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REFERENCIA AHPICedohu

Audio: Entrevista de Homero Avilés 2 julio de 2015 a Raúl Enríquez.

Lugar de la entrevista: Local del Archivo Histórico del Movimiento Social Sudcaliforniano (AHMSS), Boulevard Padre Kino E/ Normal y Márquez de León, ciudad de La Paz, Baja California Sur.

Tiempo de Duración: 01:56 horas.  

Temática: Personajes y Movimientos Sociales.

Transcripción: Ofelia Gerardo Osuna.

Crónicas de la Historia Oral

VOCES DEL TROTSKISMO SUDCALIFORNIANO: RAÚL ENRÍQUEZ

 

Homero Avilés

Tomarle el pulso a la ciudad de La Paz desde el pasado implica caminar sus calles, conocer sus luchas, platicar en la plaza y visitar sus parques como los enamorados. Por ello esta forma de acercarse al puerto, a la ciudad y a la geografía de sus movimientos sociales desde la historia oral representa poner sobre el papel lo que para Walter Benjamin son Resistencias Minúsculas y que se ven atravesadas por la cultura, la economía, el poder, la política, los saberes locales y la práctica del espacio. Es así que, como integrante del CEDOHU y del Archivo Histórico de la Palabra y la Imagen del mismo centro presento este texto titulado: Voces del trotskismo sudcaliforniano en el que se puede conocer una entrevista de 2015 y a través de la misma podemos conocer un episodio de la historia urbana de nuestra ciudad y puerto.

 

     En julio de 2015 y cómo parte de los testimonios recabados para la investigación del trotskismo en Baja California Sur realicé una entrevista a Raúl Enríquez, fundador del Grupo Acción Popular (GAP) y fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Al identificar a Enríquez como un hilo conductor entre el grupo y el partido y como dirigente de ambos, incluyo parte de esta entrevista para que sirva de contexto a quienes no conocen los referentes de la lucha social, política y de la izquierda partidista de la década de 1970, en sudcalifornia y para mostrar otro uso de la Historia Oral (HO) en el rescate de los testimonios de una historia mediata para las actuales generaciones o para los interesados en las voces que vienen del pasado de estas tierras.

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Raúl Enríquez, Fundador del Grupo Acción Popular y dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores en BCS, en mitin organizado por el PRT en apoyo al Sindicato 26 de Julio contra el cierre de la maquiladora Confecciones de La Paz. Informe de agente de la dirección de gobierno en Baja California Sur, 25-26 de junio de 1987. AGEBCS, Exp. 2.000/M (Maquiladoras).

Con luz de sol aun, apenas flanqueados con unos ventiladores en un lugar de este brazo descarnado de la patria, como llamó Fernando Jordán a la península de Baja California, Raúl Enríquez volvería a tomar la palabra como no hacía desde ya, muchos años. Antes de empezar me pidió que si la entrevista se grabaría quedará también grabada una canción de fondo “ya te explicaré por qué más adelante”. Su hijo, que acompañó la entrevista junto con otras cinco o seis personas, fue el que dio play al equipo: “¡Arriba, los pobres del mundo! ¡En pie los esclavos sin pan!... ¡Agrupémonos todos, en la lucha final! ¡Y se alzan los pueblos por la Internacional!" Si, era La Internacional, y aunque la estrofa inmediata en la letra original pedía: “Del pasado hay que hacer añicos”, justamente nos dábamos cita el jueves dos de julio de 2015 para que las primeras voces del trotskismo sudcaliforniano cobraran fuerza y no se hicieran añicos en la memoria de los hombres.

 

     Raúl Enríquez fue fundador y dirigente del Grupo Acción Popular (GAP) en la década de 1970 en la ciudad de La Paz, Baja California Sur. Este grupo a través de una serie de alianzas y acuerdos se transformó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) un partido con ideología trotskista. Cuando surgió el GAP y se convirtió en PRT el territorio de BCS se transformó en estado y contaba con alrededor de 128, 000 habitantes (Almada, 1992: 74), una población muy pequeña y más pequeña aun, era la población en la ciudad de La Paz, capital del estado y lugar de los eventos políticos más importantes, cuna también del GAP y lugar desde el cual realizaron su trabajo político en un ámbito donde las asociaciones disidentes y los partidos de oposición y en particular los partidos de izquierda llegaron “a la entidad a enfrentarse además de con el PRI, con una sociedad no acostumbrada a la participación electoral” (Almada, 1992: 71) en una tierra que parecía vivir en el aislamiento y en la tranquilidad de un edén.

 

     Justamente en ese edén había nacido Raúl Enríquez, quien en los momentos que nos brindó la entrevista contaba con 65 años de edad. Es hijo de Raúl y Rosario, él, dibujante en la oficina de obras públicas del gobierno estatal y ella profesora en un jardín de niños de la ciudad. Raúl Enríquez estudió todos los niveles académicos que se podían cursar en aquella pequeña ciudad hasta la preparatoria, a partir de ahí se trasladó a la ciudad de Guanajuato donde cursó la carrera de arquitectura y de la que regresó a La Paz en el año de 1971. Hasta ese momento el joven arquitecto no había entrado en contacto con ningún texto o amistad que le influyera a conocer el socialismo, el trotskismo, ni el materialismo histórico. Es más, se había formado como universitario en una ciudad muy conservadora, al grado que en aquellas tierras practicaba cotidianamente la liturgia de la iglesia católica. De hecho, entre los años de 1971 y 1973, Raúl Enríquez, ni siquiera se llamaba así.

 

Mi nombre yo lo adopté porque mi apá [Sic] se llamaba Raúl y Miguel Enríquez era el dirigente del MIR en Chile, el Movimiento de Izquierda Revolucionario, que era digamos el ala izquierda de [Salvador] Allende, ¿no? Porque Allende estaba en la lógica electoral y el MIR, el Movimiento de Izquierda Revolucionario estaba en otra lógica… entonces había un dirigente ahí, una persona y entonces bueno, me voy a llamar Raúl Enríquez. Y ese es el origen y la razón, exactamente de porque nos pusimos esos nombres. (Enríquez, 2015)

 

     Cuenta Enríquez que además de él, el núcleo inicial que formó el GAP, también resolvió usar seudónimos, porque en aquel momento pensaban que por el tipo de actividades políticas que querían realizar el gobierno pudiera intentar reprimirlos. Sin embargo, además de la represión, en aquellos años parece que tenían que preocuparse también de qué hacer con la teoría que cobraba importancia en las escuelas de cuadros que empezaron a realizar primero, como GAP y como un grupo muy reducido de jóvenes y después, cuando empezaron a sumar a los círculos de estudio a trabajadoras textiles, estudiantes, pescadores y algún colono…

 

Que ahora [a] la distancia, uno dice pues es mejor el pragmatismo que llevar a la práctica cosas para hacer teoría que al revés. Porque lo que hacíamos nosotros… con la teoría de la revolución permanente y con el programa de transición era sobre una base teórica el movimiento” … [Según nuestras lecturas]… “la revolución tenía que ser revolución mundial y además tenía que ser de proletaria socialista y entonces no había industrias aquí, entonces era un problema porque, qué ibas a hacer a la hora de interpretar una teoría y nosotros ´tábamos [Sic] ya muy, muy entrados. (Enríquez, 2015)

 

     Es decir que a estos activistas sociales, de repente y del exterior les llegó la teoría. De ser un grupo de jóvenes inquietos y sin ideología, vino la influencia de otros jóvenes. Llegó desde la ciudad de México, de una casa de estudiantes sudcalifornianos que radicaban en la capital del país y que según coinciden algunos académicos universitarios, la Asociación de Estudiantes Sudcalifornianos en México (AESM) representó entre las décadas de 1960 y 1980 un semillero de ideas políticas de izquierda y con autonomía del gobierno. En aquellos años de la década de 1970, cuenta Raúl Enríquez, “Ernesto [Adams] éste que estudiaba en México nos presentó a un joven estudiante de economía de la UNAM estaba por salir o ya había salido” (Enríquez, 2015). También de nombre Ernesto y apellidado Velázquez León, este joven tenía “una claridad que nunca en el grupo había visto. En la forma en como nos trató ese joven, pues una vez llega de pronto el neto y nos dice que él era de la casa del estudiante que había estado en el movimiento”, en alusión al movimiento estudiantil de 1968. Y sigue narrando Raúl Enríquez sobre el contacto con aquel joven:

Nos dio las obras completas de Trotsky, lo primero que nos dio fue el Programa de Transición clave para la acción… que fue redactado por León Trotsky en el congreso de fundación de la IV el 23 de septiembre del 38 y que fue aprobado en ese congreso de fundación como el documento para la acción. Y así llegan las primeras letras del trotskismo a sudcalifornia y así aquellos jóvenes empiezan a dar los primeros pasos como un grupo en el que ya había algo de ideología, cosa que no había pasado dos años antes… por eso yo siento que eso, ahí nos quedamos, fue un asunto muy importante porque entonces ya no era un pragmatismo…” (Enríquez, 2015)

 

    Pero entonces la ideología los metió en un aprieto como grupo, porque según la ideología de la que empezaron a apropiarse, el fin máximo “era el socialismo y el socialismo pasaba por una revolución proletaria… y aunque había que hacer una alianza con los campesinos, el proletariado tenía que dirigir esa revolución y por lo tanto si tu actuabas en el movimiento social pues tu camino era el socialismo […] Y la vanguardia de esa nueva sociedad que queríamos para la felicidad de la humanidad, era la clase obrera. [Pues ella] iba a ser clave para llegar a esa sociedad”. Y ya en ese momento señaló el dirigente sudcaliforniano “empezábamos a convencernos de eso, por eso entramos al Grupo Comunista Internacionalista” pero las masas campesinas, el proletariado en una ciudad como La Paz que en la década de 1970 contaba con menos de 47, 000 habitantes (INEGI, 2009) en la que no había ni fábricas grandes, ni grandes cantidades de obreros puso a la práctica y a la teoría del trotskismo en un terreno muy endeble. Entonces contó Raúl Enríquez lo que plantearon:

Con claridad entre el programa mínimo y el programa máximo, el programa máximo es llegar al socialismo y el programa mínimo son las luchas por la subsistencia de todas las luchas que hace la clase obrera, pero había un programa de transición que podía crear condiciones para el programa máximo entonces en la cabeza nuestra, sin teorizar mucho, simplemente como tomar una de las cosas que decía el programa de transición era la estatización de la industria, de un sector de la industria está hablando de la estatización de la industria nacional.(Enríquez, 2015)

 

    Y así, tras apoyar como GAP una lucha en una maquiladora que había entrado en huelga en la que ni el propietario, un extranjero; ni la CTM que encabezaba el sindicato pudieron o quisieron resolver el conflicto laboral. Estos jóvenes encabezados por Raúl Enríquez promovieron entre las trabajadoras plantearle al gobierno del estado la estatización de la fábrica. Dicho modelo tras negociaciones y presiones se logró y de 1975 a 1987 dicha maquiladora funcionó como centro de trabajo estatizado para alrededor de 60 trabajadoras. Así surgió el primer sindicato independiente en Baja California Sur, el sindicato 26 de julio de Confecciones La Paz.

     Después intentó hacerse lo mismo en una planta de enlatado de chile en una colonia popular, la colonia Esterito, una colonia que dio las condiciones propicias para el trabajo político con los colonos porque cuenta el mismo Raúl Enríquez (quien es originario de la ciudad de La Paz y creció en ese barrio), se organizó un sindicato en la planta (la chilera, como se le conocía), el sindicato 1 de julio y se creía que ese sería el mecanismo de lucha, la clase obrera a través de los sindicatos. La colonia además era el asentamiento histórico de familias de pescadores que tenían su atracadero para salir a realizar sus labores en el mar. Pero al inicio de la década de 1970 se intentó desalojar por la fuerza a esas familias que por años ocupaban los terrenos. La intención era despojarlos de los terrenos para construir un fraccionamiento llamado “Fraccionamiento Colina del Sol”. Así visualizaron que debía defenderse dos frentes, uno, la tierra donde estaban asentadas sus casas y, dos, el mar porque también el mar es de quien lo trabaja y los pescadores organizados no sólo defenderían sus casas, sino también su derecho al trabajo y el estero como parte de sus herramientas. De esta manera desde la Colonia El Esterito estos jóvenes entendieron que colonos y pescadores sin teoría, en la práctica, defendían su tierra y el mar. De ahí se logró la consolidación de dos agrupaciones que fueron muy importantes: la Unión de Pescadores Libres (UPL) que agrupó en su momento a más de 300 pescadores y el Frente Auténtico de Taxistas Independientes (FATI) (Enríquez, 2015), también se vinculó la lucha con otras zonas de la ciudad que planteaban problemas de propiedad de la tierra (como el Manglito, la Inalámbrica, Barrio Negro) entre otras según recuerda Enríquez.

 

    “El escenario de la lucha como se comentó antes era la capital del territorio y del estado después, la ciudad de La Paz con poca población, con amplias extensiones de tierra virgen, pero como ciudad era muy pequeña, claro el grupo que era también chiquito [sic] pues era grande para nosotros entonces” [recuerda Raúl Enríquez] “La Paz en esa década, si ustedes si conocen bien La Paz pues se van a encontrar que para la década sesenta, setenta apenas se estaba formando la colonia Guerrero, la colonia Los Olivos en realidad […] se estaban formando unas casitas arriba de Colina de la Cruz. Si te ibas caminando pa´ [sic] el panteón unas cuantas casitas, ahí todavía estaban las ladrilleras enfrente del panteón… en el monte… las huertas que había para la zona de Las Garzas todavía había pozos, […] el Conchalito, era un manglar salitral, era una cosa muy pequeña La Paz”. Y justo en esas colonias tradicionales, pero marginales para la planeación urbana del gobierno, como el Manglito y el Esterito fue donde se actuaba (recuerda Raúl Enríquez) como GAP y como PRT después. Ahí fue y en la década de 1970 donde se rompió la pasividad de la ciudad, en esas colonias que eran también el límite de la ciudad “había algunos mangles y todavía el agua entraba, hacía como un estero, el lugar era el límite de la ciudad por el norte, había un puentecito uno cruzaba un puentecito y en seguida estaba el rastro de la ciudad y […] había un montón de canoas todas de madera, algunas de vela pero la gran mayoría de remo […] las personas que vivían ahí, vivían en las faldas del cerro y en las faldas hacia La Paz, estoy hablando del cerro de la Colina del Sol” acentúo el exdirigente trotskista. (Enríquez, 2015)

     “Entonces esa famosa tranquilidad termina con el movimiento de la Colina. No se trata de ejecuciones [en alusión a las casi 200 ejecuciones en la ciudad de La Paz por el crimen organizado entre 2014 y 2015 este último, año de la entrevista.], se trata de manifestaciones desde abajo”. Tras ese señalamiento de la violencia se vuelve imperante preguntar sobre ese tema, que pasaba con la violencia del estado, con la represión y a ello el líder trotskista del Grupo Acción Popular recuerda.

 

     La represión no era una constante en Baja California Sur, según mencionó él. Aunque a mi juicio si fue una constante, quizá no en la dimensión que en otras partes del país, pero varios de los señalamientos de su entrevista nos dieron muestra de que aquellos primeros pasos del trotskismo sudcaliforniano tuvieron más de un intento de ser frenados. Iniciando por el uso de seudónimos. Imaginada o real la violencia, usar seudónimos fue una medida de seguridad por parte de los jóvenes que estaban tomando parte de la lucha contra el capitalismo, incluso contra el Estado. Y lo hacían para no ser identificados por los agentes de inteligencia estatal o por la policía y para escribir en medios públicos sin mostrarse.

 

     Otro momento de conflicto y con uso de la fuerza que recuerda Enríquez:

Fue cuando el gobierno trató de desalojar a los habitantes de la Colina del Sol. Ahí incluso utilizaron moto-conformadoras de aquella época para tratar de sacarlos. Y los que se pusieron enfrente fueron invariablemente las mujeres que fueron las primeras, las esposas y los hijos de los pescadores que se pusieron enfrente y defendieron la tierra al inicio de la década de 1970.

  

     En 1975 los pescadores, las trabajadoras de la maquila, el Grupo Acción Popular y la Alianza de Intelectuales Revolucionarios (AIR), demandaron al presidente Luis Echeverría Álvarez [de gira en La Paz] la liberación de Carlos Moyrón Benton [estudiante sudcaliforniano que tomó parte de los movimientos de 1968 en el D.F.] que en los primeros meses de 1975 había sido secuestrado por los militares durante la visita del presidente Echeverría Álvarez.

     Insistió en la entrevista Enríquez: No, hubo muy pocas, todas las detenciones que hubo fue porque pintábamos una barda, que te llevaban a tránsito […] la policía siempre enfrente cuidando, amenazando el local [del partido] que fue incendiado […] dos veces, una vez incendiado y otra vez destruido a principios de las década de los ochenta, ya en los procesos electorales […] en el 80 destruyen el local o sea la biblioteca, los documentos, los volantes, los documentos que había todos se quemaron. Los libros les decía yo que la formación era la formación de cuadros, entonces teníamos ahí en un local un montón de libros en cajas (Enríquez, 2015). Para él eso no representó represión, tampoco lo era la cerrazón de los medios locales de comunicación ni el canal de televisión local, ni la nula presencia en la prensa o como me tocó observar en la hemeroteca de la UABCS, la izquierda, poco aparecía y si aparecía era para atacar y descalificarlos como grupo o como partido. (*)

     El día de hoy Raúl Enríquez que su nombre real es Gilberto Piñeda Bañuelos, es adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, no se afilió a ningún otro partido tras la disolución del PRT en Baja California Sur, es fundador del Archivo Histórico del Movimiento Social Sudcaliforniano (AHMSS), asesor, promotor, activista en sindicatos locales y del movimiento social sudcaliforniano y defensor del patrimonio histórico.

 

 

 

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“El Militante” órgano de difusión del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), No. 23, agosto de 1978, La Paz, B.C.S, donde aparece un artículo firmado por Raúl Enríquez titulado: SNTSA: El gobierno, las autoridades de la SSA y los charros sindicales, reprimen a los trabajadores de la salud.

FUENTES CONSULTADAS

AVILÉS, Homero, Entrevista a Gilberto Jesús Piñeda Bañuelos (a) Raúl Enríquez dirigente del GAP en la década de 1970, 2 de julio de 2015, La Paz, B.C.S.

 

ALMADA ALATORE, Rossana Andrea, Los partidos de izquierda en Baja California Sur, La Paz, BCS, tesis de licenciatura, UABCS, 1992.

 

ZIBECHI, Raúl, Genealogía de la revuelta (Argentina: la sociedad en movimiento), México, Publicaciones Espejo, 2004. 

 

SCOTT James C., Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos Ocultos, México, Ed. Era, 2000.

INEGI, Estadísticas históricas de México 2009, Consultada en: http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/pais/historicas10/Tema1_Poblacion.pdf pp. 112, [consultada el 25 de septiembre de 2015].

(*)Quizá la insistencia de mencionar que no hubo represión tenga algunas explicaciones que sería bueno profundizar. Ya sea por una interiorización de la represión, tal vez porque si la forma de represión que estuvo presente en Baja California Sur fue en menor grado, sólo se percibe si lo comparamos con otras formas de represión o con otros lugares del país en ese mismo período de tiempo. Sobre la represión, su percepción y la respuesta ante ello, ZIBECHI Raúl escribe en su texto Genealogía de la revuelta (Argentina: la sociedad en movimiento), México, Publicaciones Espejo, 2004.  “En el caso de la represión sea prolongada, sucederá que el discurso oculto y los espacios en los que se practica crezcan de forma considerable. Algo así sucedió en Sudáfrica durante el apartheid. La cultura popular se repliega a territorios muy profundos, para mantenerse lejos del acoso, donde ensaya formas de acción colectiva a través de las cuales transforma el mundo”. Y en ese sentido con el fin de abonar al análisis puede verse: SCOTT James C., Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos Ocultos, México, Ed. Era, 2000.

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