Habían pasado apenas una década de haberse inaugurado y el edificio ya requería de reparaciones mayores. Según el primer oficio del documento revisado, la falta de mantenimiento dejó la finca en un estado deplorable de nuevo. El 30 de marzo de 1892 el jefe político escribió al secretario de estado para recordarle que, tal como le había manifestado en previa correspondencia en 1889, la finca de propiedad federal, Casa de Gobierno, exigía imperiosamente su reparación.  El edificio, aún inconcluso, se había deteriorado todavía más debido a las fuertes lluvias de esos años y ahora estaba en riesgo de perderse totalmente si no se atendía con urgencia. Se adjuntó un presupuesto elaborado por el agrimensor José María Martínez, en el cual se justificaba detalladamente una cantidad total de 14,900.34 pesos, necesaria para reparar y terminar el edificio y desglosa cuidadosamente los materiales que se pensaban utilizar, las cantidades, precios unitarios y precios totales, así como los costos de mano de obra en las actividades de albañilería, hojalatería y carpintería. Algunas de las reparaciones mencionadas en el oficio están, la reparación de las azoteas y del zócalo, la reconstrucción de los aplanados interiores y exteriores, la uniformidad de la fachada y la construcción de techos de lámina para los corredores. Se adjuntó también un boceto elaborado por el mismo agrimensor, para ofrecer una idea del resultado esperado.

    El oficio en respuesta se redactó el 13 de mayo de 1892. En pocas palabras, el Gobierno Federal no tenía contemplado tal gasto en el presupuesto de dicho año fiscal, por lo que sugería reducir gastos limitándose a presupuestar las reparaciones estrictamente indispensables; además se pedía especificar qué oficinas de otro ramo estaban instaladas en el edificio a fin de calcular la proporción que pudiera corresponderles en los gastos de reparación. En el siguiente oficio se especifica que la mitad de los 14,900 pesos presupuestados anteriormente sería suficiente para reparar los daños más graves como las azoteas de las piezas y la reparación del zócalo, dejando para el próximo año fiscal la terminación de la obra.

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    El último oficio, con fecha de 30 de agosto de 1894, permite asumir que el recurso económico nunca llegó. De nueva cuenta el Jefe Político se dirigía al secretario de Estado recordándole la correspondencia del año de 1892, en el que ya se manifestaba la urgencia del recurso económico para la reparación de la Casa de Gobierno. Esta vez, mencionaba, que “los nuevos deterioros sufridos de entonces a acá, por dicha finca, y el aspecto casi ruinoso que presentaba hacían de todo punto imperiosa una inmediata reparación” así que tuvo que disponer de ciertos recursos con los que se contaban en la oficina y que tenían que ser reembolsados, por lo que suplicaba el pago correspondiente para dicho efecto.