
Crónicas Urbanas
LA EMBLEMÁTICA ESCUELA PRIMARIA 18 DE MARZO
Más de 145 años como institución educativa
(Escuela de Primeras Letras, Escuela No.3, Escuela 18 de marzo)
Gilberto Piñeda Bañuelos
El predio donde estuvo al escuela primaria 18 de marzo ahora es un terreno baldío, asfaltado para estacionamiento y listo para la especulación inmobiliaria, pues habiendo sido propiedad pública para la educación durante más de 145 años (Escuela de primeras letras para niñas, escuela No.3 y escuela 18 de Marzo), este ha sido privatizado por el actual gobierno del estado en favor de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos (Canaco-Servytour), no les importa la memoria histórica, ni la identidad cultural, ni los paceños y paceñas que todavía vivimos y que fuimos alumnos en la escuela 18 de marzo; por ejemplo yo tengo 70 años y de niño vivía en El Esterito, teníamos como vecinas a las familias Sánchez Duarte y Morales Albañez, los(as) más grandes de las tres familias estudiamos en la 18 de marzo, la Tití (q.e.p.d.) el Carlos, el Luis, la Beco, la Amorcito (q.e.p.d.), la Ope mi hermana y Yo; mi compañera Mirna estudio el primer año y también nuestros dos hijos, Tito Fernando y Vernna Alheida estuvieron en La 18 de primero a sexto año. Como no recordar a la profesora Rosa, nuestra directora, a la profesora Yolanda, a la profesora Chencha, a la profesora María, a la profesora Tacha, a la profesora Luisita, al profesor Chacho y al profesor Guadalupe… Pero eso no le importa al poder, no les importa la historia de 145 años, lo que le importa es el dinero y la especulación.
Los edificios antiguos no hablan, pero como si hablaran, pues los niños y niñas que estudiaron en La 18 le podemos dar voz al edificio al recordarlo: la entrada a la escuela, los pasillos que recorríamos, el patio y el tamarindo donde jugábamos, los salones donde estudiamos, los baños que utilizábamos, la oficina de la directora que alguna vez nos llamó, el callejón donde jugábamos , el teatro al aire libre donde cantábamos, declamábamos y jugábamos. Quienes estuvieron en la Escuela de primeras letras para niñas tendrían ahora entre 140 y 110 años, obviamente ya no viven, quienes estuvieron en la escuela No.3 tendrían ahora entre 110 y 80 años, probablemente viva alguna(o), y quienes estuvimos en la escuela 18 de marzo, tendremos entre 80 y 11 años, yo tengo 70. Soy uno de esos niños de La 18.
A mediados de 2016 el gobierno del Estado y la Secretaría de Educación Pública anunciaron que a partir del ciclo escolar 2016-2017 la Escuela Primaria 18 de Marzo cerraría su puertas y empezarían a reubicar a los niños y niñas en otras escuelas de la localidad. Aunque los niños, niñas y padres de familia protestaron e hicieron hasta lo imposible para impedirlo, finalmente el gobierno se salió con la suya: no solo reubicó a los niños y niñas en otras escuelas, sino que argumentó que la estructura de la escuela los ponía en peligro y ordenó la demolición total de la escuela en la segunda mitad de diciembre de 2016, declarando públicamente que “el terreno será utilizado en proyectos relacionados con el sector educativo y cultural para beneficio de la ciudadanía en general y enfatizó que el predio no ha sido vendido a ningún particular y tampoco se tiene previsto aperturar en este espacio un establecimiento comercial” (Diario23, 27 diciembre 2016).
En un último intento por detener la demolición, en los primeros días de 2017 con el respaldo del ingeniero Pepe Farah de Anda quien demostró técnicamente que no era necesaria la demolición de todo el edificio, sino la reparación del último nivel, con un costo mínimo, una representación de los niños y padres de familia formado por José Collins Avilés, Yolanda Geraldo S., Ana Bertha Ojeda Márquez, José Antonio Sotelo Peña, Teresita Pacheco A., Guillermo Gutiérrez C., Karla Violeta Miranda Osuna y Enedina Josefina Grajeda Acosta, dirigieron un escrito al presidente municipal Armando Martínez Vega, responsable de la administración municipal, donde exigían “la suspensión inmediata de la demolición del edificio de la escuela primaria 18 de Marzo” (Peninsular Digital, 2 enero 2017). La lucha fue en vano, pues la única respuesta que encontraron fueron oídos sordos de las autoridades municipales y estatales, no podía ser de otra manera, pues el plan era privatizar el predio, contrariamente a lo declarado con anterioridad por el Secretario de Educación Pública en el sentido de que tendría un uso de suelo educativo y cultural; ya que para diciembre de 2017 el Gobierno del Estado representado por el gobernador Carlos Mendoza Davis presentó al Congreso del Estado una propuesta de privatización del predio con la figura de “permuta” en favor de la Canaco-Servytur, propuesta que fue aprobada por unanimidad por el Congreso del Estado.
Para ese momento había ya muy poco que hacer por defender ese patrimonio cultural perdido, ya que la desmoralización de los padres de familia y de los niños había llegado a su límite de fuerzas, y eran las únicas que podían detener la privatización. Sin embargo, con absolutamente todo en contra, a inicio de 2019 elaboramos un estudio debidamente fundamentado técnica e históricamente para que la nueva legislatura del congreso expropiara ´por utilidad pública el predio, se rescatara el antiguo callejón y se reconstruyera la antigua escuela primaria 18 de marzo; petición que fue rechazada por la nueva legislatura del Congreso, a pesar de que la composición de la mayoría de diputados y diputadas había cambiado en relación a la anterior. A finales de 2019 hubo un nuevo intento y presentamos una nueva iniciativa ciudadana donde se solicita una reforma a la Ley de Expropiación, para que ahora sí, el Congreso del Estado tenga facultades para ejecutar expropiaciones. En el caso que nos ocupa, expropiar el predio para rescatar el antiguo callejón y reconstruir la antigua escuela primaria 18 de Marzo. Esta iniciativa sigue en el Congreso y se desconoce que posicionamiento tendrán las y los legisladores.
Vale la pena hacer un poco de historia para poner en valor histórico-cultural el predio que ha sido inmoralmente privatizado por la clase política en el poder. Esta es una breve historia del sitio que alguna vez escribimos en otra crónica (El Sudcaliforniano, 24 de julio de 2016):


A la izquierda: Localización de la Escuela de Primeras Letras en el siglo XIX y de la Escuela No.3 en el siglo XX en la Calle Medellín (después Calle Central y 16 de Septiembre) esquina con el callejón Delicias (después callejón 18 de marzo, desaparecido), elaboración propia con base en AHPLM, 1871, 1886. A la derecha: Casa original propiedad de Don Manuel Mansilla en la esquina del Callejón Delicias y la Calle Medellín en 1871 que sirvió como escuela de primeras letras para niñas y que en las primeras décadas del siglo XX se reconstruyó para la escuela primaria No.3 que en la década de 1940 tomó el nombre de 18 de Marzo. Fuente: AHPLM, 1871
Una vieja casona del siglo XIX ubicada en la calle central esquina con el callejón Delicias, fue adquirida por el gobierno para establecer ahí una escuela de primeras letras, después llamada Escuela Primaria No.3 que posteriormente recibió el nombre de 18 de marzo, de donde hemos egresado miles de paceños. Todavía vivimos muchos de los que en la décadas de 1940 y 1950 asistimos a la escuela 18 de marzo que era aquella vieja casona ampliada con más salones, un patio, un corredor y un teatro al aire libre; quienes recuerdan esa escuela hasta 1962, cuando fue demolida por instrucciones del gobernador de aquel entonces, el General Bonifacio Salinas Leal junto con la antigua Casa de Gobierno y los kioscos del Jardín Velasco y del Malecón, que también fueron demolidos; fue cuando se cerró el callejón 18 de marzo y se construyó en el lugar la escuela con la arquitectura moderna de tres plantas, que para las nuevas generación de egresados es ya un patrimonio cultural.
Durante la investigación sobre historia urbana que llevo a cabo, me encontré un expediente con varios documentos interesantes en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez (AHPLM) fechados en varios días del año 1871 en el que se documenta que al antigua casa de Doña Epistema C. de Mansilla ubicada en la calle Medellín (actual calle 16 de septiembre que hasta 1886 se llamó Medellín y a partir de ese año adoptó el nombres de Calle Central, ahora 16 de septiembre) y el callejón Delicias (llamado anteriormente callejón 18 de marzo, ahora cerrado cuando se construyó la nueva escuela del mismo nombre en 1963-1964) en la Manzana O (actual manzana No.52); se puso en venta siendo jefe político del Territorio Sur de Baja California el general Bibiano Dávalos quien instruye el 17 de abril de 1871 a que “se proceda a la compra de la casa de la señora Doña Epistema C. de Mansilla”, originalmente propiedad de Don Manuel Mansilla, donde se instalaría una escuela de niñas, para lo cual comisiona para su avalúo a Vicente Patiño perito, Manuel Ortiz maestro de obras y Julián G. Galindo maestro carpintero; el 19 de abril el jefe político recibe el plano y avalúo por la comisión y se instruye el pago de 4 mil pesos por la caja; sin embargo el 6 de junio de 1871, el jefe político comunica a la Secretaria de Hacienda que el pago se haría al “Sr. Don Félix Gibert por habérsela comprado éste a la señora Doña Epístema C. de Mansilla”.
Para la elaboración del plano, la comisión menciona que iniciaron “a medir y encontramos –dice- tener por la calle Medellín diez y siete metros, por Las Delicias Veintinueve metros, por la línea opuesta a la de Medellín veinticinco metros, por la opuesta a Las Delicias veintinueve metros…”, además mencionan que el espesor de los muros eran de adobe y tabique de 42 centímetros de espesor, la altura de 5.80 metros y los techos eran de viga de palo prieto y tablas en la cubierta con entramado; el corredor interior medía 12 metros de largo por 2.50 metros de ancho; en el patio mencionan que había una caballeriza, un cuarto escusado y un pozo; y que el total del avalúo era de 4 mil 700 pesos.
El 24 de junio de 1871 la Jefatura Superior de Hacienda de Baja California resuelve comprar la casa en 4 mil pesos y así se lo comunica al Jefe Político; el 30 de junio el Juez de Primera Instancia Lic. Eduardo Rivas escritura la casa a favor del “Supremo Gobierno” y finalmente el 31 de octubre de 1871, quedó “..perfeccionada la escritura de venta otorgada por Don Félix Gibert de la casa que le compró el gobierno para la escuela de niñas”… O sea, todo hace indicar que la historia de nuestra escuela primaria (Escuela de Niñas, Escuela No.3 y Escuela 18 de marzo) cumple ya 145 años, una larga historia por contar.


Escuela Número 3 en la esquina de la Calle Central y Callejón Delicias en la ciudad de La Paz, territorio Sur de la Baja California.
Fotos: Clotilde Villanueva de Rodríguez, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, ca. década de 1920.
Hay dos fotografías de la antigua escuela no.3 tomadas probablemente hace más de 90 años que es la antigua casa del siglo XIX propiedad sucesivamente de Don Manuel Mansilla, de Doña Epistema C. de Mansilla y de Don Félix Gibert, reformada, ampliada y rehabilitada, probablemente en las primeras décadas del siglo XX, que fue captada por el lente de nuestra histórica fotógrafa, Doña Clotilde Villanueva de Rodríguez, que firmaba las fotos como C.Rodríguez; fue en esa escuela donde estudiamos las generaciones de la escuela No.3 y de la 18 de marzo anteriores a la década de 1960, en una de las fotografías se puede observar que en la esquina del callejón 18 de Marzo y la calle 16 de septiembre estaba la entrada a la escuela con un gran arco cercano al medio punto enmarcado, con un zoclo alto corrido en la base del edificio, los vanos en cada salón son cuadradas enmarcadas con ventanas abatibles de vidrio con entramados de madera, y en la parte superior del edificio una cornisa neoclásica corrida con un remate de pretil en la parte superior. La otra fotografía de la misma época con sus árboles laureles de la india como sombra y varias casonas antiguas a lo largo de la acera que conduce a la casa municipal y al fondo los muros de ladrillo y techumbre de dos aguas del Teatro Juárez.


Arriba: Escuela Número 3 en la esquina de la Calle 16 de septiembre y Callejón 18 de Marzo en la ciudad de La Paz, Territorio Sur de la Baja California. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez, ca.1960. Abajo: Vista del Callejón 18 de marzo desde la calle 5 de mayo en la década 1950, tomado del Archivo Personal de Abraham Escamilla Rodríguez. Nota: se aprecia al fondo a la izquierda la antigua Escuela Primaria 18 de marzo y al frente la antigua tienda de Don Manuel Wong en la esquina de 16 de septiembre y Esquerro/Mutualismo.
En otra fotografía de hace 60 años la entrada de la escuela donde se encontraba el arco fue cerrada y en su lugar se construyó un salón de clase y el acceso se pasó al centro del edificio por la calle 16 de septiembre; aquí destaca el callejón 18 de marzo (antiguo callejón Delicias) que en la fotografía divide a la escuela de las antiguas oficinas del centro de salud que se encontraba en la edificación de un costado con puerta-ventanas enmarcadas con arco de medio punto y remate con una cornisa discreta sobre el antepecho. El callejón no solo podía comunicar la calle 16 de septiembre con las calles Independencia y 5 de mayo, sino que servía para que los niños de la escuela jugáramos a la hora del recreo, competir en carreras o jugar beisbol en la clase de educación física (el futbol no se conocía) o ensayar las tablas para algún desfile. La arquitectura tradicional paceña se mantiene en el edificio, con el único cambio del arco de entrada a la escuela; aquí ya es muy evidente el sombreado tan grande de los laureles de la india a la entrada de la escuela.


Construcción de la escuela primaria 18 de marzo durante el gobierno del General de División Bonifacio Salinas Leal. Fotos: Informes de Gobierno 1963 y 1964.
La antigua escuela 18 de marzo fue demolida por el gobernador del Territorio Sur de la Baja California General de División Bonifacio Salinas Leal (1959-1964) y en su lugar fue construida un escuela moderna de tres niveles inaugurada probablemente en 1964, como se puede ver en las fotografías que se encuentran en sus informes de Gobierno, por ejemplo en 1963 el avance de la construcción era evidente, ya se había construido la planta baja y los dos niveles aunque faltaba colar el techo del último nivel del edificio interior. Algo que llama la atención es que al momento de concluir la obra, la fotografía panorámica hacia el patio de la escuela viene anotada en el informe como “Escuela Primaria General de División Bonifacio Salinas Leal”, o sea que para no dejar la huella histórica, el poder decidió cambiarle el nombre, aunque finalmente siguió siendo reconocida como la escuela primaria 18 de Marzo.


Arriba: Niños y niñas de un grupo de tercer grado de la Escuela Primaria 18 de Marzo en la década de 1950 del antiguo edificio. Foto: Archivo Personal de Héctor Galindo Domínguez.
Abajo: Niños y niñas de un grupo de sexto grado de la Escuela Primaria 18 de marzo cerca de 1970 en el nuevo edificio de tres plantas. Foto: Archivo Personal de Rosa Sánchez.
Tampoco se puede borrar de la historia que el 15 de marzo de 1976 el edificio de la escuela primaria 18 de marzo sirvió de recinto para la recién constituida Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) donde iniciaban las clases 220 alumnos atendidos por 4 maestros que impartían 4 materias, ahí permanecieron hasta que construyeron los primeros edificios en el kilómetro 5.5 de la carretera al Sur; fue en el edificio de la escuela primaria 18 de marzo el principal testigo de la crisis universitaria de 1978 que muchos y muchas seguramente recuerdan: los universitarios y las universitarias se habían dividido en dos partes dentro del Concejo Universitario; también se habían dividido porque unos apoyaban la sindicalización y la contratación colectiva y otros no; hasta que renunció el Rector Tomás Balarezo y el gobernador Carlos Mendoza Arámburo tomó el control de la Universidad por varios meses y el congreso modificó a modo la Ley Orgánica.
Como se ha venido señalando el edificio de tres plantas donde estuvo la escuela primaria 18 de marzo y la UABCS, fue ordenada su demolición por el Gobierno del Estado y la Secretaría de Educación Pública respaldados por el Ayuntamiento de La Paz con el propósito de que el predio pasara a manos privadas para la especulación inmobiliaria. Para los niños y niñas que habitamos el viejo edificio de una sola planta y quienes habitaron el nuevo edificio de tres plantas, fue un duro golpe muy difícil de reponer, a menos que se expropiara de nuevo el predio, se rescatara el antiguo callejón, se reconstruyera la antigua escuela primaria y regresaran a clases los niños y niñas.


Arriba: Escuela Primaria 18 de Marzo. Foto: niño Verne Piñeda Castro, 2016. Fototeca del CEDOHU. Abajo: Predio de la antigua Escuela Primaria 18 de Marzo convertido en estacionamiento privado. Foto: Maricruz Romo López/Araceli Guadalupe Flores Mejía, 2020.
Finalmente, por tratarse de un patrimonio cultural perdido existe la opción de que se expropie por utilidad pública el predio de la antigua escuela 18 de Marzo para rescatar el antiguo callejón y reconstruir la antigua escuela primaria que existió hasta 1962 y elaborar un diseño arquitectónico para una escuela de 6 grupos para el turno matutino y se utilice en el turno vespertino como centro escolar de apoyo a niños y niñas de educación primaria de la ciudad de La Paz.
La Paz, Baja California Sur, a 11 de marzo de 2020.
#35
Crónicas Urbanas
EL EMBLEMÁTICO MERCADO MADERO:
un lugar social de los(as) paceñas(os) a mediados del siglo XX
Gilberto Piñeda Bañuelos
En La Paz hubo un Mercado Madero que no es el que conocen las nuevas generaciones. El que ellas conocen es el que se encuentra en las calles Revolución y Santos Degollado, donde antiguamente se encontraba el Cuartel Pineda hasta que se demolió precisamente cuando se construyó el nuevo Mercado Madero. Cabe destacar que en la edificación del cuartel destacaba la simetría a partir de un gran portón central que daba a un patio central, una arquitectura formal muy semejante a la que ahora vemos rehabilitada en la esquina de la tienda Coopel.
Supimos el año pasado por voz de funcionarios del Ayuntamiento que el Mercado Madero iba a ser rehabilitado y que la propuesta de la nueva imagen urbana consistía en rescatar la arquitectura formal del Cuartel Pineda. La palabra de los funcionarios fue: “la propuesta que estamos implementando, es obviamente la recuperación del estilo arquitectónico de lo que era el antiguo cuartel e integración a la imagen urbana actual, vamos a respetar la vegetación, el mural y el altar existente, a rehabilitar el paradero de autobuses y bancas, jardineras existentes...” (El sudcaliforniano, 1 de noviembre de 2019) con un costo cercano a los 2.8 millones de pesos.
Por las imágenes que fueron publicadas en los medios de comunicación, no es un rescate de la imagen urbana de un patrimonio cultural edificado perdido (Cuartel Pineda), sino una remodelación que poco tiene que ver con la “recuperación del estilo arquitectónico de lo que era el antiguo Cuartel”, pero bueno, eso se podrá corroborar o no cuando concluyan la obra, pues todo hace indicar que al Comité de Imagen Urbana municipal no le gustó el criterio de diseño-histórico cultural que les envió el Centro de Documentación de Historia Urbana incluidos unos bosquejos donde se rescata en la fachada del Mercado Madero la imagen urbana del Cuartel Pineda.
Cerca del Mercado Madero se encuentra el Mercado Bravo que se construyó poco después. Así como se demolió el emblemático Cuartel Pineda para construir el Mercado Madero, también se demolió una parte de la emblemática Escuela Industrial construida de ladrillo aparente cuando se edificó el Mercado Bravo; todavía se pueden ver los vestigios de muros de ladrillo en la zona de carga y descarga del Mercado por la calle Serdán y a un lado se conserva todavía la edificación donde alguna vez existió la escuela industrial, donde por cierto, fue director el padre de mi abuela materna, Don Isidro Isais Cedano, o sea mi bisabuelo, y creo que también trabajó de profesor mi abuelo materno, Ignacio Bañuelos Cabezud.

Los mercados como el Madero, el Bravo y el Olachea, todavía no han sido exterminados por las grandes compañías capitalistas turísticas y comerciales que ahora abundan en La Paz incluidas las tiendas de conveniencia, y no lo han hecho, como sí lo hicieron con el comercio paceño del centro histórico, porque aún queda algo de tradición paceña donde una buena parte de la población todavía compra en los mercados tradicionales, frutas, verduras, carnes, granos, dulces, leche, huevos, ropa, mercería, etcétera, pero también porque hasta ahora se mantienen las paradas de autobuses de diferentes rutas en lugares cercanos a los mercados del centro histórico. Algo nuevo en el siglo XXI son los Mercados Orgánicos que poco a poco van ganando un espacio social y han logrado establecerse temporalmente, uno o dos días a la semana en algunas calles del centro histórico, visitado por locales, pero es muy notoria la presencia de los residentes extranjero que han estado comprando propiedades en la zona antigua de la ciudad.
El antiguo Mercado Madero estuvo ubicado justo en el lugar donde actualmente se encuentra el Pasaje Madero que cruza de la calle Francisco I. Madero (antigua Calle Segunda) a la calle Belisario Domínguez (antiguas calle Libertad y Primera) y viceversa, que fue construido probablemente a finales de la década de 1920 o en la década de 1930 convirtiéndose muy rápidamente en un lugar de encuentro de las familias paceñas; éste mercado se abastecía de agua por un vieja tubería que se conectaba con la pila que se encontraba en el jardín Velasco, lo sabemos por en un documento que se encuentra en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez fechado en 1944 que da cuenta de la solicitud para rehabilitar la tubería que beneficiaría a toda la zona cercana.
Por otra parte, hay que decir, que gracias a un plano anexo de un documento fechado el 24 de octubre de 1901 que se encuentra en el Archivo Pablo L. Martínez, ahora sabemos que en la esquina de las antiguas calles Central (actual 16 de septiembre) y Primera (antes Libertad/Primera y actualmente Belisario Domínguez) se construyó desde finales de la década de 1860 el Mercado de La Paz con una plaza de abasto, justo en el lugar donde posteriormente se construiría la antigua Casa Municipal de piedra que se inauguró en 1910 durante las fiestas del centenario de la Independencia por el presidente municipal de La Paz Gastón Vives y el jefe político del Territorio Sur de Baja California coronel Agustín Sanginés. Cuando ese predio era Mercado, la Casa Municipal se encontraba en la calle Independencia casi esquina con la antigua calle Primera a un costado de la cárcel ubicada en esa época en las antigua calle Primera entre Ayuntamiento (actual calle 5 de mayo) e Independencia, donde después se rehabilitó para uso de la escuela Normal y las escuelas secundaria y preparatoria Morelos.
Antigua Escuela Industrial cuya nave sur fue demolida para construir la zona de carga y descarga del Mercado Bravo. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez tomada del Calendario AHPLM 2017.

Mercado y Plaza de Abasto en el puerto de La Paz en la esquina de las calles Primera y Central en 1901. Plano: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.
Estas referencias se corroboran con la información histórica que apareció en el libro sobre La Paz que prepararon los historiadores Edith González, Ignacio Rivas y Francisco Altable quienes detallan que “el mercado fue otro de los servicios con el que contó la ciudad, desde 1868; en sus inicios, se ubicó en la manzana O, frente a las calles Libertad y Delicias”, mismo que fue ampliado en 1881, pero que fue cerrado a causa del ciclón de 1895 aunque ya se encontraba en franco deterioro. En esa época la Manzana O estaba formada por el callejón Delicias (que después fue el callejón 18 de Marzo donde estuvo la escuela), la calle Medellín (que después se llamó calle Central y actualmente es la 16 de septiembre) y la calle Independencia que no bajaba hasta la Playa, sino que llegaba hasta el callejón Delicias.
Por fortuna del puerto de La Paz, antes del ciclón de 1895 ya se había construido otro mercado en la loma sur conocida también como la Mesa de la Capilla o de la Iglesia, en la manzana 164 formada por las antiguas calles Aztecas (después Cuarta y actual Aquiles Serdán), Todos Santos (actual calle Bravo), Quinta (actual Guillermo Prieto) y Ocampo, que es la manzana donde actualmente se encuentra la escuela primaria Miguel Hidalgo y la Cancha Manuel Gómez Jiménez, en el mismo libro referido sobre La Paz se describen las características del mercado utilizando un informe del jefe político que dice: “el edificio, aunque de sencilla apariencia, reúne todas las condiciones higiénicas prescritas por el Consejo Superior de Salubridad a cuya aprobación fue sometido el proyecto respectivo; los muros exteriores son de material, los pisos de asfalto y los techos de lámina de fierro”.
Para las décadas de 1900, 1910 y 1920, en el lugar donde se construiría el Mercado Madero se encontraban unas casonas que seguramente habían sido construidas desde el siglo XIX aunque no sabemos que familias paceñas las habitaban en esa época o si su uso era también comercial.

Casonas frente a la calle Primera Norte casi esquina con la calle Medellín al finalizar la década de 1900 donde posteriormente se construyó el Mercado Madero. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez tomada del Calendario AHPLM 2016.
Una fotografía tomada muy cerca de 1910 se observan tres frondosos árboles en crecimiento que seguramente eran laureles de la india que todavía se conservan en la actualidad, con banquetas de piedra recién construida. La fachada está recubierta con emplaste cuenta con tres vanos verticales rectangulares enmarcados, uno de ellos de mayores dimensiones en anchura y altura, que al parecer era un acceso principal de la edificación y en la parte superior de la edificación una cornisa corrida neoclásica sencilla que a su vez sirve de remate de pretil; en ambos lados dos edificaciones con vanos verticales rectangulares con jambas que sirven de marco que rematan en una serie de arcos de medio punto ornamentado y en el arranque del arco una imposta con saliente discreta; y en la parte superior continúa la cornisa corrida con un remate de pretil; en la parte baja tiene un zócalo saliente de altura media que corre por las tres edificaciones y colindan en la parte noreste con una edificación de dos plantas con muros laterales de ladrillo aparente.

Mercado Madero en la calle Belisario Domínguez casi esquina con 16 de septiembre a fines de la década de 1940. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.
Otra fotografía tomada en la década de 1940 es el mismo sitio, pero las casonas se habían demolido para empezar a construir desde finales de la década de 1920 una edificación que rompe con la arquitectura neoclásica tradicional de las casonas ya que es una especia de galerón que sería utilizada para un mercado que fue emblemático para varias generaciones de paceños y paceñas: el Mercado Madero. Las casonas antiguas que colindan con el Mercado fueron modificadas al desaparecer los arcos de medio punto y en su lugar se construyeron puertas y ventanas rectangulares enmarcadas con un remate en forma de cornisa discreta sobre la arquitrabe de los vanos. Parece que el Mercado tuvo dos accesos laterales marcados por balaustres que conducen a la parte central divididos por un muro ciego y pilastras circulares adosadas y en la parte superior un entablamento liso a la altura de las edificaciones antiguas modificadas; mientras que la estructura de la nave central se encuentra a una altura superior remetida, con techumbre de dos aguas sostenida por una estructura probablemente metálica dando forma al frontispicio con un frontón triangular con fajillas de madera para ventilación natural separadas por nueve polines sobre el entablamento que en la parte central tiene un vano circular enmarcado a manera de rosetón con reja metálica y las naves laterales cuentan con una techumbre inclinada con techumbre de lámina. Por contar con un acceso en cada calle, la Fachada posterior por la calle Madero es semejante a la fachada de la calle Belisario Domínguez.
Para la segunda mitad de la década de 1970 el Mercado fue demolido y en su lugar se construyó el Pasaje Madero que hasta finales del siglo XX tuvo una destacada actividad comercial pero poco a poco fue decayendo casi al mismo ritmo en que decayó el comercio tradicional de todo el centro histórico de la ciudad de La Paz. Existe la opción de rescatar la imagen urbana histórica del sitio y convertir el lugar en un pasaje cultural o en todo caso en un pasaje cultural-comercial para buscar que los paceños y paceñas de la nueva generación hagan suyo el lugar como lo hicieron los paceños y paceñas del segundo tercio del siglo XX con el Mercado Madero que fue un lugar social utilizada todos los días del año hasta que los encuentros y convivencia en el mercado se hizo costumbre de esas generaciones de familias paceñas.
UABCS, 28 de febrero de 2020.
#36
Crónicas Urbanas
LA EMBLEMÁTICA TENERÍA SUELA VIOSCA
El pasado de una industria para curtido de pieles en la periferia de la
ciudad-puerto de La Paz
Gilberto Piñeda Bañuelos
Si uno pasa por la 5 de febrero y rodea la manzana formada por las calles Josefa Ortiz de Domínguez, Antonio Navarro y Licenciado Verdad, encontramos una edificación con una esbelta chimenea de ladrillo aparente que a la vista aparece como abandonada aunque hay algunos espacios utilizados para comercio; al suroriente de la manzana esta la edificación y la chimenea, mientras que al norponiente más de la mitad es terreno baldío rodeado de una barda construida de piedra y ladrillo sostenida por contrafuertes y en la esquina norte de la manzana se encuentra una pequeña casa estilo californiano que aparece como abandonada con su viejo tamarindo como los que hubo en abundancia antiguamente en la ciudad y frente a la manzana un almacén comercial, una mueblería, una franquicia de helados, dos plaza comerciales, una distribuidora de carros y un fila de viviendas.
En ese lugar que se encontraba en la periferia de la ciudad se curtieron pieles por más de medio siglo a partir de 1903, y para hacerlo, no solo se necesitaba fuerza de trabajo calificada obtenida de la experiencia y pieles del ganado bovino, sino también sal para curtirlas y cascalote para teñirlas, cabe recordar que en la primera mitad del siglo XX a ese lugar los paceños le llamaban al sitio el barrio de La Tenería donde había un gran arenal conocido como el arroyo del Palo, muchas de las manzanas estaban prácticamente baldías y cerca de ahí se encontraba unas huertas conocidas como Los Cuatro Molinos (donde se encuentra actualmente el Teatro de la Ciudad) y enfrente las conocidas como escuelas del barrio de La Tenería, la escuela primaria No.48 (después llamada Gregorio Torres Quintero) y en la otra esquina el parvulito Bonifacio Díaz que atendían Chayito como educadora, mi madre, y Luisita como niñera (María del Rosario Bañuelos Isais y María Luisa Ortega).
En la Mapoteca del Archivo Histórico Pablo L. Martínez se localiza un plano fechado el 29 de junio de 1903 que es una poligonal de 220 metros por lado equivalente a 4.84 hectáreas que el Ayuntamiento subdividió en cuatro manzanas en virtud de la invasión a las calles Navarro y Décima (actual Josefa Ortíz de Domínguez): la manzana 291 rodeada por las calles Encinas, Undécima (actual Lic. Verdad), Navarro y Novena (actual Héroes de Independencia) para quedar en propiedad solo 4 hectáreas que corresponde a las manzanas 292 rodeada por las calles Navarro, Undécima, California (actual 5 de febrero) y Décima; la 303 rodeada por las calles Navarro, Undécima, California y Décima; y la 305 rodeada por las calles Encinas, Undécima, Navarro y Décima, donde se aprecia el primer proyecto de la fábrica en la esquina de Navarro y Undécima, con un pozo, un cuarto para hielo y motor, los corredores, las pilas y el desagüe hacia la calle California (No se aprecia en el plano la ubicación de la chimenea).
Acerca de la distribución de espacios, Información relevante los espacios arquitectónico de la fábrica se encuentra en la tesis de Maestría en Arquitectura de la UNAM única en su tipo para el patrimonio histórico-cultural de La Paz, que elaboró Dinora Rubi Espinoza de la Torre, que por cierto fue una integrante de la Casa del Estudiante Sudcaliforniano en México, en ese estudio hay una hipótesis de distribución de los espacios arquitectónicos de la Teneria Suela Viosca que existieron cuando estaba en operación antes de que se quemara en 1957: la casa del vigilante donde vivía, el saladero para salar las pieles, colgadero y secadero para colgar y secar las pieles, almacén de cascalote para guardar las corteza tintórea, tanques de tinta para dar coloración a los cueros, área de planchado para planchar las pieles, áreas de pilas techada para mantener la pieles en cal, la oficina para atender asuntos administrativos, el laboratorio para probar las formulas, el almacén de oficinas para resguardar documentos, la planta de fuerza para generar energía a la fábrica y el patio para secar las pieles y utilizarlo para maniobras; con base en esta distribución la joven Maestra en Arquitectura elaboró un proyecto arquitectónico de restauración muy interesante que invariablemente es un referente obligado para estudiantes de arquitectura interesados en rescatar un patrimonio histórico-cultural de la ciudad de La Paz como es la antigua Tenería Suela Viosca, que ahora se encuentra semi abandonada y que el tiempo le puede condenar a su extinción.

Predio formado por cuatro manzanas propiedad de la familia Viosca formado por las manzanas 291, 293, 303 y 305 rodeado por las calles Encinas, Undécima, California y Novena en la ciudad de La Paz donde se localiza la Fábrica de Curtido de Pieles (Rochol, Ruffo y Compañía. Tenería La Paz). Mapoteca del Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 29 de junio de 1903).
El nombre que se le dio a la tenería y como se le conoció por los paceños y paceñas, tiene que ver con el apellido de una familia aristocrática que vivió en La Paz. Se trata de la familia Viosca formada por Santiago Viosca del Solar y Rosalía Carlota Navarro Castro y sus hijos Santiago y Eloisa Viosca Navarro.
Lo que sabemos por el Diccionario Sudcaliforniano del profesor Gilberto Ibarra es que Don Santiago Viosca del Solar nació en Florida Estados Unidos el 4 de julio de 1827 y falleció en La Paz el 30 de junio de 1895 antes de que se construyera el edificio de la tenería Suela Viosca; dice el profesor Ibarra que fue “agente consular, agente de compañías extranjeras y empresario e industrial… Llegó inicialmente al mineral de San Antonio, Terr. De B.C., como agente de negocios para la compañía minera de El Triunfo, B.C., de donde se trasladó a La Paz, capital de la entidad, como agente naviero y cónsul de su país. Durante el inicio de la segunda mitad del siglo XIX desempeñó el cargo durante varias décadas y concluyó como vice-cónsul hasta su muerte. Fue distinguido representante de varias compañías de vapores, como North Pacific Transportation Company y Compañía de Vapores Colorado Steam Navigation Company, de San Francisco, línea regular que realizó viajes desde San Francisco, California y tocó los puertos de Mazatlán y Guaymas, llegando a Río Colorado; agente de la casa de comercio Smith y Massot y de la Wells Fargo y Co., expreso y servicio postal en el Terr. de B.C. (1863). Agente de las compañías mineras norteamericanas La Hormiguera de El Triunfo, la que inició el movimiento económico del puerto de La Paz por la exportación de la plata desde noviembre de 1868. A partir de 1872 también fue agente de la Compañía The Progreso Mining Company o El Progreso de El Triunfo, B.C. … Se distinguió por ser uno de los fundadores de la masonería en el territorio de Baja California (1869). Apoderado y agente de la Compañía de Minas de la zona minera de El Triunfo (1872-1876). Agente y administrador de las salinas de Isla del Carmen (1873-1875), con la que más adelante realizó otros negocios. Destacó en negocios de importancia: dueño de la Imprenta del Comercio, a cargo de Adrián Valadés, en donde se editaron los periódicos La Equidad, La Baja California y otros…”. Antes de morir, Don Santiago Viosca del Solar estableció una tenería registrada como Viosca y Compañía que quedó a cargo de su hijo Santiago Viosca Navarro quien en 1903, según un documento del Archivo Histórico Pablo L. Martínez fechado en ese año, le informa al Jefe Político del Territorio Sur de la Baja California Coronel Agustín Sanginés que se había asociado con Antonio Ruffo y W.H. Rocholl, para formar una fábrica para curtir pieles y una fábrica de hielo, y que solicitaba autorización del Consejo Superior de Salubridad. Una vez autorizada, encontramos en el mismo expediente que la construcción de la imponente chimenea de ladrillo aparente cubre otra chimenea de acero de su interior que fue adquirida de la compañía The Progreso Mining Company junto con la caldera y el motor, equipo que se utilizaría en las décadas siguientes.
Por otra parte, una breve historia de la Tenería Suela Viosca la relata el profesor Gilberto Ibarra en su Diccionario Sudcaliforniano donde señala que a la muerte de Don Santiago Viosca Navarro, su viuda Isabel Hidalgo “se separó quedando disuelta la compañía. Reagrupados los socios anteriores: William H. Rocholl, Antonio Ruffo y Arturo C. Nahl la protocolizaron con el nombre de Rocholl, Ruffo y Cía. Tenería La Paz, participando a la sociedad de la nueva sociedad mercantil el 21 de agosto de 1912. Fue admitido como nuevo socio el Sr. Max Hach. Bajo esta firma, prosperó como una importante fuente de trabajo hasta su decadencia, presentada en los primeros años de la segunda mitad de ese siglo. En 1925 fue superintendente el Sr. Clayde Carte. En 1928 fueron socios: W.H. Rocholl, Roberto Ruffo, Arturo C. Nahl, Jesús Montemayor, Enrique Ruffo y Ernestina R. de Westermann. La empresa fue dirigida por Arturo C. Nahl. Durante su administración alcanzó la mayor dinámica, convertida en centro ejemplar, cuya comunidad obrera estaba clasificada de acuerdo al renglón de especialización en áreas de trabajo: lavadores y descarnadores, bastidores, tambores, galerón de aceites, galerón de planchas, blanqueo, molino, motores, tanques de tinta y choferes de camiones, entre otros.
Los trabajadores contaron con caja de ahorros administrada por ellos, lo que la empresa estimulaba, aportando cantidades de acuerdo al promedio de ahorro; también gozaban de préstamos económicos, contaban con una escuela para sus hijos y entre ellos se fomentó el deporte, principalmente el box y béisbol, montando una novena de primerísima calidad que jugaba en la liga local, salía a competir hasta las plazas deportivas de la costa del pacifico y en la capital del país. En función a producción, llego a tener sucursales en la Cd. de México; León, Gto.; Guadalajara, Jal.; Mazatlán, Sin. y Monterrey N.L. La industria generó una actividad económica importante para los rancheros de la región. El corte del cascalote de palo blanco y mauto, ocupó a cientos de familias del medio rural, el que se realizaba durante seis meses del año y daba ocupación de mano de obra para el embarque y acarreo a sus instalaciones. El producto industrial fue de la mejor calidad debido al uso exclusivo de vegetales, sin químicos, con un proceso de curtimiento de 120 a 130 días, iniciado con la entrada de la materia prima básica a los tanques y terminada con la salida de los productos comerciales directamente a los centros de consumo local y de exportación.
Durante la primera mitad de los años treinta curtía 300 cueros diarios, ocupaba 150 obreros de planta y lo asistían 1,500 personas en los trabajos de corte y acarreo de cascalote, leña y cal, principalmente. Fue registrada también como Empresa Armadora de Buques "Tenería Suela Viosca, S.A.”. Fue propietaria del buque motor nacional Viosca. Trabajó bajo la gerencia de don Isidro Enrique Isais Marcq. En 1945 se produjeron más de 1000 toneladas de suela; sin embargo, se presentó la decadencia abruptamente y en mayo de ese año, bajo acuerdo con el “Sindicato de Obreros Suela Viosca”, la planta de trabajadores se redujo al 50% de obreros y como efecto inmediato, el 50% de la producción. El cierre de este negocio se produjo a fines de esa década. En febrero de 1949 se encontraba en fase de trabajos preparatorios para hacer funcionar nuevamente la empresa, amparada bajo la experiencia de don Isidro Enrique Isais Marcq. Trabajó bajo la razón social “Pieles y Vaquetas, S.A.”, empresa que se mantuvo hasta el cierre de operaciones, realizado en 1957. Las abandonadas instalaciones fueron consumidas por el fuego en este año. Algunas edificaciones y la chimenea aún quedan como testigos de sus años de grandeza”.

Fábrica de curtido de pieles Tenería Suela Viosca frente a un pozo y molino de viento en la esquina de las antiguas calles Undécima y Navarro de la ciudad de La Paz en la década de 1920. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.

Almacenes o acceso posterior de la Tenería de La Paz. Viosca y Compañía en la década de 1930.
Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.
Una fotografía poco difundida y que no hemos podido identificar pues tenemos la duda si se trata del acceso posterior a la fábrica por la antigua calle California o si se trata de unos almacenes de piedra que tenía la Tenería Suela Viosca en la misma calle, pero en la manzana contigua justo en el predio donde actualmente se encuentran una franquicia de helados y un lugar de venta de carros usados. Pensamos que se trata de los almacenes que por el letrero pudo haber sido la fábrica original que había fundado Don Santiago Viosca del Solar antes de morir en 1895, sin embargo la duda existe porque al fondo de la fotografía se asoma una especie de chimenea que puede ser la de la fábrica. Algún cronista, historiador o especialista en los archivos históricos, pronto nos sacarán de la duda.
Finalmente, la escuela a la que hace referencia el profesor Ibarra en su relato sobre la tenería Suela Viosca es la Escuela No.48 que se encontraba en una de las cuatro manzanas propiedad de la famila Viosca, y en otra se construyó en 1903, como vimos, la fábrica de curtido de pieles. Fue en 1924 cuando se construyó la Escuela de la Teneria, como inicialmente se le conocía. Como la fábrica más grande e importante de La Paz era precisamente la Tenería Suela Viosca se vio obligada a construir en otra de las manzanas una escuela primaria para los hijos de sus trabajadores como lo establecía la constitución de 1917, que fueron conocidas como “Escuelas Artículo 123” que después tomó el nombre de Escuela No.48 y más tarde Gregorio Torres Quintero. En 1961 estando en liquidación la Compañía Tenería Suela Viosca, el terreno y el edificio de la escuela fue adquirido por Don Enrique Ruffo Valadez mismo que donó al Gobierno del Territorio Sur de la Baja California en 1965. Algo que llama la atención de la construcción de la escuela es la arquitectura de la edificación que no parece una escuela sino que se asemeja a los templos masónicos: hay que subir escaleras, lo cual supone la existencia de un sótano, una serie de columnas neoclásicas del orden Jónico y aunque no tiene Frontón, corre a lo largo del edificio una cornisa neoclásica sobre grecas y en una de las esquinas de los salones bajo la cornisa se aprecian las siglas R. R. y C. que corresponden a las iniciales de Rocholl, Ruffo y Compañía, es decir la Tenería Suela Viosca.

Escuela No.48 en el barrio de La Tenería recién construida en 1925 y al fondo la chimenea de la Tenería Suela Viosca. Foto: Archivo Personal de Alicia Duarte, fototeca Cedohu.
Un agregado histórico culturalmente vinculado a la fábrica de pieles fue que en su época de auge hubo un equipo de Beisbol probablemente desde la década de 1920 que llevaba el nombre de “Suela Viosca”, no podía llamarse de otra manera porque uno de los accionistas y gerente de la Tenería Suela Viosca, Arturo C.Nahl, fue el que organizó y patrocinó el equipo pero además fue el promotor de la construcción del estadio de beisbol que se ubicaba en el mismo lugar donde estuvo el segundo cementerio de la ciudad a principios del siglo XX ubicado en la antigua manzana 284 formada por las calles Ayuntamiento (actual 5 de mayo), undécima (Licenciado Verdad), Constitución y Duodécima (actual Marcelo Rubio); posteriormente se le dio el nombre de Arturo C. Nahl al estadio que ahora se ha modernizado y privatizado en favor del mercado deportivo.


Primera foto: Equipo de beisbol Suela Viosca en la calle Navarro casi esquina con la antigua calle Décima y al fondo la fábrica de pieles con su chimenea en la década de 1930. Segunda foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez. A la derecha: Niños en la calle Navarro casi esquina con Josefa Ortíz de Domínguez en 2017. Foto: niño Luis Enrique Reséndiz León.
Una fotografía probablemente tomada en la década de 1930 donde aparece el equipo de béisbol da cuenta del buen estado que guardaba la edificación de la Tenería Suela Viosca con sus techumbres inclinadas, sus sobretechos de dos aguas y su chimenea, a diferencia de la fotografía actual donde los muros se encuentran en franco deterioro, no cuenta con techumbre y la que existe se encuentra muy deteriorada, mientras que la corona de la chimenea se encuentra a punto del colapso.
Existe la opción de rescatar la antigua Tenería Suela Viosca restaurar íntegramente la edificación y convertirla en un Museo de Historia de la Curtidería de Pieles en la ciudad de La Paz donde las salas de exposición serían al mismo tiempo una réplica de todo el proceso de producción de pieles que estarían parcialmente en funcionamiento y utilizar el terreno baldío como Centro Artesanal con un espacio para un mercado orgánico.
La Paz, Baja California Sur, a 3 de marzo de 2020.
#37
Crónicas Urbanas
PARA LEER LA GUÍA GENEALÓGICA DE LAS FAMILIAS SUDCALIFORNIANAS DE ROBERTO CASTRO HIRALES
Gilberto Piñeda Bañuelos
Para Roberto (q.e.p.d.), Rosalía, Barbara, Daniella y Robertito.

Roberto Castro Hirales (q.e.p.d.) y Rosalía Matteotti Springa con sus hijos y nietos.
Foto: Archivo Familiar Castro Matteotti.
Desconozco cuantos años de los últimos de su vida Roberto Castro Hirales (q.e.p.d.) se dedicó a una minuciosa investigación genealógica de una enorme cantidad de ramas familiares sudcalifornianas que se formaron a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Debo agradecer a Roberto el haberme confiando y compartido toda su investigación después de amenas pláticas que tuvimos.
Había quedado con él que le apoyaría en la organización de su libro pero se me adelantó, no lo pude ver antes de irse porque yo estaba en tratamiento médico pues me habían diagnosticado cáncer de próstata y durante algún tiempo prolongado tuve que suspender varias de mis actividades, entre ellas el libro de Roberto. Así que sigo en deuda con él.
Por cierto ya habíamos acordado el título del libro, se llamaría Guía genealógica de las familias sudcalifornianas (siglos XVIII-Siglo XX). No podría llamarse de otra manera, pues la magnitud del trabajo se asemeja mucho a la de Don Pablo L. Martínez en la Guía Familiar Baja California 1700-1900.
En la Guía Familiar de Don Pablo encontramos las actas del registro civil de las municipalidades y del registro eclesiástico de los templos parroquiales donde podemos encontrar a los miembros de las familias bajacalifornianas a través de la información que contienen dos siglos de actas de nacimiento, de matrimonio y de defunción, lo que permite identificar a las familias originarias que surgieron de la migración inicial durante las épocas colonial e independiente con sus nombres completos y el de sus ascendientes, sus fechas de nacimiento (n.) su fecha de fallecimiento (f.), sus fechas de matrimonio, todos ellos ordenados por apellido paterno y temporalidad.
En la Guía Genealógica de Roberto encontramos información semejante pero estableciendo las relaciones de parentesco a partir del apellido original, para lo cual utiliza una herramienta generalizada en la Genealogía: el árbol genealógico, incluidas en algunos casos las fotografías de alguna de las ramas familiares emblemáticas de la familia histórica.
Los árboles genealógicos de presentan de manera sucesiva por cada rama familiar que se va formando con el tiempo de inicio a fin. Inicia con el nombre y apellido (s) del primer hombre y mujer que establecen una relación de parentesco, sin identificar si esta relación se estableció por matrimonio o por unión libre, los nombres se encuentran en una cuadro de texto que se ligan por una línea recta continua que significa la unión de dos familias a través del matrimonio o la unión libre; a partir de ese momento, la nueva familia procrea hijos cuyos nombres se ubican igualmente en un cuadro de texto con el nombre completo y con la fecha de nacimiento o fallecimiento en su caso, que se ligan a la línea de unión de los padres indicada con un flecha que indica la descendencia, y así sucesivamente; es decir, si es una familia procedente del siglo XVIII, XIX y primera mitad del siglo XX, los árboles genealógicos que se forman son equivalentes al número de relaciones familiares que se realizan a lo largo del tiempo. Cuando las ramas familiares son muy numerosas, en la Guía Genealógica Roberto utiliza un solo cuadro de texto donde aparece una columna diferenciada solo por el tamaño del margen para distinguir los nombres de los padres, de los hijos y de los nietos.
Escribo esta crónica para tener una idea del alcance que tendría la Guía Genealógica de Roberto y aprovecho a manera de ejemplo los árboles genealógicos de la familia Castro Matteotti que se encuentra en los archivos de trabajo que él dejó y evidenciar la utilidad social del trabajo de Roberto como parte de la construcción de la memoria sudcaliforniana como una manera de luchar contra el olvido, que dicho sea de paso, era uno de los propósitos de Roberto, aunque originalmente él estaba pensando sólo en su familia y amigos cercanos.
En el caso de la familia originaria de Roberto Castro Hirales hay dos grupos de Árboles Genealógicos, uno de Los Castro que cuenta con 41 árboles genealógicos y otro de Los Hirales que cuenta con 66 árboles genealógicos, en total 107. Solo tomaré uno de ellos para decir que Roberto Castro Hirales, a quien también le decíamos “Tito”, nació en la ciudad de La Paz en 1944 y falleció en 2019; esposo de Rosalía Matteotti Springa (n.1956), hijo de Rafael Castro Manríquez (n.1913, f.2005) y de Adela Hirales Sánchez (n.1910, f.1974); nieto por línea paterna de Alfredo Castro Martínez y Matiana Manríquez Flores y por línea materna de Hipólito Hirales Meza y Rosa Sánchez Morales (o Castro); hermano de Yolanda (n.1929, f.2005), Alfredo (n.1935, f.2011), Héctor (n.1935, f.2005), Rubén (n.1942, f.2019), Juana (n.1947), Rafael (n.1940, f.1940), Esperanza (n.1933, f.1933) y Antonio Castro Hirales (n.1949, f.2019), padre de Sandra Verónica Castro Cruz (n. 1970) y Karla Rebeca Castro Reyero (n.1972).
En el caso de la familia de su esposa, Rosalía Matteotti Springa hay dos grupos de árboles genealógicos, uno de Los Matteotti que cuenta con 35 árboles genealógicos y otro de Los Springa que cuenta con 11 árboles genealógicos, en total 46. Igualmente, sólo tomaré uno de ellos para decir que Rosalía Matteotti Springa nació en 1956, hija de José Francisco Matteotti Perini (n.1928, f.2008) y de Josefina Enriqueta Springa Bombardelli (n.1936, f.1992); hermana de Mirella, (n.1955, f.2018), Maricel (n.1957), José Víctor (n.1958) y María Natalia (n.1963); nieta por línea paterna de Ángelo Matteotti Benusi (n.1903, f.1978) y María Teresa Perini Bozzardi (n.1902, f.1964).
Roberto y Rosalía son padres de Bárbara (n.1976), Daniella (n.1977) y Roberto Castro Matteotti (n.1985); suegros de Carlos Enrique Hinojosa Canseco (n.1976) y Jesús Gabriel Larios Heredia (n.1980); y abuelos de Carlos Enrique (n.2008), Bárbara (n.2010), María José Hinojosa Castro (n.2014) y Amelia Larios Castro (n.2011).


Arriba: Familia Castro Hirales. Abajo: Familia Matteotti Springa.
Archivo Personal de Roberto Castro Hirales.
Veamos como de dos apellidos de una familia, Castro y Matteotti, tenemos una serie de ramas familiares anteriores y posteriores que forman parte de la gran genealogía de Los Castro y Los Matteotti; tan solo en las ramas que hemos citado están: Los Castro Hirales, Los Matteotti Springa, Los Castro Martínez, Los Hirales Meza, Los Manríquez Flores, Los Sánchez Morales, Los Matteotti Perini, Los Springa Bombardelli, Los Matteotti Benusi, Los Perini Bozzardi, Los Hinojosa Castro y Los Larios Castro. O sea, 12 núcleos familiares.
Tan solo con esta información de una rama familiar, la de la familia Castro Matteotti, habrán de imaginar la magnitud de la investigación de Roberto y de la enorme cantidad de horas de trabajo utilizadas en los últimos años de su vida que por cierto era una de sus prioridades.
Un estudio preliminar de los árboles genealógicos de la amplísima investigación de Roberto me encontré que en cada una de las primeras ramas familiares se podía identificar el origen temporal del apellido en la península de la Baja California, fue así que encontramos 259 familias en total, 2 familias originarias del siglo XVII, 21 familias del siglo XVIII, 122 de la primera mitad del siglo XIX, 82 de la segunda mitad del siglo XIX y 32 familias originarias de la primera mitad del siglo XX, que enseguida enlistamos algunas de ellas que se encuentran debidamente ordenadas en los archivos de trabajo de Roberto:
Las familias originarias del siglo XVIII son la los núcleos familiares de apellidos Acevedo, Agúndez, Albañez, Álvarez, Amao, Angulo, Canseco, Carrillo, Cota, De La Peña, De la Toba, Encinas, Hirales, Macklis, Mendoza, Osuna, Ruiz, Sánchez y Verdugo.
La familias originarias de la primera mitad del siglo XIX son la los núcleos familiares de apellidos Abaroa, Acuña, Agramont, Agruel, Aguiar, Aguilar, Alcalá, Allison, Alvarado, Amador, Antuna, Arámburo, Araujo, Arballo, Arias, Arnaut, Arredondo, Avilés, Balarezo, Bancalari, Bareño, Beltrán, Benoit, Bourgoin, Cabrera, Caduaño, Calderón, Canalizo, Canett, Cardoza, Carlón, Casillas, Castro, Ceseña, Chiquett, Collins, Contreras, Corazón, Cornejo, Coronado, Cota Moreno, Cota Serapión, Cunningham, Davis, Drew, Estrada, Famanía, Fiol, Flores, Garayzar, Gerardo o Geraldo, Gibert, Green, Guereña, Heras, Hidalgo, Higuera, Jerez, Jordán, Larrinaga, Legazpi, León, Lizardi, Maldonado, Manríquez, Marrón, Mc Donough, Mendia-Mchatton, Meza, Miranda, Moet, Montaño, Monteverde, Morales, Moreno, Moyron, Murillo, Navarro, Ojeda, Olachea, Pedrín, Peña, Peralta, Pérez, Pérpuly, Piñeda, Pozo, Puppo, Real, Reza, Riecke, Ritchie, Rivera, Rochin, Romero, Ruffo, Salgado, Sández, Sandoval, Savín, Sosa y Silva, Talamantes, Trasviña, Valadez, , Villaescusa, Villalobos, Villarino, Wilkes y Zumaya.
La familias originarias de la segunda mitad del siglo XIX son la los núcleos familiares de apellidos Almeida, Aragón, Aréchiga, Ayon, Baltazar, Bianchi, Brooks, Chacón, Chollet, Cordero, Coronado, Cosio, Delgado, Díaz, Díaz Bonilla, Dibene, Duarte, Escopinichi, Fernández, Fisher, Fong, Fuerte, Gavarain, Gómez, González, González- Rubio, Guluarte, Irazoque, Isaías, Juárez, Labastida, Lara, Lucero, Martínez, Matteotti, Mayoral, Montes, Montreuil, Muñoz, Núñez, Ochoa, Ortega, Palacios, Payen, Peláez, Pineda, Quijada, Ríos, Rodríguez, Rousseau, Ruibal, Salas, Salorio, Salvatierra, Santana, Sepúlveda, Silva, Smith, Sotelo, Soto, Tamayo, Tarango, Taylor, Tellechea, Toyes, Unzón, Urcadiz, Valdivia, Verduzco, Villavicencio, Vives, Von Borstel, Yee, Yuen, Zapata, Zavala y Zazueta.
Las familias originarias de la primera mitad del siglo XX son la los núcleos familiares Ayala, Bañaga, Beltrán, Bombardelli, Búrquez, Cadena, Cerecer, Chávez, Espinoza, Fenech, Fischer, Floriani, García, Garciglia, Gastelum, Hinojosa, Mercado, Monroy, Montoya, Nava, Palencia, Panchana, Pearce, Presichi, Rosas, Spindola, Springa, Toledo, Wilson, Wong y Minjarez.
Pregunto ahora:
¿Tiene la Guía Genealógica de Roberto un valor investigativo equivalente a la Guía Familiar de Don Pablo?
La respuesta es sí.
Si es así, en algún momento Roberto tendrá que terminar su libro de la Guía Genealógica de las Familias Sudcalifornianas. Esa es la deuda que tengo con Roberto, quede de apoyarle para terminarlo, pero, por un lado, no pude cruzar palabras con él antes de partir para ultimar detalles que habían quedado pendientes de nuestras pláticas, y por otro lado, continúo con mi tratamiento médico, que aunque todo va muy bien en esta guerra contra el cáncer, como suele suceder en estos casos los efectos colaterales de la radioterapia también deben tratarse. Justo mientras se revisaba esta crónica tuve que ser intervenido quirúrgicamente a principios de este año por una estenosis, fue un susto, pero ya pasó.
Ahora quiero contar algunas cosas relacionadas con todo esto, como conocí a Roberto y cómo fue que se inició el camino para la Guía Genealógica:
Cuando yo inicie los estudios en la secundaria Morelos en 1960, yo tendría 11 años, ese mismo año iniciaban las clases de la primera generación de la Preparatoria Morelos, en el mismo edificio. Roberto tendría 16 años, fue uno de los jóvenes estudiantes que en 1962 salieron de La Paz a realizar sus estudios universitarios, para estudiar Médico Militar ejerciendo su profesión en la Secretaría de la Defensa Nacional hasta su jubilación. Una vez jubilado se dedicó por gusto al estudio de la genealogía de las familias sudcalifornianas.
Le tenía un enorme cariño y amor a lo que estaba haciendo, no era para menos: había construido poquito a poquito centenas de árboles genealógicos de las familias más conocidas de la Baja California Sur, siempre cuidando corroborar en los archivos del registro civil y en la guía familiar de Don Pablo L. Martínez las relaciones de parentesco de las familias que estudiaba.
Supe de la existencia de este extraordinario trabajo de investigación en diciembre de 2011 que me habló por teléfono a mi casa para felicítame por un artículo que había escrito y que había salido publicado en el periódico El Sudcaliforniano que titulé “Para leer la Guía Familiar” aprovechando las ramas familiares de mis padres: Los Piñeda, Los Bañuelos, Los Chacón y Los Isais. Cuando me habló, lo notaba muy contento por lo que había escrito y me dijo que quería enseñarme lo que había investigado por varios años acerca de la genealogía de las familias sudcalifornianas y no dudó en invitarme a su estudio para que le diera mi opinión.
Llegue a la cita el día convenido y empezó a platicarme lo que estaba haciendo, me sorprendió ver en su escritorio la genealogía de Los Piñeda y de Los Isais, con los árboles genealógicos que los había preparado para mí, en mano empezó explicarme el criterio que había adoptado para elaborarlos, y a vuelo de pájaro me enseñó en su computadora todo lo que tenía, sin entrar en detalles.
Me di cuenta que los archivos de los árboles genealógicos estaban ordenados alfabéticamente por el apellido que había investigado y al acceder a cada uno de ellos te encontrabas con varias páginas de distintas generaciones de la rama familiar original del apellido, cada rama con su árbol genealógico y en muchos de los casos contaba también con fotografías de algunos miembros de las familias que había investigado.
Desde entonces le propuse que debería preparar un libro para dejarlo como un legado a las familias sudcalifornianas, pero me di cuenta que mi propuesta no había tenido eco y la razón era muy simple: Roberto estaba haciendo ese trabajo pensando en alimentar su espíritu pues de daba cuenta que estaba recorriendo en su memoria una a una las familias paceñas y sudcalifornianas, no tendría que estar pensando en hacer un libro.
Mientras Roberto trabajaba la historia del conjunto de las familias sudcalifornianas yo me enfocaba a estudiar a mis ramas familiares de Los Piñeda Chacón y de Los Bañuelos Isais que me llevó a elaborar dos crónicas familiares de varias que quería escribir, pero había empezado primero con la crónica familiar en un pequeño libro acerca de Los Isais Verdugo, así que me faltaban los Bañuelos Isais, los Isais Famanía, los González Isais, los Hidalgo Isais, los Fibla Isais y los Isais Moreno; después seguí con el libro de Los Canseco Piñeda, así que faltaban los Piñeda Bañuelos, los Santa Ana Piñeda, los Piñeda Garayzar, los Piñeda Geraldo, los Piñeda Navarro, esto fue en 2015 y 2016. Fue el caso que un día recibí un correo electrónico de Roberto para decirme que le habían regalado las crónicas familiares que había escrito y que estaba pensando en convertir en libro lo que tenía en forma de árboles genealógicos. Después de ese correo nos vimos de nuevo en su estudio y me entregó en forma digital toda la información de su trabajo y dijo: “para que me apoyes en hacer el libro porque yo nunca lo voy a hacer, eso no es mi fuerte…”. Me había confiado la información, lo cual agradezco infinitamente.
En cuanto recibí el material, realicé una revisión detallada de lo que me entregó, aclare dudas con Roberto y prepare el proyecto de libro Guía Genealógica de las Familias Sudcalifornianas que Roberto autorizó y me pidió que lo acompañara a un desayuno con el grupo al que pertenecía, Californios Amigos de la Historia y de los Estudios Locales (CAHEL) a presentarlo, que por cierto lo recibieron con mucho agrado.
Después de su fallecimiento puse a disposición de la familia lo que Roberto me había confiado. La familia, igual que Roberto depositó la misma confianza en mí. Así que sigo en deuda. Roberto comprenderá que en las condiciones en que estoy todavía falta para el libro, así que por lo pronto esta crónica que sirva para recordar con mucho afecto, por su confianza, a Roberto y decirle que seguimos haciendo camino… poquito a poquito… Un abrazo.
La Paz, Baja California Sur a 9 marzo 2020.
#38
Crónicas Urbanas
LA ARQUITECTURA DEL EMBLEMATICO CORREO DE LA PAZ Y EL RECORRIDO HISTÓRICO-CULTURAL
Gilberto Piñeda Bañuelos
La idea de reconstruir la imagen urbana histórica del antiguo correo de La Paz y del callejón Artesanos nació de los Domingos de recorrido histórico-cultural por los siglos XIX y XX en el centro histórico de la ciudad-puerto de La Paz que inicia en el antiguo muelle fiscal y termina frente al Hotel Perla en el Malecón de La Paz, recorriendo las antiguas calles Muelle (Ignacio Bañuelos Cabezud) Comercio (Esquerro/Mutualismo), Puerto (Agustín Arriola), Obispado (Zaragoza), Artesanos, Central/Medellín (16 de Septiembre), Tercera (Revolución), Independencia, Cuarta (Serdán), Ayuntamiento (5 de Mayo), Segunda (Madero), Primera (Belisario Domínguez), Central y Playa (Álvaro Obregón). En el antiguo Muelle Fiscal frente a la antigua Torre del Vigía donde inicia el recorrido histórico-cultural se cuenta una milenaria historia del mundo indígena en la parte insular y peninsular de la bahía de La Paz y los intentos de ocupación colonial en los siglos XVI-XVIII antes del nacimiento de la ciudad-puerto de La Paz a principios del siglo XIX.
Fueron precisamente las rutas de navegación que conectaban los puerto mexicanos de Mazatlán y Acapulco, y el puerto estadounidense de San Francisco con el puerto de la Paz, la vías del correo marítimo a la ciudad-puerto y en la medida que los pueblos en la península de Baja California iban surgiendo, el correo carretero (carretas de tracción animal) se empezó a generalizar junto con los primeros vehículos automotores en el primer tercio del siglo XX hasta que se inauguró la primera ruta aérea en 1932 como lo documenta Eduardo Ruiz y Torres citando un comunicado de la administración local de Correos de la Ciudad de México que dice: “Habiendo el Correo Mexicano contratado los servicios de nuevas compañías aéreas, para establecer líneas de servicio aéreo entre Mazatlán, Sin. y La Paz, Baja California, tocando Topolobampo…” giró boletines filatélicos indicando la ruta de salida y llegada La Paz-Mazatlán-Topolobampo los martes y los viernes de cada semana.
En la medida que la ciudad-puerto va creciendo se hace necesaria la instalación de oficinas de correos, como la que se instaló en el primer tercio del siglo XX en el cruce de las antiguas calles Segunda, Central y Artesanos, una vieja casona del siglo XIX, que en la actualidad las calles llevan el nombre de Francisco I. Madero, 16 de Septiembre y se conserva el nombre del callejón Artesanos, es ocupado por una zapatería de la tienda Coppel-Canadá que aunque conserva las alturas originales ha sido intervenida sus dos fachadas principales con grandes ventanales de exhibición sin conservar la arquitectura original lo que resulta algo extraño porque la compañía Coppel ha rehabilitado una casona conservando la arquitectura antigua para uso de comercio departamental en la esquina de Melchor Ocampo y Revolución.
Una primera fotografía tomada desde la torre de piedra de la recién inaugurada Casa Municipal en 1910 se observa el cruce de las calles Segunda y Central, y la fachada principal de la antigua casona, antes de instalarse las oficinas del Correo de La Paz. Se puede ver con claridad la simetría de su arquitectura con una puerta principal enmarcada con arco de medio punto, muy ancha y alta, y a cada lado tres puerta-ventanas con arcos de medio punto enmarcadas, la banqueta de piedra y las calles todavía de terracerías; mientras que en el paisaje urbano dominan las techumbres inclinadas de dos y cuatro aguas cubiertas con tejamanil, destacando una casa de dos niveles de dos aguas con techo de tejamanil, que todavía existe abandonada pero conservando su arquitectura original frente a la antigua calle Central entre Segunda y Tercera, donde estuvo el conocido Hotel Moyrón.

Antigua calles de terracería Central y Segunda (16 de Septiembre y Madero) en 1910 donde se observa una casona de arquerías de medio punto que fue utilizada como oficina de Correos de la ciudad de La Paz. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez tomada del Calendario AHPLM 2016.
Dos fotografías tomadas del mismo lugar en las décadas de 1940 y 1950, antes y después de construirse el empedrado, se puede ver en detalle la fachada oriente donde se observa el letrero de la “Oficina de Correos” sobre las tres puerta-ventanas de madera enmarcadas con arcos de medio punto ornamentado que arranca en una imposta con saliente discreta, sobre el entablamento una cornisa corrida y un remate de pretil; mientras que las esquinas son columnas adosadas redondeadas con un capitel estilo neoclásico dórico sobre el que se apoya una arquitrabe apoyada en muro y en la parte inferior un zócalo corrido a lo largo del edificio; mientras que en la fachada sur se alcanza a observar uno de los vanos de la arquería de medio punto por el callejón Artesanos.
No hemos podido documentar el tiempo que permaneció la oficina de correos en este sitio. Sabemos que después se instaló en tres lugares del centro histórico: en la esquina de Revolución y 16 de septiembre, en la esquina de Independencia y Revolución donde actualmente se encuentra la paletería “La Michoacana” donde antiguamente fue el edificio del Casino de la Paz; y finalmente en una casona antigua de la esquina de Constitución y Revolución que se convirtió en una edificación moderna de dos plantas donde sigue la oficina de correos.
Todas estas edificaciones que fueron históricamente utilizadas como oficinas de correo se ubican en el núcleo fundacional de la ciudad de La Paz, lo que facilitó la distribución del correo por los carteros que lo hicieron por largas décadas a pie casa por casa en los diferentes barrios de la ciudad. No hay que perder de vista que la ciudad de La Paz era relativamente pequeña; permaneció con cuatro barrios hasta la década de 1950: El Centro de abajo donde nació la ciudad, el Centro de arriba hasta la actual calle Isabel La Católica, El Esterito desde la actual calle Morelos hasta la calle Heroico Colegio Militar y El Manglito desde la actual calle Márquez de León hasta el boulevard 5 de febrero, considerando que dentro de esta poligonal existieron los micro barrios como el barrio del Choyal y el barrio de La Tenería. Fue en la década de 1960 cuando la ciudad se extiende al fraccionamiento Perla, a las colonias Guerrero y Los Olivos. Un territorio urbano que fue recorrido a pie por los carteros de la ciudad de La Paz hasta la década de 1970 y probablemente hasta la década de 1980 donde ya empezaron a distribuir las cartas en bicicleta y motocicleta.

Edificio de Correos en el cruce de las calles 16 de Septiembre, Madero y Artesanos en la década de 1940 mientras se construía el empedrado. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez tomado del Calendario AHPLM 2016.

Edificio de Correos en el cruce de las calles empedradas 16 de Septiembre, Madero y Artesanos en la década de 1950. Foto: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.
Existe la opción de rescatar la arquitectura formal histórica del antiguo Correo de La Paz manteniendo el uso de suelo actual (Zapateria Coppel-Canadá) utilizando la fotografía antigua como referencia para rescatar la identidad de los paceños y paceñas con su antigua ciudad, en medio de las transformaciones urbanas modernizadoras en el centro histórico de la ciudad de La Paz que ponen en riesgo la memoria histórica. Esta idea es expresada de manera reiterada cada vez que los grupos llegan al sitio donde alguna vez estuvo la oficina de Correos durante los domingos de Recorrido histórico-cultural por los siglos XIX y XX en el centro histórico de la ciudad-puerto de La Paz.
La Paz, Baja California Sur, a 25 de marzo de 2020.