima hermana Cecilia; mi primo hermano Filemón Piñeda Garayzar, nieto de Filemón, hijo de mi tío León; mi sobrino Javier Arturo Rodríguez Canseco, bisnieto de Filemón, hijo de mi prima hermana María Eugenia; mi nieto Verne Piñeda Castro, tataranieto de Filemón,  hijo de  mi hijo Tito Fernando; y yo mismo diría algunos poemas.

    Ya no pude seguir con la organización de la tertulia familiar y tuve que suspender temporalmente con la edición de las Crónicas Familiares de Los Piñeda Chacón y de Los Bañuelos Isais porque en mayo pasado me diagnosticaron cáncer de próstata, el 18 de junio inicié un tratamiento de dos años y pues me vi en la necesidad de atenderme y cuidar de mi salud.. A los 150 años del natalicio de mi abuelo Filemón, yo me encuentro en Guadalajara en un tratamiento radioterapéutico que estoy a punto de concluir pero desde aquí, va el homenaje… Y un fuerte abrazo en cualquier lugar donde se encuentre junto a mi abuelita Victoria.

     Pedí a mi sobrino René Marmolejo Piñeda, bisnieto de Filemón, hijo de mi hermana Ope, que en mi ausencia arreglara su tumba en el panteón de Los Sanjuanes y a mi nieto Verne Piñeda Castro que leyera frente a su  tumba algunos poemas en homenaje a mi abuelo Filemón; en tanto que yo sigo empeñado en sanar. Por mi parte estoy poniendo todo lo que está de mi parte para ganar esta guerra contra el cáncer; mis amigos, compañeros y familiares están haciendo lo suyo con sus oraciones y sus energías que me llegan de La Paz, de Guanajuato y de otros lugares… lo demás de lo dejo la Ciencia Médica y a la Técnica.

Guadalajara Jalisco, a 22 de noviembre de 2018.

ALGUNOS ANTECEDENTES

Desarrollando el proyecto general de investigación Historia Urbana: Economía, ciudad y patrimonio cultural, priorizando el urbanismo y la arquitectura de la ciudad de La Paz de la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, me encontré con un problema de investigación nuevo para mí que eran  las familias paceñas: las que paseaban y dormían en el Malecón, las que compraban en las tiendas de La Perla de La Paz y de la Torre Eiffel, las que acudían regularmente a la plaza, las que tenían a sus hijos en las escuelas de primeras letras separadas para niños y niñas, y más tarde en las escuelas No.1, No2 y No.3, las que acudían  a trabajar o a realizar una gestión a la Casa Municipal o a la Casa de Gobierno, las que iban a trabajar a las afueras de la ciudad en la tenería Viosca o a la carbonera y las salinas de Pichilingue; las que para vivir tenían que salir a pescar a vela, remo o canalete desde los embarcaderos de los barrios de El Esterito y El Manglito, las mismas que vendían por las calles de tierra y empedradas de La Paz, pescado, caguama, ciruelas y pitahayas; las que en canoas y canaletes atravesaban el canal hacia a los esteros, manglares y dunas de la barra arenosa que estaba frente al puerto conocido como El Mogote; las que acudían a misa y a las actividades religiosas al templo de la Parroquia  de Nuestra Señora de La Paz; las que iban a recibir y dejar pasajeros o a cargar mercancías en el muelle fiscal,  las que se reunían en secreto y participaban en los ritos de la Logia Masónica (Reyes, 2106).

     Todas ellas eran las familias paceñas que tenían un rasgo particular: la inmensa mayoría de ellas tienen su origen en la migración, personas que llegaron de otras entidades del país o del extranjero, que al asentarse en la ciudad-puerto formaron sus propias familias y fueron construyendo la identidad paceña que se forjo y permaneció sin grandes cambios, por lo menos durante un siglo. Todo cambia en el último tercio del siglo XX.

    Entonces, derivado de ese proyecto general que solamente se concreta a la fría historia del patrimonio cultural edificado, nos referimos a sus calles, a sus manzanas y sus solares,  a sus actividades económicas, administrativas y religiosas; al uso del suelo y a la imagen urbana; sin embargo, no estaban presentes las familias paceñas que son las que dan vida urbana a la ciudad y convierten en seres vivientes a las edificaciones, las calles y los espacios públicos.

El problema de investigación estaba ahí, pero como empezar.

Lo que se hizo fue identificar cual era el rasgo general de la familia paceña, que más adelante comentaremos; entonces encontré que las ramas familiares de mis padres lo tenían: por el lado paterno estaban Los Piñeda Chacón y por el lado materno estaban Los Bañuelos Isais: en ambas ramas, alguien vino de otra entidad o del extranjero y formaron una nueva familia en La Paz.

     En el caso de los hijos e hijas de Filemón que son Los Piñeda Chacón me encontré a Los Santa Ana Piñeda, a Los Piñeda Navarro, a Los Piñeda Bañuelos, a Los Canseco Piñeda, a Los Piñeda Geraldo y a Los Piñeda Garayzar; hice contacto con ellos y ellas, empezamos a obtener testimonios a través de entrevistas a las y los mayores de esas ramas y recolectar fotografías familiares de los padres, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos de Filemón, como por ejemplo Verne, Tito Livio y Amet, que son mis nietos, pero son tataranietos de Filemón. La lista es larga, el tiempo es corto y un crónica familiar de esta magnitud no podría tener un producto en el corto plazo para hacer memoria y no dejar que el olvido se apropie de las familias paceñas, así que opte por elaborar poco a poco, crónicas familiares para el consumo interno de la familia y empecé por Los Canseco Piñeda (Piñeda 2017) y por el lado materno por Los Isais Verdugo.(Piñeda, 2016)

Gracias a esto me encontré de nuevo con la historia personal de Filemón: tuve en mis manos un poemario elaborado artesanalmente que se utilizó para obtener fondos sociales en una kermes de 1916(Piñeda 1916) y otro más que elaboró uno de su hijos, César Piñeda Chacón en 1994 (Piñeda, 1994); en esta búsqueda de datos familiares, gracias a un miembro de Los Isais, supe que la biblioteca de la Logia Masónica tenía el nombre de   Filemón C. Piñeda como la biblioteca central de La Paz. Tuve la fortuna de ser invitado como nieto de Don Filemón a una tenida blanca en la que, después de la ceremonia masónica,  se me invitó a cortar el listón de su reinauguración; deduje entonces, que al momento de su muerte, era venerable Maestro de la Logia Masónica de los Fieles Obreros de la Baja California que había sido fundada en 1869 (Piñeda, 2016).

   Dado estos antecedentes lo que voy a decir enseguida, al referirme al contexto histórico quiero decir la ciudad de La Paz y, con familias sudcalifornianas quiero decir familias paceñas y como un espejo de ellas, quiero decir poemas de Filemón.

ALGO DE LA PAZ Y DE FILEMÓN

Filemón es un paceño que falleció muy temprano, el 17 de mayo de 1922. Vivió solamente 54 años, había nacido el 22 de noviembre de 1868 (Martínez, 2011), pero vivió, me imagino que intensamente, lo puedo decir por la tradición oral de la familia, mi padre, Raúl Piñeda Chacón, era su hijo; pero sobre todo lo puedo inferir del contenido de sus poemas, que leídos en conjunto resultan muy paradójicos, que oscilan probablemente entre la ternura y la rebeldía o entre el amor y la irreverencia, o entre la naturaleza y el ser humano, o entre el regionalismo y el patriotismo.

    Apenas medio siglo antes de que naciera Filemón, la formación material del puerto de La Paz, acababa de surgir con apenas 400 habitantes en las primeras décadas del siglo XIX; para 1835 La Paz tendría 800 habitantes (González, 2016), así que Filemón vivió en ese  pequeño puerto que un año después de su nacimiento apenas rebasaba los 2 mil 100 habitantes, un puerto que se convirtió en una ciudad comercial hecha y derecha a finales del siglo XIX, pero seguía siendo una ciudad pequeña que no llegaba a los 5 mil habitantes; en el año anterior a su fallecimiento la población paceña  apenas llegaba a los 7 mil 480 personas, debió haber alrededor de 1 mil 400 núcleos familiares (DEN, 1927).

     A principios de la década en que nació Filemón las lomas de la ciudad al norte y sur del gran arroyo central se estaba poblando sin que el Ayuntamiento de La Paz lograra controlar los asentamientos aunque en la loma norte ya había un solar baldío que era la plaza, otro solar baldío al oriente de la plaza donde se acababa de construir un templo católico y en la parte oriente algunas pequeñas construcciones donde despachada el jefe político, lugar donde se dieron las instrucciones para que se elaborara el primer plano de una ciudad que resultó ser de trazo ortogonal de retícula cuadrada de 100 por 100 metros y calles de 20 metros, pues la otra ciudad, la de la parte baja y plana alrededor del embarcadero ya se había formado con manzanas irregulares y calles muy angostas, como callejones.

    Cuando Filemón era un adolescente, La Paz era un espacio urbano pequeñísimo, si se recorre en el polígono  alrededor del antiguo muelle fiscal el puerto llegaría a cuatro o cinco cuadras de la playa, y lo largo de ella los solares de playa  estarían ocupados hasta el estero norte que se conoció como el barrio del Esterito y hasta los manglares y el palmar de la playa sur que se conoció como el barrio El Manglito.

    Cuando Filemón concluía su etapa de juventud y empezaba su edad adulta, se casó con una joven muy bonita de otra familia paceña, Victoria Chacón Meza, el 18 de agosto de 1899;  el puerto de La Paz ya se había urbanizado lo suficiente como para considerarla una ciudad que por su actividad dominante, era una ciudad comercial: todavía no se construía el Teatro Juárez ni la Casa Municipal, proliferaban los veleros y las canoas en la Ensenada, el embarcadero ya se había convertido en un auténtico Muelle Fiscal con su Torre del Vigía, un resguardo marítimo, algunas agencias aduanales y un hotel frente al muelle; ya se había construido el Jardín Velasco, la Casa de Gobierno, el templo de la Parroquia de Nuestra de La Paz, el Panteón de Los Sanjuanes, el Templo Masónico, el Hospital Salvatierra, y las imponentes construcciones comerciales de La Perla de La  Paz y La Torre Eiffel.

ALGO DE LAS FAMILIAS SUDCALIFORNIANAS  

Sobre los rasgos de las familias sudcalifornianas y en consecuencia, paceñas, inicio el comentario de la introducción de la Guía Familiar (Martínez, 2011) señalando como lo dice Don Pablo que en Baja California no hubo mestizaje de españoles con indígenas, pues las y los californios se extinguieron tempranamente. Dice Don Pablo que “el hombre blanco no mezcló su sangre con la raza autóctona sino por excepción”, a diferencia de lo que sucedió en Mesoamérica, y las razones las explica de la siguiente manera: “En primer lugar, la cabeza conquistadora no fue un militar, fue un sacerdote y este por serlo,  mantenía las reglas de la abstinencia y por voto efectivo de castidad” y dice Don Pablo que “el mestizaje … comenzó a verse en Baja California en amplia proporción después de la independencia”, pero no con indígenas californias, sino con indígenas del macizo continental que emigraron a la península. 

     Don Pablo encuentra que hay tres apellidos originarios de la población sudcaliforniana que proceden de finales del siglo XVII: Rodríguez, Márquez y Arce. El primero viene de Esteban Rodríguez Lorenzo, portugués, que llegó con el padre Juan María de Salvatierra para fundar la Misión de Nuestra Señora de Loreto, el segundo viene del soldado Nicolás Márquez, de origen siciliano, que también llegó con Salvatierra en el primer grupo de soldados; y el tercero fue otro soldado, Juan de Arce, de origen inglés, que llegó a la misión de Loreto al año siguiente de su fundación.

    Por otra parte, Don Pablo señala que en el siglo XVIII hay 18 apellidos que aparecen con cierta regularidad en los documentos: Ocio, Romero, Carrillo, Verdugo, Ribera y Moncada, Castro, Verduzco, Sáenz, Ruíz, Ortega, Ceseña, Murillo, Salgado, Avilés, Talamantes, Aguilar, Villavicencio y Marrón; por otro lado, como el Real de Santa Ana fue el primer poblamiento no misional significativo en la península a mediados del siglo XVIII, Don Pablo destaca otros apellidos que proceden del lugar y que se conocen después de su fundación como los apellidos Cota, León, Duarte, Amador, Beltrán, Ajuque, Fajardo, Martínez, González, Lara, Flores, Moreno, Olachea, Morales, Barrera, Villa, Arballo, Gerardo, Geraldo, Cadena, Guerrero, Hirales, Ojeda, Orozco, García, Orantes, Álvarez, Mendoza, Estrada Domínguez y Calderón.

     En el siglo XIX,  Don Pablo destaca 9 apellidos de origen español, aunque algunos procedían de Filipinas como De la Toba, Montaño, Meza, Angulo, Navarro, Legaspi, Canseco, Ruffo y Villarino; mientras que anota 15 apellidos de origen no español como Smith (inglés), Sández (inglés), Pedrín (francés), Gibert (francés), Fiol (al parecer inglés, pues su verdadero nombre según Don Pablo era John Hastings), Collins (inglés), Maclis (inglés, que después evoluciona a Macklis), Gavarain (francés, originalmente Gavarine), Leggs (inglés), Robinsón (inglés), Fisher (estadounidense), Ritchie (inglés), Green (inglés), Corazón (estadounidense, originalmente Hearst) y Kennedy (estadounidense).

     Como ven, en el siglo XIX de los 24 apellidos más recurrentes en los archivos eclesiásticos y civiles que investigó Don Pablo, el 36% son de origen español y algunos de ellos filipinos, mientras que el 64% eran de origen extranjero no español; pero entre todos ellos  no aparece en estas ramas familiares originarias ni Los Piñeda ni  Los Contreras, ni Los Chacón, sin embargo la familia Piñeda Contreras, de la que es parte Filemón, presenta estas características. 

ALGO DE LAS FAMILIAS PIÑEDA CONTRERAS Y PIÑEDA CHACÓN

La vida y obra de Filemón Cecilio Piñeda Contreras no puede explicarse sin la presencia cercana de Victoria Chacón Meza, no solo porque fue inspiración literaria, sino porque estuvo cerca de él  hasta su muerte; por ejemplo, su hijo César dice:

   “..aquel entorno mío, era un escenario que lo iluminó siempre la bella presencia de mi madre… Ella, mujer sensitiva y culta, producto seguramente de un autodidactismo ejemplar, como lo fue el autodidactismo de mi padre… Los dos formaron singular pareja que fueron por la vida prodigando amor… Él, poeta cantor de los bueno, de lo bello y de la verdad… Ella, musicóloga, en ciernes que leía, cantaba e interpretaba en su flauta toda obra musical  que por suerte llega a sus manos. Seguramente que por estas afinidades artísticas, dieron a mis padres los satisfactores más elevados para disfrutar de la felicidad de un genuino hogar paceño” (Piñeda, 1994).

     O sea que el apellido Piñeda se ligó para siempre con el apellido Chacón, y de ahí nacen las distintas ramas familiares de Los Piñeda Chacón: María Estela que nació el 6 de octubre de 1900, Guillermina quien falleció muy pequeña, Roberto Augusto que nació en 1907 fallecido ya grande,  Raúl que nació el  8 octubre 1908 y  falleció  el  29 de marzo de 1986, Norma Cecilia que nació el 9 de septiembre de 1909 y falleció el 9 septiembre 1996, Rosalba que nació en 1910 fallecida en edad muy avanzada sin formar una familia;  Hugo César que nació el 28 de noviembre 1912 y falleció el 6 de marzo de 2003, León Jorge que nació el 11 de diciembre de 1915 y falleció el 6 de marzo de 2000 en Mexicali, B.C. y  Fernando, el más pequeño de los nueve, que falleció ya adulto sin formar una familia.

     Los padres de Filemón se llamaron Victor Piñeda de la Cruz y Refugio Contreras Espinoza. Los Piñeda Contreras es una familia paceña que proviene del siglo XIX que se formó por la unión de un extranjero y una sudcaliforniana: Refugio Contreras Espinoza, la mamá de Filemón,  era hija de Pedro Contreras nacido en Todos Santos en 1813 y de Perseverancia Espinoza que era de San Antonio nacida en 1823; mientras que Victor Piñeda de la  Cruz, el papá de Filemón,  fue un marino que llegó a La Paz en un barco proveniente de Manila, Filipinas, pues él y su padres eran de allá, se casó el 1 de octubre de 1861 con Refugio Contreras Espinoza que tenía apenas 18 años, Víctor era hijo por línea paterna de Espíritu Piñeda  nacido en Manila, Filipinas e Hilaria de la Cruz también nacida en Filipinas.

     Filemón Cecilio Piñeda Contreras tuvo seis hermanos, todos nacidos en La Paz:  Luis Nicolás  que nació el 27 de agosto de 1877 y falleció el 18 de julio de 1896; Herminia que nació el 25 de abril de 1883, María Francisca que nació en 1866 y falleció 24  de noviembre de 1888, Víctor que nació 1875 y falleció el 7 de agosto de 1892, Victoria que nació en 1869 y falleció en 1891 y de Julia Piñeda Contreras (Martínez, 2011); de todos ellos y ellas no hemos encontrado referencias de sus descendientes, salvo de Julia quien se casó con Guzmán Rolland Mejía, hermano de un ingeniero civil destacado nacionalmente llamado Modesto, quien fuera diputado constituyente por mandato del gobierno central (Rolland, 2017).

     Como lo comentamos al inicio, Filemón muere tempranamente cuando  sus hijos eran muy jóvenes: Estela que era la más grande tenía 22 años, Guillermina ya había fallecido, Roberto tenía 15 años, Raúl  14 años, Cecilia 13 años, Rosalba 12 años, César  10 años, León 17 años y Fernando tendría entre 4 y 5 años.

     Filemón era más conocido como poeta, pero al momento de su fallecimiento era el venerable maestro de la Logia Masónica de Los Fieles Obreros de la Baja California y parece que también tesorero del entonces gobernador Agustín Arriola, había sido tenedor de libros,  que eran los contadores de la época junto con mi tío abuelo Fernando Chacón Meza en la monumental casa comercial La Torre Eiffel de Don Miguel González e hijos que se encontraba en las antiguas calles Puerto y Obispado, actuales Agustín Arriola y Zaragoza; y parece que también trabajó en La Perla de La Paz; pero también fue regidor del Ayuntamiento de La Paz   en la última etapa de la época porfirista en 1905, 1907, 1909 y 1911.

ALGO SOBRE SUS POEMAS (Piñeda, 1994)

No soy lector de poemas mucho menos  especialista en Poesía, pero interpreto que los poemas de Filemón fueron fundamentalmente románticos pero diversos, aunque incursionó otros géneros, algunos épicos, otros paisajistas y algunos contestatarios, uno de ellos, un poema poco difundido, que cuestiona abiertamente la injerencia de la marina norteamericana a Bahía Magdalena como parte de la política exterior de Porfirio Díaz; lo cual llama mucho la atención porque Filemón fue, hasta donde sabemos,  de filiación porfirista.

   Recordemos que  en 1908 arribó a Bahía Magdalena la flota de la armada norteamericana con 16 acorazados y varios buques que les escoltaban para realizar prácticas de artillería, trastocando  la soberanía nacional, hecho que no fue muy bien vista por algunos personajes de las misma filas porfiristas.

     Sobre el poema que lleva por título precisamente Bahía Magdalena, no solo lo escribió para desahogar su descontento, sino que fue leído por el propio Filemón en una velada organizada  por los miembros de la Logia Masónica  a la que asistió el al Jefe Político quien había ido a Bahía Magdalena a dar la bienvenida a la marina norteamericana a nombre del gobierno central, y a su regreso escuchó el poema Bahía Magdalena en voz de Filemón (Preciado, 2005).

BAHIA MAGDALENA

 

Allá tras de las vastas serranías

que se alzan como esfinges egipcias;

allá tras de las yernas lejanías;

allá tras delos árboles tintóreos

y las plantas textiles, que la mano

del hombre despedaza y aniquila,

La Magdalena orgullo Mexicano,

extiéndese magnífica y tranquila

como una emperatriz del gran océano.

 

Allá se ve, incrustada entre las olas,

del pacifico que acaricia

Y le canta sublimes barcarolas;

es geográficamente una delicia,

Por eso la patria la ama a solas;

y por eso el extraño la codicia.

 

Uncle Sam, el tío Sam, imperialista

hojeando de Dewey un folio,

Leyó: “BAHIA”… concentra su vista…

poco después en todo el capitolio

como en toda la unión se oyó CONQUISTA!

 

Que quien lo dijo ¿No lo sé… intuiciones?

tal vez; pero es el caso que ese caso

lo repitieron todas las naciones,

y sarcasmos! Dijeron los nipones

y Eureka!, más allá del paso.

 

Más contra todo eso está el abrazo

de Root. ¿Por qué perdemos la esperanza?

 Es que la libertad es un acaso

cuando la fuerza inclina su balanza?

 

El deber, como trasgo inconcebible,

penetra al corazón de los humanos

y ve en la diplomacia algo terrible

y, aunque quiera olvidar acciones viejas,

las nuevas le maltratan como espinas;

le pone un vuelo a California y Tejas

y asoman Puerto Rico y Filipinas.

 

Y se subleva y dice: americanos!

Despertad por que Atila esta en las puertas!

y el eco repercute por los llanos,

las sierras y los mares mexicanos.

 

como la ronca voz de mil alertas,

y el patriotismo eleva sus canciones

tan llenas de vibrantes armonías,

que alienta y electriza corazones.

Otro poema que en voz de Filemón escucharon los primeros once estudiantes sudcalifornianos que partirían a bordo del “San Antonio” en el muelle fiscal el 18 de noviembre de 1920 rumbo al puerto de Manzanillo y de ahí a la ciudad de México para estudiar alguna carrera; un día antes, en la despedida oficial  les hicieron  en la Escuela Comercial de La Paz, Filemón les declamó el poema “Cálida Fornax” (Castro, 1970).

CALIDA FORNAX

 

¿La Baja, parece brazo

desafiando al porvenir?

¿Nave encallada, al acaso,

 que batalla por salir?

¿Lengua de coloso nauta

que lame al balboano mar?

¿Parece, en fin, una flauta

 que la Alta quiere tocar?

 

¡No! ¡Parece un Leviatán,

que del fondo del mar salta,

Para tragarse a la Alta

como un pedazo de pan!

 

Más, la vecina entidad

que dá principio en Calexico,

es buena amiga de México;

y, en prueba de su amistad,

y, como lazo de unión,

dió a Mexicali un Caudal,

que pregona el algodón

 y ostenta airoso el trigal.

 

La Baja parece pobre,

una anémica, una tísica,

al ver su apariencia física;

pero es la reina del cobre:

Metal que hallan con exceso

las universales barcas

Y compite con las arcas

de Rockefeller y Creso.

 

De aquella regia matrona,

que de plata hace derroche,

que el oro fino abandona,

y que tiene por corona,

los luceros de la noche;

las riquezas tantas son,

que aunque quisiera esconderlas,

las denunciaría con:

 

Los corales y las perlas

que en su cofre de cristal

guarda avaro el Mar Cortés;

y, con los antros de Sal,

donde reina un trasgo inglés;

y, con los bellos cantares

que las cañas mecedoras

entonan en estos lares:

Todos Santos, Santiago de los Coras

y San José de Mijares

 

Cuando el agua alegre salta,

como apacible gacela,

un oasis nunca falta

que dé vida a la parcela;

Y, como premio de arriba,

que es la región de las almas,

tiene Mulege, la Oliva;

tiene Comondú las palmas.

 

¿Y, la ciudad, encantada,

la ciudad de los celajes?

La Paz! mi dulce mimada;

la cuna de mi alborada,

la cuna de mis mirajes;

tu grandeza bastaría

para mostrar que la Baja,

es rica por que trabaja;

y que mas grande seria,

si el pensamiento, que ha sido

lo que yo tanto celebro,

Ya no estuviera escondido

en las frondas del cerebro,

como un pájaro dormido…

 

¿Cuándo sonara la hora

del encanto y de la luz?

¿Cuándo llegara la aurora

con sus clámides de luz?...

 

Mientras ese instante llega,

aves de tempranas alas,

para quienes todo es galas,

volad! Empezad la brega.

 

¿Queréis conocer la omega

conociendo al alfa ya?

Del bermejo mas allá,

id, con semblante sonriente,

que allá os espera la fuente

que vuestra sed saciará.

Y…adiós! Con trémula voz

 hace explosión la palabra,

Como temiendo que se abra

o se rompa el alma, en dos.

 

Yo no os diré nunca adiós

con los parpados abiertos,

Y por el llanto cubiertos

cual si se abriera una tumba…

¡Despiertos en ultratumba

están mis únicos muertos!

Hay un poema  que  dibuja con lujo de detalle las formas de explotación de los trabajadores,  pone en evidencia el significado del producto del trabajo y de la riqueza que producen los trabajadores en las diferentes actividades económicas.

AL TRABAJADOR

 

¡Abridle paso! ¿Por qué lo veis con tanta indiferencia?

¿Qué trae las manos callosas y cubiertas el semblante de polvo?

 

Acaba de salir de las entrañas de la tierra, para ofreceros

ese oro con el que trastornáis al mundo y brilláis en lo exterior.

 

¿Qué viene desaliñado y con la vestidura ennegrecida por el

humo?

 

Acaba de forjar la estatua que ofrecéis a vuestros prohombres;

acaba de fundir los rieles sobre los cuales se deslizará

el rápido ferrocarril lanzando al aire su simpático silbido,

himno melodioso del progreso.

 

¿Qué viene con su mandil azul, salpicado de fragmentos

rizados de madera?

 

Acaba de fabricar la esbelta barca que os conducirá a tierras

encantadoras;

acaba de fabricar el caprichoso mobiliario con el cual adornareis

el recinto destinado para vuestra prometida;

acaba de dar el último cepillazo al ataúd del ser por quien

lloráis.

 

¿Qué viene con el traje cubierto de despojo de ramas y

 salpicado de lodo?

 

En la noche lo sorprendió labrando la tierra,

para ofreceros después las exquisitas frutas que llevareis a

vuestra mesa:

las múltiples flores que embalsaman al ambiente que respiráis,

las innumerables plantas que enriquecen el oxígeno.

 

¿Qué trae el vestido manchado de pintura y la manga de la

camisa

enrollada, mostrando  la desnudez de sus brazos?

 

Acaba de darle el último toque al ornamento de vuestros

palacios.

 

¡Abridle paso!

 

Vine de cumplir uno de los deberes más sagrados del hombre.

¡Acaba de alzar un himno de Dios en el templo del trabajo!

En otro poema  denuncia la explotación del trabajo esclavo donde pone en evidencia que las revoluciones y el progreso no han resuelto el problema de la opresión y la explotación; y si por el contrario han regresado a las mismas formas de vida esclavas.

SIEMPRE ESCLAVOS

 

De allí esas chozas

que parecen nidos,

a do la miseria

prorrumpe en gemidos,

hambrientos, desnudos

 casi, postergados;

 

Surgen los artistas

que bordan los prados:

esos que hemos visto

por valles y ranchos

con toscos sombreros

 y calzones anchos;

esos que, explotados

antes por virreyes,

aun siguen esclavos

junto con sus bueyes.

 

También de esas chozas

que parecen nidos,

sacaron soldados

unos forajidos,

diciéndoles:

 

-“Basta de ser humillados:

Tomad los fusiles,

dejad los arados

 y venid”…

 

Y aquellos

que sembraron granos,

de Caín cogieron

el arma en sus manos

 

¿Y que consiguieron?

Remachar los clavos

de sus yugos crueles,

sus yugos de esclavos,

y hacer que se escuchen

mas tristes gemidos

de allí de esas chozas

que parecen nidos.

Este tipo de poemas de Filemón,  irreverentes, rebeldes y contestatarios  son los menos, probablemente  los únicos. Hay otros que se asemejan, pero son más bien épicos y patrióticos; los más hablan del amor, de la mujer, de la familia, de la ciudad y del paisaje.

Los escritos más juveniles los dedicó a sus padres  Refugio y Victor: uno se llama A mi Madre y el otro Mi Consuelo.

                                                        A MI MADRE

 

El día de su cumpleaños

 

Madre: para honrar tu día,

mil veces tome la pluma

para hacerte una poesía;

pero siempre hallé, que en  suma,

Nada en ella te decía

de lo mucho que te adoro,

porque es débil todo acento,

para expresar el tesoro

de cariño y sentimiento

que para ti, yo atesoro.

 

De nuevo pulso la lira,

a ver si puedo cantar,

lo que tu amor hoy me inspira,

sírvete, pues escuchar…

o mas bien escrita mira

la estrofa con que gozoso

te saludo en este día

de tu cumpleaños dichoso:

¡BUENOS DIAS MADRE MIA!

¿No es este un poema amoroso?

para una madre de fijo

que si lo es, y por eso

es el poema que yo elijo

para ti, que al darme un beso

tan solo me dices ¡HIJO!

 

¡Cuanta elocuencia y ternura

esta hermosa frase encierra!

¡Dichosa aquella criatura

que siempre la oye en la tierra,

de una boca dulce y pura

como la del padre amoroso,

O de la madre idolatrada!

¡Por eso aun soy dichoso!

tú eres, oh madre adorada,

mi cielo, mi sol hermoso.

 

Basta oír tu dulce acento

para que yo desgraciado

Feliz me sienta al momento,

como en el tiempo pasado

¡Que feliz, madre, me siento!

Sin ti arcángel adorado

Sin ti, como sin mi padre,

¿Qué fuera yo? Desgraciado,

pajarillo que sin madre

vuela del nido alejado,

ave errante, que perdida,

tiende su vuelo incierto,

bajel que el mar de la vida

cruza sin hallar un puerto,

¡Flor del tallo desprendida!

 

Más es preciso apartarme

de tan triste pensamiento,

porque comienzo a engolfarme

en un mar de sufrimiento.

Vive siempre para amarme

ángel de mi hogar bendito,

que yo para amarte vivo.

Quiero siempre oír: ¡HIJITO!

porque al oírlo, recibo

un placer que no he descrito.

 

Vive siempre prenda amada,

digna esposa de mi padre,

porque sin ti no soy nada;

nada seré yo sin mi madre,

sino una flor marchitada.

Pasa muy feliz tu día,

sin pesares ni quebranto,

y con inmensa alegría

escucha otra vez mi canto

¡Buenos Días Madre Mía!  

 

MI CONSUELO

 

En las horas más tristes de mi vida,

en mi medio del pesar que me atormenta,

hay una voz sublime que me alienta,

y un noble corazón que no me olvida.

 

Son de un ángel de amor, toda terneza, 

A quien mi corazón no oculta nada;

pues si callan mis labios de tristeza

él la encuentra en mis ojos retratada.

 

Con la santa bondad que, como padre,

él atesora con afán prolijo,

al verme pensativo, exclama: “Hijo,

no te entristezcas mientras tengas madre”

 

Deja al destino que llenando siga

tu existencia, de espinos y de abrojos,

hay quien enjugue el llanto de tus ojos,

quien ruegue a Dios por ti, quien te bendiga.

 

Son esas frases de ternuras llenas,

cual aire puro, que me da la vida;

solo las alivian la fatal herida

que en mi alma abrieron, sin piedad, las penas.

 

¡Ojala que jamás deje de oírlas,

pues me encantan cual música del cielo!

Nunca habrá para mi mayor consuelo,

que escucharlas y luego repetirlas.

 

¡No te entristezcas mientras tengas madre!

Poemas de amor, bendigo tu belleza:

tu serás, en mis horas de tristeza,

Un reflejo del alma de mi padre.

 

Jugando con el color de los ojos de la mujer dibuja una imagen apologética desde las profundidades de lo negro.

EL TRIUNFO DE LO NEGRO

 

Me dirigí a los ojos de las niñas

pidiéndole  color para mis versos,

 y las niñas me dieron de sus ojos,

el azul más hermoso de los cielos,

el verde más profundo de los mares,

el café de los rostros habaneros,

el castaño más puro del castaño

y el negro de luctuosos pensamientos.

Pero el negro sublime de tus ojos

darme nunca pudieron ¡Son tan negros!

Tan negros como el reino de la duda,

Como el plúmeo ropaje de los cuervos,

como el velo del ángel de los tristes

que llora en el santuario del recuerdo.

Ojos negros:

Etíopes dormitando

sobre un lecho de nardos.

Ojos negros: 

Si el sol es dibujante de paisajes,

la noche es una artista que hace versos;

si aquel muestra sus lienzos: los celajes,

esta brinda sus trovas: los luceros.

Celebremos el triunfo de la noche,

celebremos el triunfo de lo negro

celebremos el triunfo de tus ojos, 

Esos negros artista que hacen versos.

Identifica   a la mujer con un lugar social que es referente de la ciudad,  El Mogote.

MOGOTEÑA

 

Niña de las crenchas blondas,

flexible como las cañas

la de miradas tan hondas,

que compiten con las ondas

en que gozosa te bañas.

 

Niña de mis ilusiones

a quien tanto y tanto quiero;

Junto a la orilla te espero,

con tan santas intenciones,

que hasta peco de sincero.

 

Sal de los brazos de Porto

a coger tu blanca enagua,

Que si lo efectúas pronto,

cubierta con tu paraguas,

no te veré: soy muy tonto.

 

Yo peinaré tu cabello

con inocente cuidado,

te pondré el rebozo al cuello,

y sin tocarte ni un vello,

abrocharé tu calzado.

 

Después…sentados aquí,

sobre esta peña, los dos,

con la gran venia de Dios

nos hablaremos así:

 

Yo, ¿me amas?

Tu, ¡Si, si!

 

Desdeña esas crueles ondas,

tan amargadas y tan hondas

En las que puedes ahogarte;

y ven a mi alma a bañarte,

Niña de las crenchas blondas.

Un poema del día después de su boda con Victoria.

MI SOBERANA

 

                   I

Entra a mi alma reina mía!

Es tuyo mi sentimiento

es tuya mi fantasía

es tuyo mi pensamiento

como reina la armonía,

como reina el firmamento;

reina como reina mía! 

                   II

Oh soberana de mis amores!

Oh, soberana de mis ideas!

Para tu senda todas las flores

de mis sueños! ¡Bendita seas!

Son tus miradas ricas preseas,

y yo, el avaro de sus primores,

saldré anhelando que tu me veas,

Oh soberana de mis amores!

Bibliografía                                                       

CASTRO AGÚNDEZ, Jesús,  Medio siglo de la Casa del Estudiante Sudcaliforniano en México, La Paz, 1970.

 

DEPARTAMENTO DE LA ESTADÍSTICA NACIONAL, Censo General de Habitantes. 30 de noviembre de 1921, Talleres Gráficos de la Nación, México, 1927.

 

GONZÁLEZ CRUZ, Edith, RIVAS HERNÁNDEZ, Ignacio, ALTABLE, Francisco, La Paz, sus tiempos y espacios sociales, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Secretaria de Cultura,  México, 2016.

 

MARTÍNEZ, Pablo L., Guía Familiar de Baja California 1700-1900, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Conaculta, 2011.

 

PIÑEDA BAÑUELOS, Gilberto, “Crónicas Urbanas. Breve historia de la Logia Masónica”, El Sudcaliforniano, La Paz, 2016.

 

PIÑEDA BAÑUELOS, Gilberto, Crónicas Familiares. La Familia Isais Marcq en el corazón de sus hijos e hijas.  La Familia Isais Verdugo, La Paz, 2016.

 

PIÑEDA BAÑUELOS, Gilberto, Crónicas Familiares. La Familia Piñeda Chacón en el corazón de sus hijos e hijas. La Familia Canseco Piñeda, La Paz, 2017.

 

PIÑEDA BAÑUELOS, Gilberto, “146 años después: una visita a la Logia masónica”, El Sudcaliforniano, sábado 12 de septiembre de 2015.

 

PIÑEDA CHACÓN, César, Antología poética de Filemón C. Piñeda (1889-1920), La Paz, 1994.

 

PIÑEDA,  Filemón C., Hojas Dispersas, La Paz, Baja California, México (El producto de la venta de este cuaderno se destinará al de la Kermesse de 25 de diciembre de 2016, dando cuenta de resultado, el BANCO respectivo).

 

PRECIADO LLAMAS, Juan, En la periferia del régimen. Baja California Sur durante la administración porfiriana, UABCS, Gobierno del Estado de Baja  California Sur, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, SEP, México, 2005.

 

REYES SILVA, Leonardo, CORONADO, Eligio Moisés, IBARRA RIVERA, Gilberto, ORTEGA AVILÉS, Martín, PIÑEDA BAÑUELOS, Gilberto, Una mirada de los cronistas. La ciudad de La Paz a mediados del siglo XX, UABCS, 2016.

 

ROLLAND CONSTANTINE, Jorge Modesto, Modesto C. Rolland. Constructor  del México Moderno, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Secretaría de Cultura, La Paz, 2017.

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A la izquierda Filemón Cecilio Piñeda Contreras en su adolescencia, A la derecha en su juventud. Archivo de la familia Piñeda Geraldo.

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Poemario “Hojas Dispersas”, La Paz, B.C., 1916. Archivo Familiar Canseco Piñeda.

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Filemón Cecilio Piñeda Contreras, La Paz, B.C. Archivos Familiares Chacón Sandoval/Chacón Manríquez

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Filemón Cecilio Piñeda Contreras y Victoria Chacón Meza, La Paz, B.C., 1899. Archivos Familiares Piñeda Chacón/Piñeda Geraldo/Canseco Piñeda

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Acta de defunción de Don Filemón C. Piñeda Contreras, el 17 de mayo de 1922. Archivo Histórico Pablo L. Martínez

(proporcionado por Carlos Arriola Isais).

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La casa de la familia Piñeda Chacón en la antigua calle Primera (Belisario Domínguez y Constitución). Archivo de la familia Piñeda  Garayzar.

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Personas (la mayoría varones) frente a la casa familiar el día del funeral de  Filemón C. Piñeda Contreras, el 18 de mayo de 1922. Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

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Automóviles frente a la casa familiar el día del funeral de  Filemón C. Piñeda Contreras, el 18 de mayo de 1922. Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

Marcha fúnebre con el féretro de Don Filemón C. Piñeda Contreras por las antiguas calles Tercera y Ayuntamiento rumbo al templo de la parroquia, el 18 de mayo de 1922Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

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Carroza de tracción animal en espera del cuerpo de Don Filemón C. Piñeda Contreras en el templo de la antigua parroquia de Nuestra Señora del Pilar de La Paz , el 18 de mayo de 1922. Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

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Marcha fúnebre con el féretro de Don Filemón C. Piñeda Contreras por la antigua calle Tercera rumbo al panteón de Los Sanjuanes, el 18 de mayo de 1922. Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

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Marcha fúnebre con el féretro de Don Filemón C. Piñeda Contreras llegando al panteón de Los Sanjuanes, el 18 de mayo de 1922. Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

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Vehículos y carroza frente a la entrada del panteón de Los Sanjuanes en espera de que sea sepultado Don Filemón C. Piñeda Contreras, el 18 de mayo de 1922Archivo de la familia Piñeda Bañuelos.

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