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CRÓNICA #1: Ciudad-Puerto de La Paz: Origen y Caminos de la Traza Urbana.

CRÓNICA #2: ¿Centro Histórico? O Centro Histérico. "Adiós A La Esquerro Y La Belisario".

CRÓNICA #3: A Imagen Y Semejanza De La Del Siglo XIX. "La Paz A Mediados Del Siglo XX".

CRÓNICA #4: ¿Dónde Empezó Todo? "Crónica De Una Familia Paceña".

CRÓNICA #5: Manila-La Paz-. Crónica De Un Encuentro. Frente A Un Molino De Viento.

CRÓNICA #6: Crónica De Una Metodología Para La Genealogia De Las Familias Paceñas.

CRÓNICA #7: Un Plano Del Puerto De La Paz De 1847.

CRÓNICA #8: Caminando Santa Rosalía, pasando por la fundición.

CRÓNICA #9: 146 Años Despues: Una Visita A La Logia Masónica.

CRÓNICA #10: Santa Rosalía: Un Testimonio Acerca De Una Fundición En Un Entorno Urbano.

CRÓNICA #11: Reconstrucción de los Centros históricos de La Paz.

CRÓNICA #12: El Paisaje Urbano De La Paz Visto Por J.A.D.

CRÓNICA #13: El Paisaje Urbano De La Paz Visto Por Miguel Macías Muñoz.

CRÓNICA #14: El Paisaje Natural y Urbano De La Ciudad de La Paz Visto Por Francisco Arámburo.

CRÓNICA #15: El Plano De La Ciudad De La Paz: 1932.

CRÓNICA #16: Recorrido Visual Por La Histórica Ciudad De La Paz.

CRÓNICA #17: El Verne, El Yeyé, El Muelle Y El Malecón De La Ciudad Donde Vivimos.

CRÓNICA #18: La 18 De Marzo, Una Histórica Escuela Primaria Que No Debe Desaparecer.

CRÓNICA #19: Un Domingo Dibujando En Guanajuato.

CRÓNICA #20: Palabras De Angel César Mendoza  Arámburo Sobre La Paz Y  La Antigua Casa De Gobierno.

CRÓNICA #21: El Malecón Paceño, Entre Los Público Y Lo Privado.

CRÓNICA #22: Centro Histórico-cultural vs Centro Inmobiliario-Turístico.

CRÓNICA #23: La paz antigua y las fotos de los Rodríguez.

CRÓNICA #24: La Antigua Parroquia de Nuestra Señora del Pilar de la Paz.

CRÓNICA #25: Para Comprender La Historia de la Ciudad de la Paz.

CRÓNICA #26: La 48: La Escuela donde Estudio (Antes Y Ahora).

CRÓNICA #27: Antigua Casa de Gobierno en los Museos Las Apariencias Engañan.

CRÓNICA #28: IN SITU: El Museo de Historia de la Ciudad de la Paz. 

CRÓNICA #29: LA PAZ: La  forma urbana es fondo.

CRÓNICA #30: El kiosco original, el malecón y los barrios históricos de la paz. 

CRÓNICA #31: El templo masonico, la teneria y la escuela 48 en un proyecto escolar.

CRÓNICA #32: Filemon C. Pilñeda Contreras a 150 Años de su Nacimiento 22 de Noviembre (1868-2018).

CRÓNICA #33: Patrimonio Historico-Cultural: pista de patinaje, torre del reloj y juegos infantiles en el parquecito cuauhtemoc.

CRÓNICA #34: El Jardín Velasco: Referencia Para La Traza Urbana Ortogonal del Plano de la Ciudad-Puerto de la Paz en 1861

CRÓNICA #35: La emblemática escuela primaria 18 de Marzo. Más de 145 años como institución educativa.

CRÓNICA #36: El emblemático mercado Madero: un lugar social de las(os) paceñas(os) a mediados del siglo XX.

CRÓNICA #37: La emblemática Tenería Suela Viosca. El pasado de una industria para curtido de pieles...

CRÓNICA #38: Para leer la guía genealógica de las familias sudcalifornianas de Roberto Castro Hirales.

CRÓNICA #39: La arquitectura del emblemático Correo de La Paz y el Recorrido Histórico-Cultural.

Ciudad-Puerto de La Paz: Origen y Caminos de la Traza Urbana.

Gilberto Piñeda Bañuelos

#1

Los caminos de la ciudad son las calles, las calles forman las manzanas y en las manzanas se distribuyen los predios y se construyen las edificaciones; varias manzanas forman un barrio, una colonia, un fraccionamiento o una unidad habitacional; y en conjunto se tiene entonces una morfología urbana  que puede ser regular o irregular.

Antes de ser puerto y ciudad,  el territorio ocupado por  La Paz frente a la barra arenosa de El Mogote separada por la ensenada,  estuvo dividido por un gran arroyo central que desembocaba en un gran planicie, el delta del arroyo,  que ahora forma parte del lugar más antiguo de la ciudad ;  a sus costados  con dos grandes lomas de pendiente suave a las que hay que subir por pendientes muy pronunciadas y de corta distancia (los antiguos paredones de tierra);  la loma norte-noreste y la loma sur-suroeste de grandes superficies está rodeada de montañas conocidas ahora como los cerros de La Calavera, Los Sanjuanes, El Piojillo, Atravesado, entre otros; y por el otro extremo la zona costera de abundantes manglares a lo largo de la ensenada de la bahía de La Paz.

Este territorio marino y terrestre estuvo practicado durante miles de años por grupos indígenas cazadores, recolectores y pescadores que construyeron sus propios recorridos por los cerros, la zona costera y las islas cercanas como las conocidas ahora como Espíritu Santo, Cerralvo y San José; estos grupos indígenas se extinguieron a causa de la ocupación colonial y quedan de ellos solamente vestigios arqueológicos de gran valor histórico.

Este lugar que había sido ocupado en forma intermitente  por armadas de perla que venían de las costas de Sonora y Sinaloa durante la ocupación colonial  y que sirvió alguna vez de embarcadero para sacar la plata del mineral de Santa Ana cercano a San Antonio a finales del siglo XVIII,  finalmente se fundó como un puerto marítimo comercial permanente hace alrededor de 200 años; por lo tanto, a diferencia de las ciudades coloniales,  es una ciudad bastante joven, decimonónica, bastante descuidada en su patrimonio histórico-cultural edificado. 

En la actualidad, la ciudad de La Paz es otra cosa totalmente diferente, por ejemplo, en un plano municipal de noviembre de 2013 aparecen enlistadas 155 colonias en la ciudad de La Paz distribuidas según el Sistema Urbano Nacional en 54.4 kilómetros cuadrados (que corresponden a las 5 mil 434 hectáreas de las Áreas Geoestadísticas Básicas del Inegi), una densidad de población de 65 habitantes por kilómetro cuadrado, con una tasa anual de crecimiento demográfico del 1.7% en la década de 1990 y de 2.3% en la década de 2000.

La población de la ciudad a finales del siglo XX que pasó de 137 mil 641 habitantes en 1990, 154 mil 314 en 1995, 162 mil 954 en 2000, 189 mil 176 en 2005 y 215 mil 178 en 2010; que contrasta con los 400 habitantes que había en 1829, los 1 mil 57 que residían en 1857, los 4 mil 310 que había en 1881 y los 5 mil 46 que residían en el puerto en 1900, época en que la ciudad iniciaba en la antigua calle Playa (Álvaro Obregón) y estaba limitada al sur-suroeste por la antigua calle California (5 de febrero), al este la calle Duodécima (Marcelo Rubio) y al nor-noreste la antigua calle San José del Cabo (Vicente Guerrero).

Si ahora observamos una vista  panorámica satelital de la ciudad actual vamos a encontrar tres áreas urbanas organizadas según la distribución de sus calles y manzanas: una traza muy irregular en la parte baja de la ciudad frente al antiguo muelle fiscal formada por 12 manzanas de distintos tamaños y calles muy angostas parecidas a los callejones con solo dos anchas calles, la 16 de septiembre y el paseo Álvaro Obregón; una traza regular de damero es decir formando un ángulo recto en forma de retícula que es la mayor parte de la ciudad sobre una planicie de poca pendiente, a excepción de las subidas pronunciadas desde el Malecón,  que se extiende en forma concéntrica desde la traza irregular hacia el norte, noreste y este hasta subir a los cerros que rodean la ciudad y hacia el suroeste rumbo al bordo y colindando con la colonia Fidepaz; y otra  traza urbana lineal que se extiende en tres direcciones, una hacia el sur de la ciudad rumbo a San Pedro, otra hacia El Centenario y una tercera por la costa norte hacia Punta Prieta donde se encuentran los almacenes de Petróleos Mexicanos y la planta de la Comisión Federal de Electricidad.

Históricamente La Paz tenía tres entradas, una marítima por la ensenada hasta el muelle fiscal y dos terrestres, una paralela a la costa hacia el suroeste lo que es la carretera al norte que antiguamente iniciaba en El Manglito, muy cerca de la actual Boluevard 5 de febrero, que era la salida de la ciudad;  y otra en diagonal a la traza ortogonal que tiene un bifurcación hacia Los Planes-San Antonio muy cerca de la actual plaza soriana  y otra hacia  El Triunfo-Todos Santos,  sin embargo a mediados del siglo XIX esta diagonal corría hasta lo que ahora es el centro de la ciudad a la altura de las calles que iniciaban antiguamente en la actual manzana frente al mercado Madero (Revolución entre Degollado y Ocampo), que era la salida de la ciudad.    

Una arquitecta que hizo su tesis de Maestría en Historia Regional, Alinne Zamora, elabora una radiografía muy interesante de los planos históricos del siglo XIX y XX, empezando con el de 1847 que elaboró el ejército norteamericano durante la ocupación del puerto de La Paz  y ella describe que “el casco de la ciudad se integraba ya por 6 manzanas irregulares bien definidas, y en las que podemos apreciar alrededor de 100 construcciones, entre las que se encuentran la iglesia, un edificio comercial, la casa de Antonio Belloc, El viejo cuartel, y 2 casas del entonces jefe político Francisco Palacios Miranda, además en dicho plano se pueden apreciar también un cementerio, varios caminos entre los que se encuentran los que van rumbo a San Antonio y el Zacatal además de varias parcelas”; otro plano es el de 1857 que corresponde a la parte baja del puerto “en el cual aparecen 22 manzanas irregulares,  las cuales albergaban 111 construcciones entre las que se encontraban la Casa Municipal y la Iglesia”;  por otra parte, en el libro de Historia Gráfica de la ciudad-puerto de La Paz que elaboramos un colectivo de historia urbana de la UABCS se describen otros planos de la ciudad.

MANMOYB, “Plano de la parte baja del puerto de La Paz, capital del Territorio Sur de Baja California, con inclusión de un proyecto de muelle”. Marzo de 1857, Mapoteca Manuel Orozco y Berra, México, colección Orozco y Berra, varilla OYBBC02, núm. 792-OYB-7221-C. Ordenado por el agente del Ministerio de Fomento, Ulises Urbano Lassépas, y formado por CYD.

MANMOYB, “Plano hidrotopográfico del puerto de La Paz, Baja California, y sus alrededores, en que constan el fundo legal, los ejidos de la ciudad, el canal del puerto y la población actual”, Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Guillermo Denton, 1861, México, DF, colección Orozco y Berra, Baja California, varilla OYBBC01, núm. 512-OYB-7221-A. Elaborado por Guillermo Denton, por instrucciones del jefe político Teodoro Riveroll.

AHPLM, “Proyecto para la nueva nomenclatura de algunas de las calles de la ciudad de La Paz y nuevo sistema de numeración para las manzanas”, Adrián Valadés, secretario del Ayuntamiento de La Paz, 24 de noviembre de 1886, acervo cartográfico: vol. 01.1, núm. 79; acervo documental: vol. 201, doc. 281, 1886, 11ff. 

Por ejemplo, En el plano de 1861 elaborado por el ingeniero Guillermo Denton y ordenado por el jefe Político Don Teodoro Riveroll, podemos observar  lo que en ese momento era la mancha urbana de la ciudad-puerto y su fundo legal, que por tratarse del plano hidrotopográfico del puerto de La Paz no ofrece mayores detalles en cuanto a la traza urbana, no obstante aparecen en sus alrededores la ensenada de La Paz, los niveles y profundidad del mar, la topografía de los cerros que rodean a la ciudad, entre los que se encuentran el cerro de la calavera y el cerro atravesado, los causes de los arroyos que desembocaban a la ensenada de La Paz, entre ellos el enorme arroyo central así como la barra arenosa de El Mogote. La Mancha Urbana debió tener alrededor de 1 mil 600 metros por lado, que se trazó con manzanas de cien por cien metros y calles de veinte metros de ancho, a excepción de la parte baja que quedó tal como estaba en el plano de 1857. 

En el plano de 1886 destaca la traza urbana ordenada y bien definida por las calles que forman la retícula y otra traza urbana desordenada e irregular, el plano formaba parte de la reciente planificación urbana de la ciudad que se había hecho en 1861, por lo que se observan cambios en la nomenclatura de algunas calles así como la numeración de las manzanas. Es posible apreciar que la ciudad se trazó más allá de donde llegaban las edificaciones, sin embargo, podemos imaginar los limites, trazando un polígono a partir de la esquina formada por la calle Costera (actual Álvaro Obregón) y la calle San José del Cabo (hoy Guerrero) que continúa hacia el oriente hasta la esquina con la antigua calle Valenzuela (hoy Marcelo Rubio Ruiz) que sigue  hacia el sur hasta una calle después de la antigua calle California (hoy 5 de Febrero), que baja en dirección poniente hasta la playa pasando la calle Abasolo. Poco antes, estaba la calle Manglito (actual Belisario Domínguez) que en dirección norte lleva hasta la calle Costera siguiendo el límite natural del mar hasta llegar nuevamente a la antigua calle San José del Cabo.  Las calles Ayuntamiento (actual 5 de mayo) e Independencia, todavía no se trazaban  hasta la  costera.

El plano de 1907 que muestra básicamente la traza urbana de 1897 abarca de la calle Vicente Guerrero a la calle Cuauhtémoc, de norte a sur y de la calle duodécima a la calle Playa de oriente  a poniente. El plano fue utilizado en el juicio de amparo iniciado por Francisco J. Cabezud contra el Ayuntamiento de La Paz, seguramente por el proceso de urbanización que se venía dando. En el plano de 1955, tenemos que la mancha urbana de la ciudad de La Paz estaba formada por un polígono integrado por las calles Tamaulipas continuando hasta la calle Padre Kino,  Guadalupe Victoria, Lic. Verdad, José María Morelos y Pavón, Antonio Mendoza, 5 de mayo, Isabel l. Católica, Nicolás Bravo, Bonifacio Salinas Leal,  I. Allende, continuando en las calles  Adolfo L. Mateos, Sonora, Abasolo y Álvaro Obregón. El crecimiento de la traza hasta ese momento, seguía estando planeado de manera ortogonal, así lo demuestra el trazo proyectado de nuevas manzanas hacia el sur, de la calle Sonora a la Colima y de la Abasolo hasta  calle Bonifacio Salinas Leal y en él aparece ya el panteón de los San Juanes al oriente de la ciudad. Cabe destacar, que este plano nos muestra por otro lado, el diseño de una zona residencial al oriente de la ciudad, ubicada en lo que actualmente es la zona militar; rompe completamente con la retícula ortogonal que venía aplicándose desde el siglo XIX; propuesta de diseño que nunca se llevó a cabo.

Esto quiere decir que en la historia de la traza urbana, la ciudad de La Paz permaneció siendo prácticamente la misma  hasta mediados del siglo XX.

AHPLM, “Proyecto que muestra el diagrama donde se explica el sistema de numeración para las casas de la ciudad de La Paz”. Rafael Osuna, presidente del Ayuntamiento de La Paz, 13 de julio de 1892; acervo cartográfico: vol. 01.1, núm. 95 (A); acervo documental: vol.237, caja 1/1, doc.26, 1892, 11ff.

AHPLM, “Juicio de amparo promovido por Francisco J. Cabezud contra el Ayuntamiento de La Paz, con motivo de la desocupación de las calles que dicho señor ocupó con permiso del ayuntamiento”, 15 de agosto de 1907. Original en resguardo, l-36, vol. 02, caja num.1, planero negro MPD-151 (digitalizado), Ayuntamiento, vol. 443, exp. s/n.

#2

¿Centro Histórico? O Centro Histérico.

"Adiós A La Esquerro Y La Belisario"

Gilberto Piñeda Bañuelos

“Tal parece que ahora, al paso que vamos, y si las instrucciones recibidas por los arquitectos no cambian, pronto esta zona dejará de ser el <<Centro Histórico>> y será, sin lugar a dudas, el Centro <<Histérico>>. Ya empieza a serlo”; así termina un artículo  titulado “Requiem por la calle Esquerro” que escribió Francisco Aramburo Salas,  Paquito Arámburo como cariñosamente le conocemos los paceños, publicado  en éstas mismas páginas (El Sudcaliforniano, miércoles 21 de enero de 2015).

Valdría la pena reescribir este artículo aquí, y creo que por su importancia lo haré transcribiendo algunas fracciones del texto. Dice Paquito Arámburo sobre la calle Esquerro (que es exactamente lo mismo que lo que está sucediendo en la subida del Teatro Juárez por la Belisario Domínguez): “Quienes conocimos en el pasado la antigua calle Esquerro en el corazón del Centro Histórico de nuestra ciudad, nos ha llenado tristeza ver cómo quedó. Tal parece que esta calle, que es una importante y concurrida vía comercial, la convirtieron (o por lo menos eso pretendieron) en algo así como algo un tranquilo paseo, un malecón, una calle peatonal a la cual se va a pasear, a descansar a tomar un refresco  y no una rua comercial, activa, y llena constantemente de vehículos buscando a vuelta y vuelta estacionamiento para entras en sus bancos, en sus tiendas y demás negocios que se encuentran en ese lugar… Un factor importantísimo en la planeación urbana es espacio para el estacionamiento. No hay que olvidarlo… Ahora la calle se mira deficiente, tristemente dañada, incapacitada, estrangulada, sofocada, sin respiración, en la cual es difícil transitar entre sus glorietas, adornitos, estorbosos recovecos y curvas exageradas, y con mayor dificultad se batalla para encontrar donde estacionarse en ambos lados, como se podía antes. Aparentemente los únicos que salieron ganando son los estacionamientos de paga…”

Esta opinión es muy importante para la preservación del carácter HISTÓRICO del Centro pues una de las razones históricas de ese artículo  a mi modo de ver está asociado a los rasgos históricos de La Paz a lo largo del siglo XX, es decir con la aparición de los vehículos automotores que durante décadas se estacionaron  frente a las banquetas del Centro Histórico de la Ciudad en una traza irregular en la parte baja pero con líneas rectas, y no de formas orgánicas reduciendo los arroyos de las calles como ahora se “moderniza” modificando la traza urbana original, y esto, poco le importó al INAH, al Ayuntamiento y al Gobierno del Estado que son los involucrados en nuevo proceso de urbanización del centro histórico.

No sé si Marcos Covarruvias Villaseñor (Gobierno del ESTADO), Esthela Ponce Beltrán (AYUNTAMIENTO) y María de la Luz Gutiérrez (INAH) sean paceños de nacimiento, pero La Paz histórica, la de Antes, tanto la del siglo XX que es la que describe Paquito Arámburo; así  como la más antigua la del siglo XIX que ha sido estudiada por nosotros una y otra vez;  vemos ahora que con las “modernización” que han autorizado al por mayor en calles, banquetas y edificaciones modernas, empiezan a dejar en el olvido la Historia Urbana de la Paz; parece que puede más el interés privado que el interés público.

La bandera del gobierno es la pavimentación de miles de metros cuadrados en toda la ciudad y en todo el estado, entonces la misma pavimentación de concreto hidráulico en calles y banquetas que construyeron es exactamente la mismo CON LA MISMA IMAGEN URBANA fuera del primer cuadro de la ciudad que en el centro histórico. Pregunto a Marcos Covarruvias, a Esthela Ponce y a María de la Luz Gutiérrez: ¿para ustedes es lo mismo el centro histórico de la ciudad que el resto de la ciudad?...  Para mí no.

La ciudad que ahora conocemos, la que sale hacía Pichilingue, la que sale al centenario, la que sigue la carretera al sur, la que sube a los cerros hacia el este y noreste; esta ciudad de hoy, nació en algún lugar, y ese lugar lo forma ahora un polígono que se forma aproximadamente  siguiendo  las calles Rosales, Altamirano, Morelos y Paseo Álvaro Obregón, y se extiende a  los barrios de El Esterito y el antiguo Manglito que son los barrios históricos de La Paz junto con el Centro.  Pues bien, esta parte de la ciudad, tan sólo el trazo de sus manzanas, de sus calles y callejones, fueron las originales y por lo tanto es PATRIMONIO CULTURAL de los paceños.

Aunque la urbanización, como por ejemplo lo que hicieron con la Esquerro y lo que están haciendo con la Belisario, va acabando poco a poco con el carácter histórico del Centro, sin embargo, todavía quedan vestigios de la arquitectura tradicional paceña en algunas edificaciones y afortunadamente todavía quedan algunos inmuebles simbólicos que al paso que vamos, como dice Paquito Arámburo, no tardan en ser modernizados y desaparecer para siempre. Espero que no se les ocurra por ejemplo la “modernización” del predio posterior a la antigua Casa de Gobierno, precisamente en la prolongación de la Belisario, como se le ocurrió al último gobernador militar que hubo en la entidad, el general Bonifacio Salinas Leal, que la destruyó por completo, y construyó un conjunto de dos manzanas modernizadas en el centro (edificios públicos, cine auditorio, nueva plaza sin kiosko).

Por lo que están haciendo ahora Marcos Covarrubias, Esthela Ponce y María de la Luz Gutiérrez; seguramente que no verían con buenos ojos  que apareciera por arte de magia una política pública cultural  como la que implementó  Ángel César Mendoza Arámburo para el Centro Histórico en el periodo de 1975-1981 que fue destruir algunas de las edificaciones modernas que había hecho el general Salinas Leal que atentaban con la memoria histórica-cultural del pueblo paceño y asumió la responsabilidad de reconstruir los antiguos símbolos arquitectónicos de los paceños como son la Casa de Gobierno y el Kiosko del Malecón.

Ahora con la política pública modernizadora, la Antigua Casa de Gobierno reconstruida parcialmente, como otros lugares del centro histórico están en peligro. Para el caso de la casa de Gobierno,  es URGENTE  completar lo que Angel César no puedo hacer por falta de presupuesto (así me lo contó en una larga entrevista videograbada que le hice sobre la antigua Casa de Gobierno que había reconstruido parcialmente), es decir, rescatar por expropiación para utilidad pública el predio y reconstruir toda la manzana como  la antigua Casa de Gobierno tal como era y hacer ahí el Museo de la Ciudad de La Paz junto con el Centro de Artes, Tradiciones y Culturas Populares; y por otra parte, rescatar del INAH el estudio histórico de factibilidad para declarar el centro histórico de La Paz que elaboramos en el Colectivo de Historia Urbana de la UABCS, y que seguramente ya se encuentra en el bote de la basura, pues estas cosas ya no interesan al poder público. Estoy seguro que toda la clase política recuerda o dice recordar con afecto al Licenciado Ángel César Mendoza Arámburo, pero creo que con una política pública de rescate del patrimonio cultural, no lo querrán ver ni en pintura, como se dice popularmente.

Pues a mí me gustaría, que no es el mismo gusto del poder público, que se generalizara en el presente lo que hizo parcialmente el Licenciado Ángel César Mendoza Arámburo entre 1975 y 1981, y modificar radicalmente todo lo que existe en la actualidad y cambiar radicalmente también la imagen urbana, la modernizante,  y sustituirla por una donde los paceños y visitantes, nos imaginemos, tan solo con ver el centro histórico que sus calles y banquetas y sus edificios son semejantes a los que había en La Paz de Antes. Sin miedo, sin temores y con decisión. Sin embargo, como ya estoy viendo la muerte final del carácter HISTORICO del  centro, lo que haré poco a poco, en mis tiempos libres, es la reconstrucción en dibujos a mano alzada de cómo me gustaría que se reconstruyera la arquitectura tradicional paceña y la imagen urbana del centro histórico de la ciudad de La Paz, como una continuidad al estudio que hicimos y que se quedó empolvado en el INAH.

Así que lo que hicieron en la Esquerro, lo que hacen en la Belisario, la generalización de los Oxxo, y las nuevas construcciones modernas en el centro histórico no es otra cosa más que la sentencia de muerte a la memoria histórica de los paceños.  

#3

A Imagen Y Semejanza De La Del Siglo XIX.

La Paz A Mediados Del Siglo XX

Gilberto Piñeda Bañuelos

Había terminado mi año sabático con una investigación sobre una Metodología Gráfica para una Historia Urbana en la Universidad de Guanajuato y a partir de agosto de 2014 cuando me reincorporé a mis actividades académicas habituales en la UABCS, me puse a escribir una breve crónica urbana de los espacios que había en La Paz a mediados del siglo XX.

La razón es múltiple: primero, me quería encontrar con los cronistas paceños a quienes tengo especial estima,  Leonardo Reyes Silva, Eligio Moisés Coronado, Gilberto Ibarra Rivera y Martín Avilés Ortega para proponerles un crónica urbana de La Paz con la mirada de los cronistas, aceptaron, nos hemos entrevistado mutuamente contando nuestras propias historias en los barrios de nuestra ciudad donde vivimos de niños, adolescentes y jóvenes, y estamos ya en la última etapa del trabajo; segundo, propuse compartir con una docena de colegas profesores y profesoras de la Universidad y fuera de ella, especialistas en diferentes aspectos de la ciudad,  la idea de un libro multidisciplinar sobre historia urbana pensando a La Paz sin ciudad y la Paz con ciudad, un proyecto que ya hemos iniciado y que esperamos concluir en los próximos meses del año; y tercero, algo extraordinario que me ha pasado en estos meses es el reencuentro cariñoso con hombres y mujeres de mi generación y de la generación anterior de mis cuatro ramas familiares paceñas que proceden del siglo XIX, los Isais, los Bañuelos, los Chacón y Los Piñeda, a quienes propuse un libro familiar  en el que se verá reflejada con toda seguridad la vida de las familias paceñas en La Paz de antes, la de la primera mitad del siglo XX y la del siglo XIX, en especial las nuestras. 

Cuando contamos la historia de la traza urbana en un artículo anterior se podía deducir que La Paz de mediados del siglo XX estaba hecha a imagen y semejanza de la ciudad-puerto comercial de finales del siglo XIX, es decir, no había cambiado tanto.  Para empezar la gran mayoría de las familias paceñas de mediados del siglo XX procedían del siglo XIX, y era tan pequeña La Paz que solo estaba lo que ahora conocemos como el Centro y los barrios históricos de El Esterito y El Manglito; y por lo tanto las familias  frecuentaban los mismos espacios públicos, se estudiaban en las mismas escuelas, se asistía a la misma iglesia, se paseaba en los mismos lugares, se jugaba en los mismos parques, se emborrachaban en las mismas cantinas, se comía en las mismas fondas,  se caminaba por las mismas banquetas, se escuchaba a los mismos músicos,  etcétera. Esa era la ciudad entonces y ahora es la centralidad histórica.

En la actualidad las poligonales definidas oficialmente por el Ayuntamiento de La Paz para El Esterito y El Manglito son las siguientes: 

La poligonal de El Esterito está formado por las calles Morelos, Álvaro Obregón, King Rondero, Héroes de Independencia, Salvatierra y Gómez Farías; mientras que su extensión Colina del Sol está formada por las calles King Rodero, prolongación Malecón, Tabasco, Paseos del Cortés, calle de bajada del Pedregal del Cortés y callejón entre Gómez Farías y Altamirano;   la poligonal de El Manglito está formada por las calles 5 de febrero, línea de costa, Sonora, Rangel, Nayarit, línea de costa, Reforma,  Brecha California, De la Rosa, callejón sin nombre,  Margaritas, Riva Palacio, Colima y Rangel; mientras que su extensión La Inalámbrica está formada por las calles Sonora, línea de costa, Nayarit y Rangel.

El Esterito y su extensión Colina del Sol, y El Manglito y su extensión La Inalámbrica;  por encontrarse en la línea de costa, sus actividades económicas dominantes en el pasado fueron por un lado,  la colecta de ciruelas de El Mogote y pitahayas del monte, y por otro lado,  la pesca ribereña, no solo de la perla y concha perla a chapuz o escafandra; sino la escama como el pargo, la mojarra y la sierra; los moluscos como el callo de hacha, la almeja catarina, la pata de mula; crustáceos como la jaiba; y durante mucho tiempo la cahuama;  entre otras especies; y por otro lado,  las embarcaciones más usuales del pasado fue la embarcación de madera a remo o vela, que después fue sustituido por el motor de combustión interna, dentro o fuera de borda en una embarcación de fibra de vidrio.

El límite norte de El Esterito, en el pasado era un auténtico estero con manglares y embarcaciones de madera que llegaban probablemente hasta la antigua calle cuarta (Aquiles Serdán); siguiendo la línea de costa había que cruzar un puentecito, e inmediatamente después estaba el Rastro y  la Piedra Cagada  lugar de paseo de los paceños y de los pobladores  del barrio El Esterito, principalmente; y el límite poniente era la playa donde también estaban fondeadas las embarcaciones; mientras que el antiguo  barrio El Manglito  era no solo el que actualmente tiene delimitado el Ayuntamiento, sino que abarcaba toda la línea de costa hasta el Palmar de Abaroa, perpendicular a la actual calle Márquez de León.

Tanto El Esterito como El Manglito y sus extensiones, se encuentran en la desembocadura de grandes arroyos, en el primero el que se forma del panteón de los San Juanes y el arroyo del cajoncito que desemboca en el antiguo estero que había en los límites del barrio y el segundo el gran arroyo del palo que corre por las actuales calles 5 de febrero, Sonora, Sinaloa y Nayarit; mientras que por el centro se encuentra el gran arroyo Central que viene del arroyo del Cajoncito y que ahora forma la calle 16 de septiembre con sus desprendimientos en la actual calle Rosales.

Es en esta centralidad histórica donde se ubican precisamente los puntos de encuentro en espacios públicos de la población paceña, nativa y migrante, donde se desarrollan actividades comerciales, turísticas, religiosas, culturales y hasta manifestaciones sociales, y donde todavía se encuentran las viviendas habitadas por una parte importante de la población paceña, aunque cada vez en menor proporción.

En medio de estos dos barrios, durante la primera mitad del siglo XX y las primeras dos décadas de la segunda mitad, se concentraba la mayor parte de la vida urbana de la ciudad:  el Malecón, el antiguo Muelle Fiscal, el jardín Velasco , la plaza como la conocen los paceños, la antigua Casa Municipal, la Casa de Gobierno, la parroquia de Nuestra Señora de La Paz, el templo masónico y el Hospital Salvatierra; eran ocho espacios urbanos fundamentales de la ciudad donde se desarrollaban las festividades, los actos cívicos y los carnavales; donde se concentraba la administración pública del territorio; donde se desarrollaban las festividades y ceremonias  religiosas incluyendo la partida de los cortejos fúnebres hacia el panteón de Los Sanjuanes que se encontraba fuera de la ciudad, frente a los hornos donde se cocinaban ladrillos con los que se construyó la ciudad por varias décadas; y es en el Centro  donde también se llevaban a cabo las ceremonias de la masonería paceña;  alrededor de ellas estaban las principales escuelas de la ciudad, las escuelas No.1 (Miguel Hidalgo, antigua Ignacio Allende), la No.2 (Melchor Ocampo), la No.3 (18 de marzo), la escuela No. 8 (Venustiano Carranza), la escuela 20 de Noviembre, la Academia Comercial Salvatierra, el Colegio Anahuac y el Colegio de La Paz,  el jardín Cristóbal Colón, la secundaria y la preparatoria Morelos, la Sala Ibo, la escuela de Música; muy cerca de la plaza el correo y telégrafo,  el cine Juárez, el mercado Madero y el palacio Municipal, éste último,  sirvió sucesivamente como delegación, oficinas del naciente Partido Nacional Revolucionario y oficinas de la zona militar; muy cerca de ahí la emblemática Perla de La Paz, la ya destruida edificación de la Torre Eiffel y los nuevos comercios como La Palma, El Baratero Cumbre y La Primavera; en la loma sur muy cerca se encontraba el cuartel militar en la actual calle Revolución entre Ocampo y Degollado; y  en la loma norte el hospital Salvatierra rumbo al barrio El Esterito y hacia el oeste la cárcel pública a un costado de las oficinas de la Delegación en el antiguo edificio Sobarzo.

A lo largo y ancho de este espacio urbano central de la Paz se encontraba las fondas, las cantinas, los billares, las peluquerías,  la emblemática nevería  Flor de La Paz, las tiendas de abarrotes, las panaderías, las academias comerciales; mientras que en la playa, el malecón era un lugar de encuentro de todos los sectores sociales de los barrios El Esterito, El Manglito y el Centro, que confluían en la media glorieta del emblemático Kiosko del Malecón, en el muelle fiscal y en el muellecito de madera frente al parquecito Cuauhtémoc muy cerca de la planta eléctrica primero y después de la distribuidora Ford; es frente al malecón donde se encuentran los emblemáticos hoteles  Perla y Los Arcos, con sus propias cantinas, también muy emblemáticas.

En la parte central es donde se encontraban la mayor parte de las edificaciones más grandes donde vivían las familias de empleados, comerciantes y funcionarios de la administración pública, la mayor parte de ellas procedentes de las familias paceñas del siglo XIX y las que llegaron a vivir en la primera mitad del siglo XX; aquí las edificaciones eran muy altas, si eran planas tenía  techos de terrado y vigas de madera, muros de ladrillo o de adobe muy anchos, las vanos en sentido rectangular vertical, la mayoría enmarcados y con remate, otros con arcos de medio punto o cortados, de mayor altura a la entrada de las edificaciones; en su mayoría con remates de pretil, cornisas; columnas adosadas y redondeadas  si se encontraban en alguna esquina de La Paz; si eran de dos aguas, las casas en su mayoría tenían techo de tejamanil; todavía  en la mitad del siglo XX se encontraban muchas huertas y molinos de viento de fierro galvanizado en toda la ciudad que sustraían el agua del subsuelo para el consumo humano y riego. 

Mientras que en los barrios históricos, sobre todo en El Esterito, aunque no dominaban, había edificaciones de la arquitectura tradicional paceña con techumbre plana con vigas de madera, muy altas y de paredes gruesas que por lo general se ubicaban en predios muy grandes, de 50 por 50 metros, algunas de ellas con molinos de viento; basta ir al antiguo Hospital Salvatierra construido a finales del siglo XIX, actualmente la Casa de la Cultura, y todavía se verán algunas edificaciones antiguas a sus alrededores; sin embargo, hay que decir que en El Esterito  como en El Manglito dominaban las casas de ladrillo aparente y de madera con techo inclinado de palma y ocasionalmente de tejamanil, y en menor escala edificaciones de vara trabada;  en el caso de El Manglito, hay que destacar de la historia de la primera mitad del siglo XX predios y edificaciones que fueron referentes de todo paceño y paceña, como es el predio y edificio conocido como La Inalámbrica, edificación emblemática; además de varias casas de ladrillo aparente y madera que todavía existen.

Son muchísimas cosas más las que hay que contar sobre La Paz de mediados del siglo XX. Hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

#4

¿Dónde Empezó Todo?

Crónica De Una Familia Paceña

Gilberto Piñeda Bañuelos

Todos sabemos que en La Paz hay dos barrios históricos, El Esterito  y  El Manglito,   y un Centro que los divide donde antiguamente se encontraba un gran arroyo y dos lomas a sus costados, la loma sur y la loma norte, y de la playa hacia el oriente algunos 800 metros, con un camino en diagonal desde ese pequeño puerto que iba a San Antonio y El Triunfo y seguía a San José del Cabo y otro que bordearía la bahía pasando por El Zacatal para enfilarse camino al norte.  Esa era la ciudad de La Paz hasta mediados del siglo XX, era territorialmente la misma desde la segunda mitad del siglo XIX.

Durante el último tercio del siglo XIX y toda la primera mitad del siglo XX, invariablemente, todas las familias paceñas vivían en alguno de estos tres barrios, y si se cambiaban de casa pasaban de un barrio a otro y si salían fuera de ella, los lugares públicos obligados a practicar era la playa,  la plaza y la parroquia; ir a comprar a La Perla de La Paz, asistir a la escuelas 1, 2 y 3, a trabajar o a realizar trámites a la Casa de Gobierno y si se ofrecía asistirse en el hospital Salvatierra en el barrio de El Esterito.

Como La Paz es una ciudad-puerto muy joven, para la década de 1830 solo tendrían entre 400 y 800 habitantes  y  en 1900 el censo de esa año reporta poco más de 5 mil habitantes, quiere decir que habría  probablemente un millar de núcleo familiares (ahora hay alrededor de 45 mil núcleos familiares en la ciudad).

Está claro que a principios del siglo XIX eran muy pocos los paceños de nacimiento, estos empezaron a serlo  a lo largo de ese siglo;  esto quiere decir que la ciudad-puerto de La Paz empezó a poblarse con personas que venían de otras partes del país o del extranjero. Así se fue forjando en el siglo XIX la identidad paceña y el sentido de pertenencia a un lugar social y natural, identificándose con el espacio que se practicaba.  Así lo confirman la mayor parte de los testimonios de las generaciones de paceños que nacieron en la década de 1920, 1930, 1940 y 1950 que todavía viven.

No hay paceño o paceña de esa generación que no tenga en su memoria El Mogote, el Cerro de la Calavera y el cerro Atravesado; no hay paceño de esa generación que no hable del Malecón, del Muelle, del Puentecito del Esterito, del Palmar de Abaroa y del balneario El Coromuel; no hay paceño de esa generación que no recuerde la terraza del Hotel Perla, del Hotel Los Arcos y del Hotel Moyrón; no hay paceño de esas generaciones que no se fue a tomar una foto a los estudios de Macias y de Rodríguez; no hay paceño de esas generaciones que no tenga de referencia a La Perla de La Paz; no hay paceño de esas generaciones que no haya ido al carnaval, a la serenata o a un desfile cívico a la Plaza frente a la Casa de Gobierno y a misa a la parroquia de Nuestra Señora de La Paz; no hay paceño de esas generaciones que no haya visto un cortejo fúnebre rumbo al panteón de Los Sanjuanes en una carroza tirada a caballo o a pie, como se acostumbraba; en fin todo esto y mucho más representa para los paceños un sentido de pertenencia, que poco a poco va cambiando junto a las nuevas prácticas sociales de la nueva generación.

La mayor parte de las familias de esas generaciones,  las de 1920, 1930, 1940 y 1950, proceden del siglo XIX y como  mencionamos antes, sus orígenes están en otras entidades del país y del extranjero. Cuando hablo de esas generaciones, me refiero a la mayoría de las familias que vivieron en el Centro, en El Manglito y en El Esterito. ¿Dónde empezaba El Manglito? ¿sería a unos 800 metros de la plaza hacia el sur? ¿Dónde empezaba el Esterito? ¿sería a unos 400 metros de la Plaza hacia El Norte? El límite de El Esterito era, literalmente, un estero que había en las faldas del cerro de la Colina del Sol con mangles y canoas de madera que usaban los pescadores a velo, a remo o canalete y El Manglito es el nombre de solar muy grande que había a mediados del siglo XIX sobre unos paredones de tierra que daban a la playa entre dos desembocaduras de arroyo, una especie de cañaditas, donde seguramente  había  manglares, por algo le dicen El Manglito en lugar del Manglecito.  

La gran mayoría de las familias paceñas de esas generaciones vivieron eso que aquí hemos contado.

Bastaría tomar alguna de ellas para confirmar que así es, pongo un ejemplo: hay dos personas de la generación de 1940 y 1950 que son de la misma familia, o sea son hermano y hermana, que nacieron en el corazón del barrio de El Esterito, justo atrás del antiguo hospital Salvatierra, pero sus padres habían nacido en el Centro a principios del siglo XX, su madre en 1912 y su padre en 1908, ella en una casona de la esquina de la calle Independencia y segunda Norte (Madero), contra esquina de la antigua Casa de Gobierno, frente a la Plaza (jardín Velasco) con un hermano y una hermana, que era una casa propiedad de la familia de su madre que vivía en la calle tercera entre Ayuntamiento (5 de mayo) y Constitución; él nació en otra casona con un patio interior jardinado ubicada en la calle Constitución y Primera Norte (Belisario Domínguez) con cuatro hermanas y cuatro hermanos. El padre, aunque le gustaba “pistear”, era muy cariñoso, fue un extraordinario dibujante de planos y rotulista que trabajaba en el Centro, en la oficina de Obras Públicas que estaba en la esquina de Independencia y Belisario Domínguez en la Casa de Gobierno, muy querido por propios y extraños; la madre aparte de ama de casa, además de atender a sus hijos, era educadora que trabajaba muy lejos del Esterito, en el párvulo Bonifacio Díaz, allá frente a las huertas de Los Cuatro Molinos, ella había entrado a la Normal recién egresada de la primaria, como se estilaba antes.

Los padres de ella se llamaban María Antonia Isais Marcq, ”mamá Toña”, e Ignacio Bañuelos Cabezud, “papa Nacho” o “Don Nachito”; de ella se sabe que ambos apellidos son extranjeros, aunque sus padres son mexicanos, el primer apellido, nos contaban que es de origen hebreo sefardí, hispano-portugués, pero que estuvieron asentados en Sicilia desde el medioevo; el segundo apellido es de origen francés; de él se sabe que llegó a La Paz procedente de Ameca Jalisco y no se sabe el origen de sus apellidos, pero al parecer proceden de españoles.  Los padres de él se llamaban Filemón Cecilio Piñeda Contreras y Victoria Chacón Meza; de él se sabe que el primer apellido es de origen español aunque quien lo portaba, Victor, era filipino que llegó a La Paz para quedarse,  mientras que el segundo apellido lo portaba una familia que llegó de Todos Santos; de ella se sabe que el primer apellido es de origen español pero quien lo portaba, Carmen,  venía de Sonora; mientras que el segundo apellido, también de origen español sus descendientes cercanos son mexicanos.

Estas familias: Piñeda Chacón (Maria Esthela, Guillermina, Roberto  Augusto, Rosalba, Norma Cecilia, Raúl, César Hugo, Leon Jorge y Fernando)  son a la vez parte de la familias Piñeda Contreras  (Luis Nicolás, Herminia, María Francisca, Víctor, Victoria y Julia) y Chacón Meza (Otilia, María Gregoria, Carmen, Fernando, Rafael y  José);  mientras que la familia Bañuelos Isais (Ignacio, Maria del Rosario y Matilde) son a la vez parte de las familias Bañuelos Cabezud (Ignacio y probablemente otros hermanos más que se desconocen sus nombres)  y la familia  Isais Marcq (Maria Antonia, Juan Gilberto, Isidro Enrique, Victoria, Jesús, Paula Alfonsina, Anselmo Alfredo, Justino y Alfredo).   Y así, todas ellas juntas hacen una de las muchas historias de las familias paceñas, que alguna vez habremos de contar, entre todos y todas, con recuerdos, con testimonios, con fotografías.

Pues bien, hermano y hermana, con sus padres en vida, entre 1959 y 1961 se cambiaron primero del Esterito a un lugar del mismo barrio que era conocido como El Choyal allá cerca del Vallado, por Altamirano y Victoria; y después al Centro en un lugar conocido como el  Barrio de la Pedrada (dicen que porque era en el arroyo de la calle Rosales, donde se “agarraban” a pedradas los del Esterito y los del Manglito), pero que en realidad era  parte del Centro pues estaba a un lado del Hotel Los Arcos a cincuenta metros del parquecito Cuauhtémoc. Fue en esa casa familiar donde falleció Raúl Piñeda Chacón el 29 de marzo de 1986 y más tarde María del Rosario Bañuelos Isais, Chayito, el 31 de enero de 1992. Ya habían nacido sus nietos y todavía faltaba mucho tiempo para que nacieran sus bisnietos.  Ahora, le llamamos a ese lugar,   La Casa de Chayito y Raúl, un lugar donde María Ofelia Guillermina, la Ope y Gilberto Jesús, el Tito, los recuerdan con enorme cariño, cada vez que van a visitarles, imaginando a Raúl dibujando en el restirador de madera, quemado por el cigarro, tomando café,  y a Chayito por las tardes  sentada en el porche mirando hacia el malecón.   

#5

Manila-La Paz

 Crónica De Un Encuentro.

Frente A Un Molino De Viento (*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

Cada vez que vamos de visita al panteón de los sanjuanes a visitar a Chayito y Raúl, vemos a lo lejos, lo que alguna vez fue un molino de viento abandonado que se encuentra como a cien metros de la entrada en el mero corazón del Centro histórico del panteón a unos veinte  metros hacia el oriente de las tumbas de Don Filemón Cecilio Piñeda Contreras y de  Victoria Chacón Meza.  

Lo que se sabe  hasta ahora es que el padre de Don Filemón era Victor  Piñeda de la Cruz  nacido en Manila, Filipinas y fallecido en La Paz el 9 de marzo de 1899, que había sido marino, quien era hijo de  Espíritu Piñeda, nacido en 1811 en Vigan Manila,  profesor de primeras letras y de Hilaria de la Cruz.

Victor, el marino, el que llegó  al puerto de La Paz a mediados del siglo XIX  se casó  el 1 de octubre de 1861 con Refugio Contreras Espinosa que había nacido en Todos Santos y que era hijo de un labrador  llamado   Pedro Contreras también de Todos Santos y de Perseverancia Espinosa que era originaria en San Antonio.

Pero regresando a los de los molinos de viento, si ustedes caminan por la ciudad histórica,  bajando la cinco de mayo se puede ver otro molino de viento a la derecha, otro por la calle Guillermo Prieto pasando la Márquez de León en la otra esquina y uno más en un lugar que antiguamente fue una huerta muy bonita donde había una casa antigua de ladrillo y que ahora construyeron sobre de ella un edificio de una notaría con la arquitectura tradicional paceña en Allende entre Serdán y Guillermo Prieto.

Ya hay pocos molinos de viento en La Paz, la antigua “ciudad de los Molinos”. ¿Por qué había  tantos molinos en La Paz antigua?

En el siglo XIX el puerto comercial amenazó con transformarse en una ciudad y por lo tanto la llegada masiva de personas a vivir en ella obligó a buscar formas de consumo del agua subterránea a través de pozos profundos o menos profundos hechos de ladrillo en forma circular  de los que se extraía con un recipiente, un mecate y una polea colgada en un travesaño de madera fija en dos troncos en forma de horqueta; posteriormente se importaron unas estructuras de madera o de  fierro galvanizado que conocemos como molinos de viento que extraían el agua con mayor o menor cantidad según la velocidad del viento, lo que obligaba a construir una pila circular a un costado del molino donde caía el agua que se extraía del pozo y que por gravedad pasaba para el riego de las huertas que había muchas en la ciudad y para el consumo humano.  Esa debió ser la historia del agua urbana por espacio de  siglo y medio.

Pero ¿qué tienen que ver los molinos con esta crónica?

Es el caso de que el sábado previo al 10 de mayo, iba camino a la casa de Chayito y Raúl y  decidí llegar al lugar donde estuvo hasta hace unos años una casa antigua de ladrillo y una huerta, donde todavía hay un molino de viento,  me encontré con un profesor conocido que vivía ahí, me atendió cuando llegué  y le pregunte si se me permitía entrar a tomar fotografías del molino que por cierto se miraba ya muy deteriorado de sus aspas, aunque yo lo había visto entero antes del Odile; le explique al profesor  qué el motivo de la visita al molino de viento era porque estaba haciendo un trabajo de investigación de historia urbana de La Paz  y como parte de ella también acerca  las familias paceñas que habitaron la ciudad en el siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Por supuesto que accedió con mucho gusto y camino al molino  le pregunte sobre los propietarios de la antigua  casa de ladrillo que había en ese lugar y de la huerta, mientras observaba que al llegar al molino, a un costado,  la familia estaba haciendo tamales, supongo que para el día siguiente que era el día de las madres, o no sé si para ese día, entre ellos se encontraba un señor llamado Alfonso Javier Cota Aguirre que era el padre de la esposa del profesor.

Me presente: Soy el hijo de Chayito Bañuelos Isais y Raúl Piñeda Chacón, tal vez los conoció, le dije, cómo no, me contestó y entonces me dio dos datos que me llamaron poderosamente la atención, que no tenía nada que ver con el motivo de mi vista, los molinos de viento,  y fue cuando me dice Chayito fue mi profesora y segundo me hace una pregunta: ¿sabes que hace muchos años dos marinos, uno de apellido Aguirre y otro de apellido Piñeda desembarcaron en La Paz y se quedaron a vivir aquí?, me tomó por sorpresa y le conteste a una velocidad vertiginosa: “Si, sí…se de uno, Victor Piñeda que era mi bisabuelo pero del que se apellidaba Aguirre, no sabía”.

Resulta que Don Alfonso Javier, a quien acababa de conocer de manera casual se apellida Aguirre, Cota Aguirre son sus apellidos, bisnieto de ese marino que había llegado a La Paz junto con mi bisabuelo Victor Piñeda que llegó en un barco que venía de Manila; su mamá se llamaba María Esther Aguirre Avilés que nació donde él vive ahora que es en lo que antes era una   loma del arroyo de la calle Rosales, por la calle Allende entre Revolución y Serdán (me cuenta Don Alfonso Javier que su abuela le contaba  que el arroyo era un paseo que la llevaba hasta el cerro atravesado…Interesante). Le pregunte si alguien de la familia tendría los ojos rasgados como los orientales, me dice que sí.

Resulto muy grata la entrevista que tuve en su casa con él y su esposa Doña Martelia de Anda Franco, que dicho sea de paso es la hermana mayor de María Luisa, que estuvo conmigo en la escuela 18 de marzo.  Don Alfonso Javier es jubilado desde 1989 de su último trabajo en la Secretaría de Hacienda y me contaba que empezó a trabajar desde muy jovencito una vez que terminó sus estudios en una academia comercial que parece se llamaba “Jaime Bravo” de Don Candelario Angulo Álvarez y que estaba cerca de la Independencia y Guillermo Prieto; trabajó primero en la Cámara de Comercio con Don Pedro Mercado, después como cobrador en el Banco del Pacífico que estaba a un lado del Hotel Misión en la esquina de la antiguas calle Puerto y Comercio (Agustín Arriola y Esquerro), me cuenta que en ese Banco era el cajero principal Don Mario García, de quien fue muy buen amigo y que los invitaba muy seguido a la conocida por los paceños como la “huerta Isais” donde tenía su casa; después trabajo como meritorio en el telégrafo que estaba en la cuchilla formada por las calles Madero entre 16 de septiembre y Artesanos; y posteriormente por espacio de 12 años con “Chalito” Cota, como le conocíamos a la casa comercial de Don Carlos Cota Downey, para pasar de ahí a trabajar a lo que después fue la Secretaría de Hacienda donde permaneció durante 26 años y medio.

Fue un gusto enorme haber tenido el encuentro con Don Alfonso Javier, pero lo interesante del encuentro fue saber que su madre, María Esther Aguirre Avilés que había nacido en 1900, por un lado tuvo un descendiente muy conocido en la naciente ciudad de La Paz que fue Don José Mariano Monterde Antillón y Segura que fue gobernador del Territorio de Baja California entre 1829 y 1834; y por otro lado, que el abuelo materno de Don  Alfonso Javier,  que se llamaba Adolfo Aguirre Lujan,  tenía una zapatería en lo que ahora son las calles 16 de septiembre entre Madero y Revolución, era hijo  doña Nieves Lujan que se casó precisamente con el Señor Aguirre del que se desconoce su nombre, que fue precisamente la persona  que llegó de Manila Filipinas a La Paz junto con don Victor Piñeda de la Cruz, mi bisabuelo…. Un dato más para las historias familiares de los paceños.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el miércoles 20 de mayo de 2015.

Crónica De Una Metodología Para La Genealogia

De Las Familias Paceñas (*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

#6

Hace alrededor de tres años, habiendo publicado dos artículos en la página de Opinión de El Sucaliforniano, uno relacionado con los  cuidadores del panteón de Los Sanjuanes, específicamente sobre la familia Juárez y otro sobre la Guía Familiar de Baja California de Don Pablo L. Martínez que acababa de ser reeditada por el Archivo Histórico Pablo L. Martínez;  en aquel entonces recibí un llamada de un respetable médico descendiente de las viejas familias paceñas, de la generación inmediata anterior a la mía, para comentarme sobre las genealogías familiares que tenían origen en el siglo XIX y que él estaba trabajando en sus tiempos libres.

Gracias a esa llamada y a dos o tres entrevistas que tuve con él,  y a las informaciones que me proporcionó  muy amablemente, lo cual agradezco profundamente, me estimuló mucho  a pensar cómo hacerle  para que todas aquellas  familias paceñas cuyos abuelos, bisabuelos y tatarabuelos habían llegado o habían nacido en el siglo de formación del puerto de La Paz, el siglo XIX, empezaran a interesarse en las historias familiares. Este médico me enseño, que en los tiempos libres, aunque sean pequeños,  podemos ir reconstruyendo la memoria histórica familiar y de la propia ciudad de La Paz, pues después de la pérdida de memoria y la pérdida de identidad, lo que queda es el OLVIDO, exactamente lo que le empieza a pasar  al patrimonio cultural edificado de la ciudad-puerto La Paz.   

Por supuesto que nunca pensé en los historiadores de profesión o de oficio, sino en las personas comunes que nacieron a mediados del siglo XX y que todavía tienen la fortuna de tener vivos a sus padres, a sus tíos y tías,  o a sus abuelos y abuelas. Ellos y ellas seguro que tienen en sus baúles de los recuerdos muchas fotografías de ellos, de sus familiares y de la ciudad; ellos mismos y ellas mismas son testimonio vivo de lo que vivieron  en la Paz, por eso, creo, y estoy convencido que desde sus casas estos paceños y paceñas pueden empezar una TAREA DE TIEMPOS LIBRES, pero necesaria, porque cuando pasen 20, 30, 50  o 100 años más, las familias paceñas del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, quedarán  literalmente “hechas polvo”, es decir  en el olvido y por eso es necesario que las familias de paceños y paceñas emprendan  esta tarea, antes de que sea demasiado tarde. Como dije, esto no es necesario dejárselos a los historiadores profesionales, ellos y ellas tienen otros intereses, que son estrictamente académicos y laborales, aunque si lo hicieran, obviamente que quedarían más “consistentes”, pero para el caso de la memoria histórica de los paceños, no es necesaria tanta cientificidad, basta con recordar e imaginar las prácticas pasadas de los paceños en la ciudad y en los hogares de la ciudad.

Para empezar esta tarea, no pueden faltar en los hogares la Guía familiar de Baja California (1965) de  Don Pablo L. Martínez  y  Forjadores de Baja California (1974) de Carlos Domínguez Tapia, que son la referencia suficiente y necesaria para emprender esta tarea; claro, si cada familia  puede o tiene tiempo, puede empezar a buscar en la Internet, o visitar los archivos del registro civil y parroquial, o relacionarse entre familias paceñas de diferentes ramas familiares que tienen su origen en el siglo XIX y que alguna vez compartieron  y practicaron juntos la ciudad.

En el artículo al que me refiero sobre la Guía Familiar de Don Pablo L. Martínez planteé por primera vez un criterio metodológico para empezar esas historias, aceptando la hipótesis de Don Pablo  en el sentido  de que en la península  de Baja California y en el puerto de La Paz,  “el hombre blanco no mezcló su sangre con la raza autóctona sino por excepción”. O sea, la Paz se formó a principios del siglo XIX con personas que llegaron de otras entidades de la naciente nación independiente  o del extranjero, verán que si hacen el ejercicio de su genealogía familiar paceña,  encontraran que esto es así en la gran mayoría de las familias paceñas.

Repito aquí lo del artículo que escribí hace tres años para ver algo de los apellidos sudcalifornianos y paceños: Don Pablo encuentra que hay tres apellidos originarios de la población sudcaliforniana que proceden de finales del siglo XVII: Rodríguez, Márquez y Arce. El primero viene de Esteban Rodríguez Lorenzo, portugués, que llegó con el padre Juan María de Salvatierra para fundar la Misión de Nuestra Señora de Loreto, el segundo viene del soldado Nicolás Márquez, de origen siciliano, que también llegó con Salvatierra en el primer grupo de soldados; y el tercero fue otro soldado, Juan de Arce, de origen inglés, que llegó a la misión de Loreto al año siguiente de su fundación.

Por otra parte, Don Pablo señala que en el siglo XVIII hay 18 apellidos que aparecen con cierta regularidad en los documentos: Ocio, Romero, Carrillo, Verdugo, Ribera y Moncada,  Castro, Verduzco, Sáenz, Ruíz, Ortega, Ceseña, Murillo, Salgado, Avilés, Talamantes, Aguilar, Villavicencio y Marrón; por otro lado, como el Real de Santa Ana fue el primer poblamiento no misional significativo en la península a mediados del siglo XVIII, Don Pablo destaca otros apellidos que proceden del lugar y que se conocen después de su fundación como los apellidos Cota, León, Duarte, Amador, Beltrán, Ajuque, Fajardo, Martínez,  González, Lara, Flores, Moreno, Olachea, Morales, Barrera, Villa, Arballo, Gerardo, Geraldo, Cadena, Guerrero, Hirales, Ojeda, Orozco, García, Orantes, Álvarez, Mendoza, Estrada Domínguez y Calderón.

Finalmente, En el siglo XIX,  Don Pablo destaca 9 apellidos de origen español, aunque algunos procedían de Filipinas como De la Toba, Montaño, Meza, Angulo, Navarro, Legaspi, Canseco, Ruffo y Villarino; mientras que anota 15 apellidos de origen no español como Smith (inglés), Sández (inglés), Pedrín (francés), Gibert (francés), Fiol (al parecer inglés, pues su verdadero nombre según Don Pablo era John Hastings), Collins (inglés), Maclis (inglés, que después evoluciona a Macklis), Gavarain (francés, originalmente Gavarine), Leggs (inglés), Robinsón (inglés), Fisher (estadounidense), Ritchie (inglés), Green (inglés), Corazón (estadounidense, originalmente Hearst) y Kennedy (estadounidense).

Esto es lo que dice Don Pablo, otra cosa es lo que cada familia paceña descubrirá si emprende la tarea de realizar en sus tiempos libres su propia genealogía familiar.

¿Cómo empezar?

1)Tomar como punto de referencia a los hermanos y hermanas que hayan nacido en La Paz en las décadas de 1930, 1940 y 1950  y que sepan por tradición oral de sus padres o por documentos que posean que sus antepasados llegaron o nacieron en La Paz en el siglo XIX o los primeros años del siglo XX, que serían los paceños primigenios. Por ejemplo: María Ofelia Guillermina y Gilberto Jesús se apellidan Piñeda Bañuelos, ella nació al iniciar la década de 1950 y él al finalizar la década de 1940.

2)Identificar las cuatro ramas familiares  de la siguiente generación a las que pertenecen, por ejemplo Raúl, se apellidaba Piñeda Chacón y María del Rosario se apellida Bañuelos Isais, el nació en al finalizar  la década de 1900 y ella al iniciar la década de 1910.

3)Identificar a las ocho ramas familiares de la siguiente generación, por ejemplo: Filemón Cecilio se apellidaba Piñeda Contreras y Victoria se apellidaba Chacón Meza, él nació  al finalizar la década de 1860 y ella en a mediados de la década de 1870; Ignacio se apellidaba Bañuelos Cabezud y María Antonia se apellidaba Isais Marcq, él nació a finales de la década de 1860 pero llegó de Jalisco y ella nació en la década de 1880.

4)identificar a las diez y seis ramas familiares de la siguiente generación, por ejemplo: Victor se apellida Piñeda de la Cruz y Refugio se apellida Contreras Espinosa, él nació al finalizar la década de 1820 pero venía de Filipinas y ella nació a mediados de la década de 1840 pero venía de Todos Santos; Carmen se apellidaba Chacón Grijalva pero venía de Sonora y Sacramento se apellidaba Meza se desconoce su segundo apellido; Ignacio se apellidaba Bañuelos Tello y Rosario  se apellidaba  Cabezud pero se desconoce su segundo apellido, ambos veían de Jalisco; José Isidro Antonio se apellidaba Isais Cedano y Matilde se apellidaba Marcq Hermosillo, él nació mediados  la década de 1840 pero venía de Nayarit, ella nació al finalizar la década de 1860.

5)Este mismo criterios se sigue para los cónyugues, hijos, nietos y bisnietos, de los hermanos que hayan sido referencia genealógica, por ejemplo: los hijos de María Ofelia Guillermina se apellidan Marmolejo Piñeda mientras que los hijos de Gilberto Jesús se apellidan Piñeda Verdugo; los nietos María Ofelia Guillermina se apellidan Marmolejo Martínez y Marmolejo Mariscal, mientras que los nietos de Gilberto Jesús se apellidan Piñeda Castro y Murillo Piñeda; el bisnieto de María Ofelia Guillermina se apellida Martínez Armenta.

En el ejemplo de estos dos hermanos son únicamente cuatro líneas familiares que es la de los padres en un segmento vertical: hacia atrás, padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos y hacia adelante, hijos, nietos y bisnietos, o sea en total siete u ocho generaciones; pero si la matriz genealógica de extendiera horizontalmente, al menos con las hermanas y hermanos de los padres y de los abuelos y se construyeran también los segmentos verticales, entonces la genealogía familiar de las familias paceñas que hicieran esto en los tiempos libres, pues resultaría un enorme contribución a la memoria del pueblo paceño.

¿Cómo seguir?

1)Para cada familiar identificado,  al menos, registrar la fecha y el lugar de nacimiento,  la fecha y lugar de fallecimiento en caso de que haya sucedido,  el oficio que ejercía, los nombres de las calles y barrio donde vivían.

2)Colectar fotografías de cada núcleo familiar de cada generación e identificar al menos los nombres de los personajes que aparecen en la fotografía, el lugar donde se encuentran los personajes, la fecha aproximada de la toma y si se puede, el autor de la foto.

3)Solicitar a los familiares de las generaciones nacidos en las décadas de 1930, 1940 y 1950 sus testimonios y recuerdos  de su infancia, adolescencia y juventud en la ciudad de La Paz.  

    

 ¿Vale la pena utilizar parte de nuestro tiempo libre para emprender esta tarea contra el olvido?, me pregunto. Cuando era más joven pensaba que no era necesario, ahora pienso diferente,  creo que sí.

Cualquier familia paceña que tenga interés en realizar su propia historia familiar en sus tiempos libres puede seguir este criterio o cualquier otro, lo importante es emprender esta lucha por la memoria y contra el olvido; y  si lo quiere compartir o tienen alguna duda de esta crónica,  se pueden comunicar a mi correo: gilbertojpb@uabcs.mx, que en la medida de mis posibilidades de tiempo libre, estoy a  disposición de la memoria histórica de los paceños y paceñas.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el sábado 30 de mayo de 2015.

#7

Un Plano Del Puerto De La Paz De 1847(*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

La guerra de ocupación de los Estados Unidos a México de 1846 a 1848 pareciera muy alejado en el tiempo y en el espacio, pero no es así. Antes de la guerra, para 1836 en toda la península de Baja California había cerca de 6 mil 500 habitantes de los cuales  casi 4 mil 500 se concentraban en la parte sur, datos que aparecen en el informe del jefe político y comandante militar coronel Miguel Martínez, que si los contrastamos con los más de 40 mil personas que se estima vivían en la península de la California antes de la ocupación española, es evidente el genocidio del mundo indígena, pues en el siglo XIX prácticamente la totalidad de indígenas habían desaparecido, solo quedaban unos cuantos y solo en el extremo norte de la península.

En la guerra de ocupación los estadounidenses pensaron en quedarse con la península de Baja California, afortunadamente, al final  no fue así. Declarada la Guerra en 1846, llega a La Paz el buque de la armada “US Cyane”, al mando del comandante Dupont que  ocupa el puerto y  somete al jefe político Francisco Palacios Miranda que no opuso resistencia, sino por el contrario se puso del lado del ejército estadounidense de ocupación, aunque el comandante  Dupont se retiró pronto dejando solamente un grupo de militares estadounidenses en el puerto.

Ante la traición de Palacios Miranda, la diputación territorial reunida cerca de San José del Cabo nombra a Mauricio Castro como jefe político de Baja California aunque el primero se mantiene en La Paz sin dejar el cargo, al mismo tiempo que el capitán Montgomery a bordo del buque de guerra Portsmouth arriba al puerto de San José del Cabo sin que hubiera resistencia aparente de la población y en julio de 1847 se retira del sur de la península y se envían a La Paz  dos compañías de voluntarios de Nueva York; los paceños no ofrecieron resistencia, a diferencias de los josefinos, muleginos y comundeños quienes exigieron al gobierno central  armamento para defender el territorio y rechazaron la presencia del ejército estadounidense y la jefatura de Palacios Miranda.

Hay que recordar que mientras el  comodoro Schubrik proclama que “la bandera de los Estados Unidos está destinada a ondear para siempre en las Californias”, el comandante Burton aliado con el depuesto Palacios Miranda en La Paz,  se enfrenta con  la resistencia que venía del norte y del sur a La Paz al mando del capitán Pineda. Ya se había firmado el tratado Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848 y con él la entrega en propiedad de toda la franja norte del territorio nacional a los Estados Unidos,   sin embargo, para marzo de  ese año el capitán Naglee ocupa La Paz con un ejército de 217 hombres capturan al capitán Pineda, al padre Gabriel González y a Mauricio Castro.

El ejército estadounidense se mantiene en La Paz hasta el 1 de septiembre de 1848 cuando el Comodoro Jones  regresa el territorio ocupado por los Estados Unidos a Mauricio Castro en su calidad de jefe político; mientras que dos días antes, el 30 de agosto Palacios Miranda, ex jefe Político y el padre Ignacio Ramírez jefe superior de la diócesis con alrededor de 300 paceños se embarcan por decisión propia en los buques Southampton y Lexington rumbo la nueva California conquistada durante la guerra de ocupación.

Con motivo de la intervención, los estadounidenses elaboraron un plano del puerto de La Paz como herramienta militar de reconocimiento y movilidad en el territorio ocupado, como suelen hacer los invasores. La crónica gráfica del plano de 1847 no puede ser comprendida si no lo traemos al presente, es decir a la traza urbana actual.

Entonces, a la distancia, este plano  que ya fue estudiado por una tesista del Colectivo de Historia Urbana  en la Maestría en Historia Regional de la UABCS resulta  interesante para una explicación primigenia de la morfología urbana; pues si bien su dibujo tuvo un objetivo militar para planificar la ocupación del ejército estadounidense,  en él podemos encontrar algunos rasgos urbanos de la época en el puerto y sus alrededores (en ese entonces los alrededores de La Paz empezaban a partir de la actuales calle Bravo hacia el sur y Guillermo Prieto hacia el este) como por ejemplo los caminos de acceso, algunas edificaciones relevantes, la mancha urbana con traza de manzanas irregulares en la parte baja y sin traza en la parte alta donde estaba dispersa la poca población que había (cerca de un millar de personas).

Para empezar, en el dibujo del plano se ubicó el cuartel del ejército estadounidense en  la loma sur de la manzana actual formada por las calles Revolución, Degollado, Madero y 16 de septiembre, enfrente donde se encontraba en aquel año el templo de la iglesia que sería en algún lugar de la actual manzana  formada por las calles Revolución, Ocampo, Madero y Degollado; muy cerca de ahí a unos cien metros estaba el inicio  de dos caminos, uno que iba en diagonal rumbo al sur, específicamente a San Antonio (prácticamente el mismo trazo actual, solo que ahora la diagonal es el  Boulevard Forjadores desde la avenida 5 de febrero) y otro rumbo al suroeste que iba hacia El Zacatal  que era una ranchería que estaba cerca donde hoy se encuentran las lagunas de oxidación de la ciudad.

Hay otros tres caminos en la loma norte que parten de las  actuales calles 5 de Mayo, Madero, Independencia y Belisario Domínguez  que van hacia el este, uno que va paralelo a la costa rumbo al cerro de La Calavera, otro rumbo al arroyo de El Cajoncito que seguramente pasaría al costado norte del cerro del Piojillo y un tercero rumbo al cerro Atravesado; los tres caminos partían del viejo cuartel ubicado en las actuales calles Belisario Domínguez entre Independencia y 5 de mayo;  este último camino pasaba a un costado del panteón que estaría ubicado relativamente alejado del templo de la iglesia, en las actuales calles de Independencia, Guillermo Prieto, Reforma y Serdán. Son caminos que seguramente conducían a rancherías de los alrededores de La Paz o en el caso del camino costero, probablemente a las salinas naturales que había hacia el norte del puerto, aunque para llegar a ellas había que rodear un estero que se presume estaba lleno de manglares, muy grande, que si lo quisiéramos ubicar en el presente sería el límite del actual barrio El Esterito en la colonia Colina del Sol y que seguramente abarcaba hasta la calle Guillermo Prieto o más allá, probablemente hasta la calle Altamirano.

Algo relevante del plano de 1847 es por un lado  que el puerto todavía no cuenta con algún embarcadero y por lo tanto el canal de la ensenada de La Paz sirve de fondeadero de las embarcaciones mayores movilizando mercancías y personas hacia y desde el puerto en embarcaciones menores de remo y canalete; y por otro lado,  la línea de costa llegaba a los límites del arranque de la pronunciada pendiente de los paredones de tierra hacia la loma norte y la loma sur divididas solo por el gran arroyo central, que es la actual calle 16 de septiembre y una parte plana, que había sido el delta del arroyo central que va de la actual calle 16 de septiembre a la actual callejón Lerdo de Tejada, donde se ubicaban las únicas seis manzanas irregulares ya definidas donde se habían construido cerca de medio centenar de edificaciones de material consistente y otras tantas en las lomas probablemente de material menos consistente que se pueden contar en el plano.

Las edificaciones más destacadas  se encuentran un almacén comercial localizado en la loma sur muy cerca del templo de la iglesia que en la actualidad estaría sobre la esquina de Madero y Degollado; en la parte de abajo en esa misma dirección se encontraba un molino de viento y un poco más abajo la casa de  Antonio Belloc que  fue uno de los primeros comerciantes acaudalados en el puerto y que al parecer en 1817 le habían sido otorgado un sitio conocido como “Los  Aripes” y para 1857 se dice que ya era dueño de cinco  fincas  en el puerto de La Paz;  también están dibujadas en el plano de 1847 dos casas del entonces jefe político Francisco Palacios Miranda, una de ellas, la más grande fue destruida en los combates por la resistencia sudcaliforniana que se encontraba  cerca del arroyo central que hoy sería a un costado de la esquina de la calle Esquerro y 16 de septiembre; la otra en la loma sur frente al almacén comercial.

Finalmente, se observa claramente en el plano la existencia de otro arroyo   hacia el sur del arroyo central que en la actualidad sería la calle Rosales donde hay una extensa entrada de agua, que si la quisiéramos ubicar en el presente la línea de costa llegaría hasta el callejón mutualismo, desde la calle Lerdo hasta la calle Rosales, que es la superficie ganada al mar en el proceso histórico de urbanización del puerto de La Paz en el siglo XIX; otra parte ganada al mar en el tiempo fue décadas más tarde lo que ahora conocemos como el malecón.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el sábado 30 de mayo de 2015.

Doyce B. Nunis jr., The mexican war in Baja California. The memorandum of captain Henry W. Halleck Concerning his expeditions in lower California, 1846-1848, Dowson´s Book Shop, Los Angeles, 1977, p. 45. Las indicaciones en el mapa son las siguientes: 1)posición principal de los norteamericanos, 2) Iglesia, 3)Edificoo comercial, 4) Casa del Gobernador Palacios Miranda, 5) punto fortificado, 6) Molino, 7)Casa de Antonio Belloc, 8)punto de mayor penetración del avance de los mexicanos, 9) casa del Portugués, 10) Viejo cuartel, 11 y 12) Posición de los hombres de Steel en el ataque del viejo cuartel, 13) Cementerio, 14) Otra casa de Palacios Miranda (destruida por los mexicanos), 15) Arroyo, 16) Cuartel de los norteamericanos.

Caminando Santa Rosalía,

Pasando Por La Fundición(*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

#8

En los últimos  10 años, he visitado Santa Rosalía con cierta frecuencia, por dos razones: una primera razón es personalísima  porque formo  parte de una organización solidaria sin fines de lucro que ahora está construyendo un Archivo Histórico del Movimiento Social Sudcaliforniano (AHMSS)  y que ha venido acompañado a un centenar de obreras que maquilan calamar en las plantas coreanas y china, que fueron despedidas injustificadamente; una segunda razón, motivo de esta crónica, es estrictamente académica pues existe el interés por construir con la fotografía antigua  la historia gráfica del puerto que se formó al finalizar el siglo XIX como centro minero-siderúrgico a partir del establecimiento de una compañía extranjera  dedicada a la exploración, extracción, producción y exportación de cobre: la “Compagnie du Boleo”.

Hace unos días visité de nuevo Cachanía por esas dos razones, pero solo me referiré a una de ellas en esta crónica. Pues bien, tres jóvenes estudiantes que están por concluir su carrera en el Instituto Tecnológico Superior de Mulegé, María Eunice Villavicencio González, Adriana Guadalupe Ramírez López y Manuel Enrique Verdugo Villavicencio, como parte de su servicio social han emprendido hace algunos meses la tarea de tomar fotografías en el mismo lugar en que fueron tomadas hace 50,  70, 100 o más años  y con ellas interpretar las transformaciones urbanas y el grado de conservación o de destrucción  del patrimonio cultural edificado que existe actualmente en el puerto patrimonial de Santa Rosalía (digo patrimonial, porque hay un Decreto Presidencial del 5 de diciembre de 1986 que lo declara Zona de Monumentos Históricos, lo cual supone un status de protección por parte del INAH); con las tomas fotográficas que realizaron y con el apoyo técnico para los diseños de fotocomposición y microlocalización que realizaron otros estudiantes de servicio social del Instituto Tecnológico de La Paz para otro proyecto, el viernes 19 de junio se llevó a cabo una conferencia gráfica en Santa Rosalía con el apoyo de los responsables de vinculación, difusión y comunicación del Tecnológico; así que viajé la noche anterior en autobús.

Viajar en autobús es más cómodo, aunque no tan barato pues ida y vuelta casi llega a los 2 mil 500 pesos, pero como la juventud se me ha acumulado tanto, así  que pague la mitad como adulto mayor, como ahora se dice. La llegada fue de madrugada y como suelo hacerlo, camino un poco por el centro histórico de Santa Rosalía a disfrutar el paisaje urbano que es impresionante, imaginando lo que fue la vida de los trabajadores cuando salían a esas horas, en la madrugada, de sus casas a permanecer en las agotadoras jornadas laborales en los socavones de las minas  y de los obreros en la calurosa fundición, y también imaginando lo que pudo haber sido de la vida de los accionistas, administradores y técnicos franceses de la época de la “Compagnie du Boleo” en la antigua Mesa Francia;  luego me enfilo camino hacia el barrio de Nopalera, a veces por arriba precisamente por la Mesa Francia, a veces por abajo caminando a un costado de la carretera al norte pasando por la fundición y por el Chute, como fue en esta ocasión, a visitar a dos viejos amigos,  Carmen y Armando (no por viejos, sino porque hace mucho que los conozco), a “gaviotear” café, pan, y si se puede aceitunas, frijoles y tortillas de harina; pero en esta ocasión, tocó la casualidad que no estaban, parece que se habían venido a La Paz, pero no fue en balde, pues se disfrutan las mañanas en “Cachanía” (porque más tarde, un “calorón”), así que me regresé otra vez caminando y me hospedé en un hotel a un lado de la antigua fundición, aunque me regresaría de nuevo en el autobús de la noche, para llegar a La Paz en la madrugada del sábado como llegue.  

Como el tecnológico está en una loma a la salida a La Paz, desde donde se observa un hermoso panorama; entonces, había que tomar un taxi pues no tenía en ese momento el habitual “raite” del Armando, y cuál fue la suerte que entre plática y plática con el chofer, resultó ser un ex obrero de la Compañía Minera Santa Rosalía, que había trabajado 30 años como tornero en la fundición desde  1955  hasta  1985 cuando cerró la compañía (me dijo que había nacido en el poblado minero de Purgatorio y que había hecho su primaría en otro poblado, en San Luciano donde sigue de pié el famoso Tiro Williams), hijo de un minero que había trabajado para el Boleo; como la plática quedó inconclusa, quedamos de vernos entre las doce del día  y tres de la tarde, horas en que él atiende la antigua Casa de Fuerza donde en el pasado (a finales del siglo XIX y principios del siglo XX) se generaba electricidad para la fundición, para las minas y para el pueblo, donde ahora hay un interesantísimo museo industrial, medianamente conservado pero con un entorno industrial en completo abandono, muy descuidado y casi destruido, a pesar de ser patrimonio cultural edificado dentro del polígono de Zona de Monumentos Históricos.

Nos despedimos momentáneamente para iniciar la conferencia gráfica en la sala audiovisual del Instituto Tecnológico Superior de Mulegé, conjuntamente con la estudiante Eunice Villavicencio, que aunque hubo poca asistencia, al final los comentarios destacaron la importancia que tendría esta metodología grafica para la historia urbana de Santa Rosalía y de cualquier pueblo de Mulegé, de tal suerte que uno de los asistentes, Antonio Ramírez Castro,  que por cierto forma parte de un colectivo de “Cachanía” que publica fotografías históricas en las redes sociales a través del  “Rincón Boleriano”  donó para el proyecto de investigación gráfica del Centro de Documentación de Historia Urbana  centenares de fotografías históricas digitalizadas del puerto de Santa Rosalía y de sus habitantes, de Mulegé pueblo y de San Ignacio, lo cual agradecemos profundamente.

Durante la conferencia y la reunión posterior con las autoridades del Tecnológico surgieron varias ideas y propuestas de colaboración Académica  ITESMulege-UABCS que desde la visita anterior se habían contemplado como por ejemplo la posibilidad de publicar una serie de artículos sobre “Una breve historia de los pueblos mineros de los municipios de La Paz y Mulegé” en forma de folleto o de libro; la incorporación a partir de agosto de nuevos estudiantes del tecnológico al programa de servicio social para dar continuidad al trabajo que ahora se está realizando, y algo muy importante, que podría ser trascendente para Santa Rosalía, que es la posibilidad de integrar estudiantes de la carrera de Ingeniería Industrial   a un proyecto de rehabilitación y reconstrucción de la antigua fundición de la Compagnie du Boleo para convertirlo en el Museo de Historia   donde se reconstruya el proceso de producción y fundición de cobre de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX que sería destinado para conservar la memoria minera del pueblo de “Cachanía”; y eso, muy bien  lo pudieran iniciar al menos tres estudiantes con un servicio social y concluirlo en  una residencia para titulación colectiva; antes de que la desmantelen por completo o que  el tiempo o el mercado destruyan para siempre a la antigua fundición.

La conferencia empezó cerca de las 12 del día y concluyó cerca de las 2 de la tarde, y el tiempo se agotaba para poder hacer la entrevista con el chofer de taxi, ex obrero de la compañía, tornero de la fundición y ahora cuidador y facilitador del museo industrial, que como me lo había advertido, él se retiraba a las tres de la tarde; afortunadamente gracias a la ingeniera Desiré, una de las coordinadoras de Difusión y Comunicación  del tecnológico me ofreció un “raite”, para llegar a tiempo a la tan  ansiada entrevista con Don José Rubén Corona Robles, quien tuvo la atención de atenderme y concederme una breve entrevista pero con una enorme riqueza testimonial, que incluiré en otra crónica, pues cuenta con lujo de detalle el proceso de fundición de cobre y valdría la pena reproducir; que por cierto será de gran utilidad  para el nuevo proyecto de rehabilitación y reconstrucción de la fundición para un museo de historia de la minería en Santa Rosalía.

Caminando Santa Rosalía,

Pasando Por La Fundición(*)

#8

Gilberto Piñeda Bañuelos

En los últimos  10 años, he visitado Santa Rosalía con cierta frecuencia, por dos razones: una primera razón es personalísima  porque formo  parte de una organización solidaria sin fines de lucro que ahora está construyendo un Archivo Histórico del Movimiento Social Sudcaliforniano (AHMSS)  y que ha venido acompañado a un centenar de obreras que maquilan calamar en las plantas coreanas y china, que fueron despedidas injustificadamente; una segunda razón, motivo de esta crónica, es estrictamente académica pues existe el interés por construir con la fotografía antigua  la historia gráfica del puerto que se formó al finalizar el siglo XIX como centro minero-siderúrgico a partir del establecimiento de una compañía extranjera  dedicada a la exploración, extracción, producción y exportación de cobre: la “Compagnie du Boleo”.

Hace unos días visité de nuevo Cachanía por esas dos razones, pero solo me referiré a una de ellas en esta crónica. Pues bien, tres jóvenes estudiantes que están por concluir su carrera en el Instituto Tecnológico Superior de Mulegé, María Eunice Villavicencio González, Adriana Guadalupe Ramírez López y Manuel Enrique Verdugo Villavicencio, como parte de su servicio social han emprendido hace algunos meses la tarea de tomar fotografías en el mismo lugar en que fueron tomadas hace 50,  70, 100 o más años  y con ellas interpretar las transformaciones urbanas y el grado de conservación o de destrucción  del patrimonio cultural edificado que existe actualmente en el puerto patrimonial de Santa Rosalía (digo patrimonial, porque hay un Decreto Presidencial del 5 de diciembre de 1986 que lo declara Zona de Monumentos Históricos, lo cual supone un status de protección por parte del INAH); con las tomas fotográficas que realizaron y con el apoyo técnico para los diseños de fotocomposición y microlocalización que realizaron otros estudiantes de servicio social del Instituto Tecnológico de La Paz para otro proyecto, el viernes 19 de junio se llevó a cabo una conferencia gráfica en Santa Rosalía con el apoyo de los responsables de vinculación, difusión y comunicación del Tecnológico; así que viajé la noche anterior en autobús.

Viajar en autobús es más cómodo, aunque no tan barato pues ida y vuelta casi llega a los 2 mil 500 pesos, pero como la juventud se me ha acumulado tanto, así  que pague la mitad como adulto mayor, como ahora se dice. La llegada fue de madrugada y como suelo hacerlo, camino un poco por el centro histórico de Santa Rosalía a disfrutar el paisaje urbano que es impresionante, imaginando lo que fue la vida de los trabajadores cuando salían a esas horas, en la madrugada, de sus casas a permanecer en las agotadoras jornadas laborales en los socavones de las minas  y de los obreros en la calurosa fundición, y también imaginando lo que pudo haber sido de la vida de los accionistas, administradores y técnicos franceses de la época de la “Compagnie du Boleo” en la antigua Mesa Francia;  luego me enfilo camino hacia el barrio de Nopalera, a veces por arriba precisamente por la Mesa Francia, a veces por abajo caminando a un costado de la carretera al norte pasando por la fundición y por el Chute, como fue en esta ocasión, a visitar a dos viejos amigos,  Carmen y Armando (no por viejos, sino porque hace mucho que los conozco), a “gaviotear” café, pan, y si se puede aceitunas, frijoles y tortillas de harina; pero en esta ocasión, tocó la casualidad que no estaban, parece que se habían venido a La Paz, pero no fue en balde, pues se disfrutan las mañanas en “Cachanía” (porque más tarde, un “calorón”), así que me regresé otra vez caminando y me hospedé en un hotel a un lado de la antigua fundición, aunque me regresaría de nuevo en el autobús de la noche, para llegar a La Paz en la madrugada del sábado como llegue.  

Como el tecnológico está en una loma a la salida a La Paz, desde donde se observa un hermoso panorama; entonces, había que tomar un taxi pues no tenía en ese momento el habitual “raite” del Armando, y cuál fue la suerte que entre plática y plática con el chofer, resultó ser un ex obrero de la Compañía Minera Santa Rosalía, que había trabajado 30 años como tornero en la fundición desde  1955  hasta  1985 cuando cerró la compañía (me dijo que había nacido en el poblado minero de Purgatorio y que había hecho su primaría en otro poblado, en San Luciano donde sigue de pié el famoso Tiro Williams), hijo de un minero que había trabajado para el Boleo; como la plática quedó inconclusa, quedamos de vernos entre las doce del día  y tres de la tarde, horas en que él atiende la antigua Casa de Fuerza donde en el pasado (a finales del siglo XIX y principios del siglo XX) se generaba electricidad para la fundición, para las minas y para el pueblo, donde ahora hay un interesantísimo museo industrial, medianamente conservado pero con un entorno industrial en completo abandono, muy descuidado y casi destruido, a pesar de ser patrimonio cultural edificado dentro del polígono de Zona de Monumentos Históricos.

Nos despedimos momentáneamente para iniciar la conferencia gráfica en la sala audiovisual del Instituto Tecnológico Superior de Mulegé, conjuntamente con la estudiante Eunice Villavicencio, que aunque hubo poca asistencia, al final los comentarios destacaron la importancia que tendría esta metodología grafica para la historia urbana de Santa Rosalía y de cualquier pueblo de Mulegé, de tal suerte que uno de los asistentes, Antonio Ramírez Castro,  que por cierto forma parte de un colectivo de “Cachanía” que publica fotografías históricas en las redes sociales a través del  “Rincón Boleriano”  donó para el proyecto de investigación gráfica del Centro de Documentación de Historia Urbana  centenares de fotografías históricas digitalizadas del puerto de Santa Rosalía y de sus habitantes, de Mulegé pueblo y de San Ignacio, lo cual agradecemos profundamente.

Durante la conferencia y la reunión posterior con las autoridades del Tecnológico surgieron varias ideas y propuestas de colaboración Académica  ITESMulege-UABCS que desde la visita anterior se habían contemplado como por ejemplo la posibilidad de publicar una serie de artículos sobre “Una breve historia de los pueblos mineros de los municipios de La Paz y Mulegé” en forma de folleto o de libro; la incorporación a partir de agosto de nuevos estudiantes del tecnológico al programa de servicio social para dar continuidad al trabajo que ahora se está realizando, y algo muy importante, que podría ser trascendente para Santa Rosalía, que es la posibilidad de integrar estudiantes de la carrera de Ingeniería Industrial   a un proyecto de rehabilitación y reconstrucción de la antigua fundición de la Compagnie du Boleo para convertirlo en el Museo de Historia   donde se reconstruya el proceso de producción y fundición de cobre de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX que sería destinado para conservar la memoria minera del pueblo de “Cachanía”; y eso, muy bien  lo pudieran iniciar al menos tres estudiantes con un servicio social y concluirlo en  una residencia para titulación colectiva; antes de que la desmantelen por completo o que  el tiempo o el mercado destruyan para siempre a la antigua fundición.

La conferencia empezó cerca de las 12 del día y concluyó cerca de las 2 de la tarde, y el tiempo se agotaba para poder hacer la entrevista con el chofer de taxi, ex obrero de la compañía, tornero de la fundición y ahora cuidador y facilitador del museo industrial, que como me lo había advertido, él se retiraba a las tres de la tarde; afortunadamente gracias a la ingeniera Desiré, una de las coordinadoras de Difusión y Comunicación  del tecnológico me ofreció un “raite”, para llegar a tiempo a la tan  ansiada entrevista con Don José Rubén Corona Robles, quien tuvo la atención de atenderme y concederme una breve entrevista pero con una enorme riqueza testimonial, que incluiré en otra crónica, pues cuenta con lujo de detalle el proceso de fundición de cobre y valdría la pena reproducir; que por cierto será de gran utilidad  para el nuevo proyecto de rehabilitación y reconstrucción de la fundición para un museo de historia de la minería en Santa Rosalía.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el domingo 26 de julio de 2015.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el domingo 26 de julio de 2015.

146 Años Despues:

Una Visita A La Logia Masónica(*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

#9

Se cumplen 146 años de haberse fundado la Logia Masónica de los Fieles Obreros de la Baja California y 144 de haberse construido el Templo Masónico de estilo neoclásico y con ese motivo escribimos esta crónica de una visita nocturna que hicimos recientemente.

El Templo Masónico de La Paz es un inmueble construido en 1873, por tratarse de un edificio del siglo XIX está  catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y está ubicado en la esquina formada por la  calle Independencia y Aquiles Serdán (antiguas calle Aztecas antes de 1886 y calle Cuarta a partir de 1886).

En la ficha catalográfica del INAH de 1986 se lee: Templo Masón en su uso original y actual, ubicado en la manzana 76,  en buen estado de conservación; la fachada principal  tiene emplaste pintado, muros de tabique de 30 centímetros de ancho, cubierta de vigas de madera y láminas inclinada de dos aguas y tiene un régimen de propiedad privado, mientras que en las observaciones de la ficha  se menciona que “la planta del edificio es rectangular. Formado por dos locales comunicados entre sí. La fachada está compuesta por tres vanos, el principal está formado por un arco de medio punto y los laterales tienden a ser apuntados. Los enmarcan una cornisa y pilastras adosadas. Sobre estos se remata con un frontón triangular y la escalera de acceso al frente”.

El Templo Masónico como el resto de los inmuebles históricos de la ciudad que todavía existen o que alguna vez existieron en el puerto de La Paz (antiguo Muelle Fiscal y su Torre del Vigía, la antigua Casa Rocholl y Ruffo, las casonas familiares, las antiguas tiendas La Perla de La Paz y La Torre Eiffel, el antiguo Correo, el Templo de la Catedral de Nuestra Señora de La Paz, el Kiosko de la plazuela, las antiguas Casa de Gobierno, Secundaría Morelos y la antigua Escuela de Música, el Teatro Juárez, el antiguo Mercado Madero, la antiguas Casa Municipal, las  escuela No.1, 2, 3, 8 y 47; la Tenería Viosca, el edificio Sobarzo, el kiosko del Malecón, los antiguos Hoteles  Perla y Los Arcos, la antigua Planta Eléctrica, etc.) son motivo de visita exterior durante los Domingos de Recorrido por los siglos XIX y XX en el centro histórico de la ciudad-puerto de La Paz, como programa de Difusión Cultural y Extensión Universitaria.

Precisamente en alguna ocasión comentando con mi primo Daniel Ruíz Isais sobre  el centro histórico de La Paz y  sobre la genealogía de las familias paceñas que proceden del siglo XIX, entre las que están las nuestras, me enteré que mi abuelo Filemón C. Piñeda Contreras fue Venerable Maestro de la Logia Masónica de los Fieles Obreros de la Baja California en 1922, mismo año en que falleció y que la biblioteca de la Logia llevaba su nombre; lo que aumentó la curiosidad investigativa y entonces  la vieja idea de visitar en algún momento el templo masónico se reactivó inmediatamente, recuerdo por Raúl Piñeda Chacón, mi padre,  que mi abuelo fue Hermano Masón, pero desconocía que había sido Venerable Maestro y que la biblioteca de la Logia se llamaba como él; con esta información encontré una probable explicación de las fotografías  del día de su sepelio el 18 de mayo de 1922 que obra en nuestros archivos familiares por la gran cantidad de personas que asistieron, por la solemnidad de los personajes que lo acompañaron, por el número y tipo de vehículos que recorrieron la antigua calle tercera desde el templo de la Parroquia de Nuestra Señora de La Paz  hasta el panteón de Los Sanjuanes, ahora me imagino que una buena parte de los asistentes al sepelio pudieron ser sus Hermanos Masones. 

Aunque ese pudo haber sido el motivo principal del intento de  visitar el templo masónico, sin embargo, en realidad hay otra motivación igual de importante, pues  por tratarse de un patrimonio cultural edificado de los paceños y ese patrimonio es uno de los  varios sujetos sociales inermes objeto de estudio en  el proyecto de investigación Historia Urbana: Economía Ciudad y Patrimonio Cultural que llevo a cabo en la Universidad, finalmente se pudo concretar   una visita al Templo Masónico el jueves 3 de septiembre por la noche siendo amablemente atendido por Adolfo de la Peña Barrón, Venerable Maestro, Víctor Yuen Lau y Daniel Ruíz Isais.

Antes de la visita tomé la edición digital de la portada del No.1 del periódico El Correo de La Paz publicado en l de noviembre de 1893 donde aparece el templo masónico, lo que parece ser una litografía o dibujo a tinta, y  me puse a elaborar un dibujo a lápiz, cuyo original obsequie a tan amables anfitriones. A mi llegada al edificio tomé una fotografía del estado actual del exterior que comparada con el dibujo del templo en 1893, ahora tenemos una ampliación del edificio hacia el occidente sin frontón donde se replican los arcos y las columnas adosadas redondeadas; algo notable también es que el cerco de fajillas de madera que había en 1893 en la actualidad se sustituyó por un murete de piedra junteada sobre la cual se puso  reja metálica;  la estrella de cinco puntas que aparece sobre el vértice del frontón en el siglo XIX ya no existe; la piedra natural que probablemente tenía la banqueta en el pasado ahora se sustituyó por concreto estampado en forma de piedra, y contrasta la abundante vegetación en el patio interior frente al templo en el siglo XIX con la vegetación de menor tamaño en la actualidad; finalmente se agregó un pequeña plazuela con el busto de Don Benito Juárez que al parecer era el que se encontraba antiguamente en el Jardín Velasco, a quien se le considera  como la persona que mejor ha encarnado los ideales y valores de la masonería mexicana, como también es el caso de Porfirio Díaz.

La visita no pudo ser más oportuna en este mes de septiembre, pues la Logia cumple 146 años de trabajos ininterrumpidos lo cual es una de las instituciones no gubernamentales y no religiosas que se han mantenido por casi un siglo y medio  en la ciudad, sin interrumpir su actividades.

Durante la visita se pudo constatar información conocida  sobre quiénes fueron los fundadores de la Logia, por ejemplo se confirma que el solar donde se construyó el templo fue donado por Don Santiago Viosca del Solar que a su vez fue el principal promotor y fundador de la Logia masónica en 1869, aunque la construcción del templo fue en 1873, después de algunos intentos de construcción anteriores en los terrenos de su propiedad frente a lo que después fue la Tenería Viosca, donde queda todavía la evidencia arquitectónica en la actual escuela primaria Gregorio Torres Quintero (véase el pórtico de la escuela con sus columnas monumentales) y  se confirma también que otros miembros fundadores de la Logia Masónica en La Paz además de Santiago Viosca del Solar (Primer Vigilante y Tesorero) fueron  Félix Martínez (primer Venerable Maestro en la historia de la Logia), Carlos Kraft (Segundo Vigilante), José Evaristo Moreto (Secretario), Jorge Evaristo Moreto (Orador), Francisco Teclaw (Hospitalario) , Mateo Mersish (Maestro de Ceremonias), Francisco T. Teclaw (Ex.), Enrique Welter (Guarda Templo), José Arce, Jesús Mendoza, Rodolfo Gibert, Cristobal Schmitz, Antonio Ruffo y Octaviano Ruffo (Maestros Masones).

Por la transcendencia del personaje en la actividad económica del puerto de La Paz, que puede considerarse a uno de los principales promotores de la Logia Masónica en el siglo XIX, Don Santiago Viosca del Solar;  podemos retomar lo que publicó Karina Busto Ibarra en el libro Comercio marítimo en los puertos de La Paz y Santa Rosalía, Distrito Sur de la Baja California 1880-1910: ella menciona  que era ciudadano norteamericano pero nacido en España que se casó  en 1858 con Rosalía Navarro, al parecer paceña, mientras que su hijo Santiago se casó en 1898 con la hija de Manuel Hidalgo y Elena Savín, familia de comerciantes paceños del siglo XIX con quienes mantuvo seguramente una relación comercial muy cercana, de la misma manera que la tuvo con la otra familia de comerciantes destacados del siglo XIX, la familia Ruffo Polastri, que dicho sea de paso fue testigo  en San Francisco, California del matrimonio civil entre Antonio Ruffo y Ernestina Polastri.  Don Santiago representó en La Paz a una serie de compañías extranjeras pues fungió como agente de las compañías Wells Fargo,  Colorado Steam Navegation Co., Vapores de California y México, y Vapores de la Costa del Pacífico; representante comercial de la Compañía Minera El Progreso; fue arrendatario de la isla del Carmen para la producción y transportación de sal; y al final fue empresario de la conocida  curtidería local a principios del siglo XX en la emblemática Tenería Suelas Viosca.

En el recorrido interior  por el templo en la ampliación hacia el occidente actualmente es la biblioteca Filemón C. Piñeda Contreras y a un costado está el salón de festejos, contiguo a la nave principal la cual cuenta con  tres espacios: un vestíbulo de acceso, un espacio de paso y el salón donde se realizan las ceremonias con una imagen extraordinaria por la amplitud,  por su colorido y por la abundancia de símbolos; mientras que el diseño interior del salón ceremonial encontramos que el piso  es de madera pintadas en forma de tablero en blanco y negro que por lo que hemos leído en sitios de Intenet de otras Logias del país, simboliza  la dualidad a la que todo hombre se enfrenta, es decir   la lucha entre la  Luz y las Tinieblas, entre el  Bien y el Mal, entre el Día  y la Noche, entre la Vida y la Muerte,  y que todo Masón debe saber reconocer para su vida cotidiana;  en el techo hay una bóveda semiesférica azulada de fajillas de madera que  representa la bóveda celeste, que simboliza el techo de todos los hombres esparcidos sobre la tierra;  a la entrada están dos columnas  que no sostienen el edificio sino que simbolizan una especie de puerta de entrada al salón;  al fondo un mural tras el lugar donde preside las ceremonias el Venerable Maestro custodiado por el Secretario y el Orador; en la sala, una fila de sillas al oriente  y tras ellas, tres cuadros con pinturas en gran formato representando a las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, que simbolizan la práctica masónica; al occidente de la sala otro grupo de sillas; y en la parte superior del acceso al salón de ceremonias, antes de pasar las columnas, hay un tapanco de madera donde se encuentra el piano.

Por fuera del edificio en el frontón triangular se encuentra una imagen del triángulo con el Ojo que  simboliza en la masonería al Gran Arquitecto del Universo   el ser supremo en el que creen, sin importar la religión; y es recurrente en el templo la presencia de la escuadra y el compás, que es un símbolo relevante  en la masonería universal,  el compás simboliza la igualdad y la libertad entre las personas, igualdad porque los infinitos puntos que componen el trazado del círculo están todos a la misma distancia de su centro, libertad porque quien utiliza el compás abre y cierra sus puntas libremente desde la nada hasta el infinito; mientras que la escuadra es un símbolo de la rectitud en un sentido y en otro. 

Por la carga de simbolismo que tienen la forma y función de su arquitectura, el templo masónico se convierte entonces en un patrimonio cultural edificado especial, que tiene un movimiento centenario constante que aunque no se percibe desde el exterior, ha sido parte importante en la dinámica y formación de la ciudad de La Paz.

A la izquierda: un dibujo  a lápiz del templo masónico en 1893 elaborado por el arquitecto Gilberto Piñeda Bañuelos el 3 de septiembre de 2015, tomado de la editorial del primer número del periódico Correo de La Paz de fecha 1 de noviembre de 1893, 20 años después de haberse construido. Aparece la nave y fachada originales del templo, el cerco de fajillas de madera en posición vertical y una fajilla de madera transversal y la banqueta de piedra ubicado en medio del solar con abundante vegetación. A la derecha:, imagen de la fachada de templo masónico el 3 de septiembre de 2015 tomada con cámara Sony 5x en formato JPEG 7.23 MB en donde aparece una ampliación del siglo XX hacia el occidente del templo original.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el sábado 12 de septiembre de 2015.

Santa Rosalía: Un Testimonio Acerca De Una

Fundición En Un Entorno Urbano (*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

#10

Desde su origen la Fundición de la Compagnie du Boleo estuvo en un entorno urbano que fue el poblado originario de Santa Rosalía que se ubicó en la parte más baja de una gran cañada entre dos cerros donde se trazaron las calles que ahora forma parte de la poligonal de una Zona de Monumentos Históricos decretada por Miguel de la Madrid el 5 de diciembre de 1986; una traza urbana reticular rectangular donde se construyeron  las casas de madera de dos aguas con techos de lámina para empleados, técnicos de la compañía y obreros calificados de la fundición; ahí estaba la   iglesia, la escuela de primeras letras, la panadería y  la tienda, pues los administradores de la compañía  vivían en la parte alta conocida como Mesa Francia con una traza un poco más irregular siguiendo la topografía del cerro, y otra traza regular en Mesa México, mientras que los mineros vivían cerca de las minas localizadas a unos cuantos kilómetros de Santa Rosalía.

Como suele suceder históricamente con las grandes compañías capitalistas mineras, la corrupción, la depredación y  la contaminación del ambiente urbano, terrestre y marino es recurrente por el uso de productos  contaminantes y gases que libera, eso sucedió con la Compagnie du Boleo (francesa), con la Minera Santa Rosalía (mexicana) que lo sustituyó y ahora sucede con la Compañía Minera y Metalúrgica El Boleo (coreana-canadiense) recién clausurada por el Ayuntamiento, Profepa y Semarnat, después de varios años de operación.

La Compagnie Du Boleo se constituyó en 1885, sin que se sepa con certeza si antes había algún asentamiento regular en el lugar; sin embargo seis años después de la fundación de la compañía todo cambió: un lugar desolado se convirtió en un entorno urbano distribuido en cuatro espacios, en uno de ellos donde construyó el puerto y la fundición llamado Santa Rosalía,  y los otros tres  era donde se encontraban las principales minas que eran Providencia, Purgatorio y Soledad.

El historiador Alejandro Telechea  obtuvo de los archivos históricos datos demográficos que dan cuenta de esta transformación, pues en 1891 ya había un total 3 mil 577 personas viviendo en el lugar distribuidas de la siguiente manera: 1 mil 85 en Providencia, 381 en Purgatorio, 1 mil 541 en Santa Rosalía y 570 en Soledad, mientras que para 1901 ya había 8 mil 47 personas viviendo en ese enclave minero, de las cuales 1 mil 167 vivían en Providencia, 1 mil 593 en Purgatorio, 3 mil 879 en Santa Rosalía y 1 mil 480 en Soledad; por otra parte, el Censo de Población en 1910 registra un total de 9 mil 68 habitantes, de los cuales 1 mil 653 estaban en Providencia, 2 mil 57 en Purgatorio, 3 mil 807 en Santa Rosalía y 1 mil 551 en Soledad.

El periodo de 1885 a 1910 la Compagnie du Boleo tuvo un auge sin precedentes pues se convirtió en el principal productor de cobre  del país que salía de la fundición, sin embargo en la década siguiente del estallido de la revolución mexicana hubo un descenso drástico de la población, y una inestabilidad demográfica con alzas y bajas en las siguientes décadas, producto también de la inestabilidad en la fundición de cobre: el censo de 1921 registra solamente 5 mil 740 habitantes de los cuales 1 mil 179 estaban en Providencia, 2 mil 57 en Purgatorio, 3 mil 263 en Santa Rosalía y no registra ya población en  Soledad; el censo de 1930 registra de nuevo 9 mil 51 habitantes, de los cuales 1 mil 312 corresponden a Providencia, 1 mil 543 a Purgatorio, 6 mil 175 a Santa Rosalía  y aparecen 21 habitantes en San Luciano que sería un nuevo asentamiento minero de Santa Rosalía. Para el censo de 1940 hay una población total de 6 mil 470 habitantes, de los cuales 5 mil 451 son de Santa Rosalía, ya no aparecen Providencia, Purgatorio y Soledad, pero San Luciano ya cuenta con 1 mil 19 habitantes (en 1950 ya solo hay 358 habitantes en San Luciano y en 1960 solo quedan 4).

Con el cierre de la actividad minero-siderúrgica, en 1985 el cobre dejó de extraerse y fundirse en Santa Rosalía, en el lugar donde estaba la fundición, ahora queda solamente un extraordinaria edificación de estructura de fierro en franco deterioro, con serios riesgos de desaparecer. La fundición fue el símbolo del poder económico del capital francés, es ahora un patrimonio cultural edificado, que si hablara, nos contaría lo que pasó dentro  de él durante su construcción y en el proceso de trabajo y de producción de cobre durante 100 años que tuvo de vida, como “Compagnie du Boleo” y como Compañía nacional hasta que se apagaron los hornos y la chimenea en 1985.

Como lo prometí en una crónica anterior, para saber lo que pasó, le doy la palabra a  Don José Rubén Corona Robles, un chofer de taxi, ex obrero de la compañía, tornero de la fundición y ahora cuidador y facilitador del museo industrial que se encuentra en la llamada Casa de Fuerza de la antigua Fundición de la Compagnie du Boleo que abastecía de electricidad a las minas y al puerto. Nos contó Don Ruben que cuando lo visitó personal del INAH, él les hizo un croquis con la ubicación de cada máquina, cada nombre de cada cosa y les sugerí –dice-  hacer un diagrama de operación … con el fin de explicarle a la gente como era el proceso que es el que actualmente se encuentra en el Museo que él mismo atiende.

Don Rubén nos dio un interesante testimonio en una amena plática en  el interior de la antigua Casa de Fuerza acerca de su vida pero aquí transcribo únicamente la parte que se refiere a la Fundición:

Trabajé aquí durante treinta años, desde 1955  hasta que nos liquidaron en el 85; trabajé en los talleres de torno y  electricidad, aquí el horno genera calor a través de los quemadores de combustóleo, ese calor es para fundir, el calor que sobra después de fundir se aprovecha para hacer vapor en unas calderas y ese vapor se utiliza para hacer la energía eléctrica, entonces aquí es Casa de Fuerza donde venía el vapor entubado para mover los generadores que son dos equipos de 2000 kilovatios que son los que llevaban luz a la misma fundición, a las minas y al  pueblo. Este pueblo fue uno de los primeros pueblos iluminados de toda la península de Baja California, porque aquí ya teníamos luz en 1900 en las casas, cosa que ni en La Paz, ni en ninguna parte había, y aquí en Santa Rosalía sí, por los generadores que  tenían aquí los franceses, todas estas máquinas son las que daban vida a la fundición, aquí están básicamente compresores, bombas, equipos de generadores.

Yo nací en Purgatorio en 1937 estaba por el lado de Santa Marta, después en San Luciano, éste era un pueblito donde hay una estructura de fierro, el Tiro William, ahí trabajó mi papá, yo viví toda mi primaria en San Luciano, era un pueblo donde había dos escuelas y ese tiro tiene 185m de profundidad, pero en el nivel 135 era donde estaban los niveles por donde se desplazaban los carritos tirados por las mulas, porque ahí las mulas eran como las locomotoras, a una mula le pegaban 8 o 10 carritos y había un mulero que se encargaba de arrearla, y ese eran los trenes que había en ese tiempo.

Aquí a la fundición, llegaban las locomotoras jalando a los carritos a depositarlos en una serie de tolvas que vienen estando donde ahora está el DIF, en esa parte plana, entonces ahí se depositaban los minerales, los fundentes en este caso el yeso y el carbón, eran los fundentes y esto representa un cargador, un molino ahí se trituraban los terrones grandes había que adecuados para la fundición que en este caso eran de 2 pulgadas para abajo, entonces ya una vez triturado el mineral se depositaba en esta tolva, que era un mineral ya húmedo, molido, entonces ese mineral se pasaba por un secador,  unos hornos rotatorios que había, para sacar la humedad que traía la mina , es decir dejarlo seco,  entonces ya todo se hacía por medio de bandas transportadoras, al pasar por este punto el mineral seco, triturado se combinaban los fundentes, en este caso carbón y yeso, entonces aquí caían ya a la tolva del horno, todavía está aquí el horno.  Al horno lo alimentaban tres quemadores de combustóleo, dentro del horno había una temperatura de 1100 a 1500 grados centígrados que era para fundir, entonces una vez que ya haya empezado la fundición y a derretirse todo el mineral, se recogían unos [recipientes] y se jalaban con un malacate,  lo recogían las grúas y después la otra a los convertidores que son esos cilindros grandes que se ven ahí –señalando los que existen-  a los que se les aplicaba el aire que producían estas compresores, que  van a dar a los convertidores y ahí se daba el ultimo toque al mineral, cuando salía del horno estaba prácticamente crudo, entonces en el convertidor se le sacaban todos los elementos, sustancias extrañas como escorias, gases y de todo lo que no fuera cobre se eliminaba ahí por medio del aire y además le agregaban un material que sirve para depurar, para que toda la escoria flote y vaya quedando el mineral ya rendido. Entonces cuando estaba esa operación lista se vaciaba en los moldes, en esos moldes después se enfriaban con agua y esta grúa se encargaba de almacenar, aquí estaba una báscula donde se muestreaba, se pesaban y ya se almacenaban los lingotes.

El nivel de la escoria como es más alto continuamente está saliendo por la boca del horno y caían en unos canales con agua, que era agua de mar que las bombas, esas máquinas bombeaban a la pila que está arriba y de allá venia por la gravedad del agua, entonces aquí continuamente estaba cayendo ese chorro de escoria caliente al agua y había una reacción térmica y se granulaba, y daba origen precisamente a la escoria esa negra, que es la que conocemos, entonces esa escoria se depositaba en la tolva o el chute que le decimos, esa de madera, feo, que está ahí –señalando el que todavía existe a un costado de la carretera-  bueno ese es la tolva de la escoria, se recogía en unos lanchones de probablemente unas 200 toneladas o 300, no sé,  pero eran grandecitos y de ahí continuamente estaban tirando la escoria al mar,  y el mar, como lo que no es de él lo hecha para afuera formo las playas negras de Santa Rosalía, entonces eso viene siendo el final del proceso… Hasta aquí el testimonio de Don Rubén. Interesante.

Con la ayuda de Don Rubén y muchos otros técnicos y obreros de la fundición que todavía viven o familiares de técnicos, obreros mineros y metalúrgicos que ya fallecieron, pueden dar su testimonio y auxiliándose con documentos que existen en el archivo histórico de Santa Rosalía bajo custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia sería extraordinario que se realizara una investigación del proceso técnico y social de producción de cobre en el pasado al interior de las instalaciones de la Fundición de la compañía en la cual participen profesores y estudiantes de los últimos semestres de la carrera de Ingeniería Industrial del Instituto Tecnológico Superior de Mulegé, incluyendo el levantamiento físico del edificio de la Fundición y la elaboración de un proyecto de reconstrucción y rehabilitación, donde se pudiera conservar en la memoria de Cahanía lo que pasó en la fundición a finales del siglo XIX y siglo XX, es decir organizar un trabajo de servicio social o residencia profesional en el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU UABCS) para el diseño de un Museo de Historia del Cobre en Santa Rosalía donde se pueda contar sobre la exploración, extracción y fundición de cobre, el papel del trabajo minero y metalúrgico, pero también las condiciones de explotación los obreros mineros y metalúrgicos que entregaron su vida laboral para el enriquecimiento de otros.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el jueves 17 de septiembre de 2015.

Título: Antigua Fundición de la Compagnie du Boleo en el puerto de Santa Rosalía. Fecha: viernes 19 de junio de 2015. Autor: Gilberto Piñeda Bañuelos. Fuente: Fototeca del Centro de Documentación de Historia Urbana.

Título: Panorámica de la traza urbana de Santa Rosalía desde Mesa México. Fecha: ca.fines siglo XIX. Autor: no identificado. Fuente: Archivo Particular del Rincón Boleriano (APRB) resguardado en la Fototeca digital del Centro de Documentación de Historia Urbana.

#11

Reconstrucción De Los

Centros Históricos De La Paz(*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

Me quiero referir en esta crónica al centro histórico de la ciudad de La Paz y al centro histórico del panteón de los Sanjuanes por dos razones principales: en primer lugar, porque existe una tendencia gradual a la modernización de la imagen urbana  de la  parte más antigua de la ciudad siguiendo una lógica de mercado en detrimento de una tendencia conservacionista de reconstrucción de la imagen urbana histórica donde se asentó la ciudad en el siglo XIX que el mismo mercado no ha visto como una posibilidad; en segundo lugar porque todas las instancias jerárquicas de gobierno (ejecutivos y legislativos) en los diferentes niveles  (municipal, estatal y federal) han hecho caso omiso a los criterios de diseño histórico culturales para la rehabilitación y reconstrucción de la imagen urbana histórica de la ciudad que se elaboraron  en 2007 y 2009 que se presentaron como estudios históricos, arquitectónicos y urbanos  al Cabildo de La Paz, al Congreso del Estado, al Ejecutivo Estatal y al Instituto Nacional de Antropología e Historia,  elaborado por quienes en aquel momento formaban el Colectivo de Historia Urbana de la Universidad Autónoma de Baja California Sur que tuve la responsabilidad de coordinar.

Como los cantos de sirena del mercado global cada vez son más influyentes en lo local y parece que la antigua imagen urbana de la arquitectura tradicional de los centros históricos de la ciudad de La Paz y del panteón, están condenados a desaparecer totalmente, nos hemos propuesto hacer desde la Universidad, en forma autónoma y autogestiva,  un último intento para que los paceños y paceñas, encuentren el modo de cómo hacerle para  que se reconstruyan los elementos arquitectónicos y urbanos del pasado paceño, de La Paz de Antes, en las edificaciones calles y banquetas que existen y en las edificaciones que se vayan a construir; los primeros resultados se empezarán a visibilizar en los próximos meses ya que existe el número mínimo suficiente y necesario de tesistas, prestadores (as) de servicio social y voluntarios (as) de la Universidad Autónoma de Baja California Sur y de la carrera de Arquitectura del Instituto Tecnológico de La Paz que participan en el proyecto general de investigación Historia Urbana: Economía, Ciudad y Patrimonio Cultural en favor del diseño de reconstrucción histórica de la antigua ciudad de La Paz y sus inmuebles más emblemáticos.

Tenemos plena confianza en hacer realidad esta nueva propuesta, si lo logramos,  tocaría a los paceños y paceñas nacidos en la Paz o que llegaron a quedarse a vivir en La Paz, a estas generaciones y a las anteriores, apoyar esta lucha contra el olvido y por la memoria histórica de los paceños, de lo contrario, habrá muy poco que hacer.

Hablemos entonces del territorio urbano que nos ocupa en esta crónica, se trata de un pequeño “pedacito” de ciudad,  que fue el lugar donde  nació, vivió su infancia y juventud como ciudad-puerto durante el siglo XIX:  

Aunque la fecha oficial de fundación de la ciudad de La Paz es el 3 de mayo de 1535, en realidad solo es una fecha simbólica, pues la ciudad de La Paz tiene apenas un poco  más de doscientos  años de haberse fundado y su núcleo fundacional  se encuentra en la parte baja contigua al antiguo muelle fiscal, lo que ahora conocemos como el centro histórico que abarca de la Playa hasta la antigua calle séptima (actual Altamirano) esa era la ciudad a mediados del siglo XIX y poco a poco se fueron formando los barrios del Esterito que empezaba a la altura de la calle Morelos y el Manglito que empezaba probablemente en la calle Allende o en la Márquez de León.

Mientras que  el Panteón de los Sanjuanes tiene más de ciento veinte  años de haberse fundado y su núcleo fundacional se encuentra actualmente a unos cien metros de la entrada principal del panteón y en él se encuentran la mayoría de los paceños fallecidos que provienen de las antiguas familias de La Paz, por ejemplo mis padres  (Raul Piñeda Chacón y Rosario Bañuelos isais) y mis abuelos maternos (Ignacio Bañuelos Cabezud y Maria Antonia Isais Marcq) están a unos cuantos paso de la entrada principal, en la cuarta fila de tumbas, mientras que mis abuelos paternos (Filemón C. Piñeda Contreras y Victoria Chacón Meza)  descansan en la parte más antigua del panteón. Todavía se percibe al interior del panteón de Los Sanjuanes un muro de piedra que rodea a esta zona histórica del panteón.

En las primeras décadas del siglo XIX La Paz tendría unos 400 habitantes y a finales del siglo XIX el Panteón de Los Sanjuanes tendría unas cuantas tumbas, en la actualidad, algunas ya destruidas por completo como la que fuera de madera labrada de la familia Vives y la gran mayoría muy deterioradas (En el estudio citado, se contabilizaron un decena de capillas y alrededor de un centenar de tumbas antiguas).    Ahora, La Paz es una Ciudad que el Sistema Urbano Nacional le ha dado la categoría de Centro Urbano al con más de 244  mil habitantes  mientras que el panteón de los Sanjuanes ya se encuentra casi ocupado totalmente y desde hace años le empezó a sustituir otro panteón al sur de la ciudad frente a la Universidad llamado  Jardín de los Recuerdos.

En una de las crónicas urbanas que escribimos a principios de año describíamos la arquitectura tradicional paceña de la siguiente manera: En la parte central es donde se encontraban la mayor parte de las edificaciones más grandes donde vivían las familias de empleados, comerciantes y funcionarios de la administración pública, la mayor parte de ellas procedentes de las familias paceñas del siglo XIX y las que llegaron a vivir en la primera mitad del siglo XX; aquí las edificaciones eran muy altas, si eran planas tenía  techos de terrado y vigas de madera, muros de ladrillo o de adobe muy anchos, las vanos en sentido rectangular vertical, la mayoría enmarcados y con remate, otros con arcos de medio punto o cortados, de mayor altura a la entrada de las edificaciones; en su mayoría con remates de pretil, cornisas; columnas adosadas y redondeadas  si se encontraban en alguna esquina de La Paz; si eran de dos aguas, las casas en su mayoría tenían techo de tejamanil; todavía  en la mitad del siglo XX se encontraban muchas huertas y molinos de viento de fierro galvanizado en toda la ciudad que sustraían el agua del subsuelo para el consumo humano y riego; mientras que en los barrios históricos, sobre todo en El Esterito, aunque no dominaban, había edificaciones de la arquitectura tradicional paceña con techumbre plana con vigas de madera, muy altas y de paredes gruesas que por lo general se ubicaban en predios muy grandes, de 50 por 50 metros, algunas de ellas con molinos de viento; basta ir al antiguo Hospital Salvatierra construido a finales del siglo XIX, actualmente la Casa de la Cultura, y todavía se verán algunas edificaciones antiguas a sus alrededores; sin embargo, hay que decir que en El Esterito  como en El Manglito dominaban las casas de ladrillo aparente y de madera con techo inclinado de palma y ocasionalmente de tejamanil, y en menor escala edificaciones de vara trabada;  en el caso de El Manglito, hay que destacar de la historia de la primera mitad del siglo XX predios y edificaciones que fueron referentes de todo paceño y paceña, como es el predio y edificio conocido como La Inalámbrica, edificación emblemática; además de varias casas de ladrillo aparente y madera que todavía existen.

La propuesta consiste adoptar esta arquitectura tradicional en la RECONSTRUCCION del centro histórico de la ciudad y del panteón, y donde se pueda la restauración de lo que poco que queda  del patrimonio cultural edificado.

¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo justificar esto? ¿Cómo convencer a los paceños y paceñas, a los arquitectos y arquitectas, a las y los urbanistas, a las y los historiadores profesionales? La tarea no es fácil. Más bien es extremadamente difícil, casi imposible. Digo casi.

Después de la segunda guerra mundial las calles adoquinadas  de piedra, el mobiliario urbano tradicional  y las edificaciones emblemáticas  europeas (Londres, Paris, Varsovia, Colonia, Berlin, etc.), fueron totalmente RECONSTRUIDAS pues habían desaparecido, literalmente, con los bombardeos; para ese momento, la Carta Internacional sobre la Conservación y la Restauración de Monumentos y Sitios conocida como “Carta de Venecia” aún no existía pues se publicó hasta 1964.  Para un arquitecto restaurador probablemente la RECONSTRUCCIÓN no tenga ningún valor arquitectónico, salvo la habilidad tecnológica y artística, pero para un pueblo y para  quien ejerce el oficio de historiar, tiene un valor histórico trascendental pues recupera la memoria  de lo que fue el patrimonio cultural edificado.

Pongamos un ejemplo local: guardando las proporciones, en La Paz, Baja California Sur no hubo guerra, pero en la primera mitad de la década de 1960 fue destruido el patrimonio cultural edificado emblemático: se demolió la antigua Casa de Gobierno que ocupaba toda la manzana, el kiosko del jardín Velasco y el del Malecón, las escuelas primarias Miguel Hidalgo y 18 de marzo, y en su lugar se “modernizó” la ciudad, poco antes ya se había demolido la extraordinaria casa comercial de la familia González: la Torre Eiffel que durante la administración de Francisco J. de Mújica  la había comprado el gobierno para hacer una biblioteca.

Afortunadamente, al iniciar la década de 1980 Ángel César Mendoza Arámburo en su carácter de Gobernador del naciente estado de Baja California Sur ordenó la RECONSTRUCCIÓN  de la antigua Casa de Gobierno, el Kiosko del Jardín Velasco y  el Kiosko del Malecón, la primera solo se reconstruyó parcialmente (falto terminarla en la parte que ahora es estacionamiento), el segundo se construyó en el mismo lugar donde estaba y el tercero se colocó en medio de la explanada que se había construido en la época de la “modernización”. Desconozco si su hijo, Carlos Mendoza Davis, que ahora  también es gobernador, piensa trascender RECONSTRUYENDO la parte que le faltó construir a su papá y dejar a la Casa de Gobierno como estaba antes de que fuera destruida  por el General Salinas Leal. También desconozco si tiene la misma lógica de pensamiento que su papá, pero le recomiendo releer las palabras que dijo sobre la RECONSTRUCCIÓN en su último informe de gobierno en 1981: “Hace dos días, entregamos la plazuela de ayer Jardín Velasco invocando con el recuerdo de su paseo tradicional, las serenatas, su kiosko y su banda de música, que precisamente el día de hoy inicia  su primera presentación pública  en el estado, todo ello como presencia  evocadora del sano pasado  de una ciudad a la que amamos apasionadamente, y frente a ella el palacio-antigua casa de Gobierno resurgido con toda su historia, escenario vigoroso y testigo de añejas luchas  republicanas y revolucionarias, sede antigua del poder, que dejando descansar la espada, ahora se convierte en el recinto del libro, de la pluma que escribe, de los hombres interesados  en las cosas sudcalifornianas y en la sala para las manifestaciones de la cultura” y finaliza diciendo: “estas obras rescatadas de antaño, las dejamos a la custodia de las nuevas generaciones, para que las cuiden y las preserven, como testimonios de un pasado … Que no vuelva repetirse los de pasados años”.

En el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU UABCS) donde realizó mi trabajo académico hace casi 30 años le tomamos la palabra a Ángel César, hará lo que a su competencia corresponde: investigación histórica, arquitectónica y urbana; difusión cultural y extensión universitaria en favor de la memoria histórica y contra el olvido.  Va de nuevo la propuesta de RECONSTRUCCIÓN hecha desde 2007, no solo de la antigua Casa de Gobierno en la totalidad de la manzana como lo pensaba  Ángel César, sino la RECONSTRUCCIÓN  de otros inmuebles históricos que existen como la “Perla de La Paz” y/o que existieron como la “Torre Eiffel”, y la RECONSTRUCCIÓN de la imagen urbana histórica de la totalidad del Centro Histórico de la Ciudad de La Paz y la RECONTRUCCION de tumbas y capillas en el centro Histórico del panteón de Los Sanjuanes.

Ya no creo en la clase política que busca el poder público por la vía electoral; pero como paceño de los barrios históricos de La Paz, a secas, nacido en 1949 en El Esterito, que viví en El Choyal durante el ciclón de 1959, en el Centro por la Rosales y Malecón de 1960 a 1980 y que ahora vivo cerca de El Manglito, en la colonia Pueblo Nuevo; como hijo y nieto de paceños y paceñas, solo hago una pregunta pública:

¿Carlos Mendoza Davis hace suyas las palabras de Ángel César Mendoza Arámburo? ¿Estaría a favor o en contra de la RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA de las edificaciones emblemáticas, de la antigua ciudad de La Paz y de su panteón?... Digo bien: RECONSTRUCCION HISTÓRICA.

SECUENCIA DE UN EJEMPLO DE RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA

Planta de Distribución de la Casa de Gobierno en la década de 1930, digitalizado sucesivamente por Rocio Rochín Cota (2008) y Diana Cisneros García (2015) tomada de la versión digital de una copia  proporcionada por el Ingeniero Genovevo Cota Haros.

Demolición de la Antigua casa de Gobierno durante la administración del General de División Bonifacio Salinas Leal (1959-1964), Fototeca AHPLM.

Reconstrucción de la parte frontal de la antigua Casa de Gobierno durante la administración del Licenciado Ángel César Mendoza Arámburo (1975-1981), Fototeca del AHPLM.

Modernización  de las construcciones en donde se encontraba la Antigua Casa de Gobierno y la antigua plazuela del Jardín Velasco durante el gobierno del general de División Bonifacio Salinas Leal (1959-1964), Fototeca del AHPLM.

Propuesta de anteproyecto de RECONSTRUCCIÓN de la Antigua Casa de Gobierno en toda la manzana para el Centro de Arte, Cultura, Tradiciones Populares y Museo de Historia de La Paz, Maqueta elaborada por una estudiante del Taller de Diseño Ambiental del CCH Morelos en 2009, en proceso de diseño en un programa de servicio social 2015 que realizan en el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU UABCS) los estudiantes de arquitectura del Instituto Tecnológico de La Paz  Luis Felipe Ricardo Domínguez Gutiérrez y Diana Marisela Cisneros García.

(*) (*) Escrito para el periódico El Sudcaliforniano el 17 de septiembre de 2015.

#12

El Paisaje Urbano De La Paz Visto Por J.A.D. (*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

En el verano pasado estuve por más de un mes revisando 3 mil 400 fotografías en 34 cajas del Archivo Pablo L. Martínez, de las cuales seleccioné 494 del paisaje urbano de La Paz que las solicité en donación para el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU UABCS) del cual soy responsable pero no las pude obtener, así que las tuve que fotografiar con una “camarita” no profesional, para no desaprovechar el tiempo;  desafortunadamente las fotos que tomé  tienen algunos reflejos y curvaturas, pero era necesario tenerlas mientras obtengo la donación pues la investigación de historia gráfica del paisaje urbano de La Paz debe continuar con el apoyo de servicio social de los estudiantes de arquitectura del Tecnológico. En la gran mayoría de esas fotos  se desconoce quién es el autor o autora de la foto, sin embargo se han logrado identificar algunas de ellas firmadas como: Olmedo, Enciso, Unzón, C. Rodríguez, M. Rodríguez, M. Macías, F. Arámburo, MF y  J.A.D.

Me dio curiosidad saber quién era J.A.D. pues me encontré unas fotografías que me llamaron la atención. Después supe que las siglas eran las tres primeras iniciales de Don José Anastacio Duarte Mejía gracias a un video de fotos antiguas de La Paz que elaboró Luis Enrique Alpizar Duarte, después supe que era nieto de Don José, quien me puso en contacto con su tía Alicia Duarte Cota hermana de su mamá, hijas de Don José.  

Al principio creí que Don José era de oficio fotógrafo, que tenía su estudio formal, que se ganaba la vida fotografiando la ciudad y a las personas, pero cuando me entrevisté con Alicia en su casa y me dijo que no era así, que la fotografía la practicaba por gusto, lo cual resulta interesante para la época. Alicia  es la séptima de 10 hermanos: José, Francisco, Dora, Raúl, Raquel, María Esther, Alicia, María, Enrique y Carlos. Alicia tiene ahora 78 años pues nació en 1937, de muy  jovencita trabajó en el salón de belleza “Seframar” propiedad de Doña Margarita Campos  que había en el Hotel Perla, trabajó también un tiempo  con la señora Teodora Flores de Mendía por la calle 16 de septiembre  y después se fue a estudiar Cultura de Belleza a la ciudad de México con el apoyo de  Consuelo Bátiz, la Chelo, y cuando terminó, en julio de 1959 su papá le tenía  arreglada y equipada la sala de la casa para que trabajara en su salón de belleza que le puso el nombre de Salón de Belleza “Paolo” después de una consulta con sus amigas, que los paceños y paceñas de la época lo recordamos,  pero esta es otra interesante historia, que en otra ocasión habremos de contar.

Después de una agradable tarde que pase platicando con Alicia me contó que su papá nació en 1895 en La Paz, se fue pequeño a Sonora y regreso a vivir de nuevo a La Paz donde se casó probablemente en 1922 con  Beatriz Cota Fernández,  su mamá, y poco después compró un terreno en la esquina de la antigua calle Puerto (ahora calle Agustín Arriola) y callejón Mijares (en un plano catastral de 1932 ya aparece Don José Duarte como propietario de ese terreno), donde al parecer antes había sido una cárcel y mucho antes la casa municipal (así aparece indicado en un plano de 1857), dice Alicia que cuando rehabilitaron y ampliaron la casa se encontraron vestigios de rejas de fierro y muros de madera de tablones muy gruesos; aquí vivió Don José con su familia hasta que falleció en 1967.  Los paceños habrán de recordar que en esta esquina estuvo probablemente por casi de 40 años  la emblemática cervecería La Mexicana que había instalado  don José y la atendieron sus hijos mayores, Pepe y Paco, hasta que se casaron (Recuerden que por el callejón Mijares, en el promocional de la cervecería La Mexicana había una pintura del kiosco del malecón).

Doy la palabra a su hija Alicia: “mi papa era secretario y trabajaba en el Juzgado de Primera Instancia,  fue secretario de Don Armando Aguilar Paniagua y como fuimos muchos hermanos entonces el sueldo que le pagaban en el juzgado no le alcanzaba entonces entró a trabajar en las tardes a La Perla de La Paz en el área de abarrotes. Pero en sus ratos libres, en sus ratos de ocio él se ponía a tomar fotos, se iba al muelle, se iba al malecón, iba a las calles y sacaba fotos, pues a él le gustaba mucho la fotografía; de hecho el fabricó su propia cámara. ¿Cómo la hizo? –se pregunta- eso si no sé, pero el fabricó su cámara, me acuerdo que le ponía una cosa negra así una como manta negra hasta abajo y ahí sacaba las fotos en cristal en cuadritos tamaño postal las sacaba, luego los revelaba y hacia las fotos; durante mucho tiempo saco muchas fotos y ya que no se dedicó a la fotografía, todos los cuadritos de cristal, los negativos los guardaba.  Mi papá también trabajaba la carpintería y lo hacía muy bien, hacía guitarras y la vendía  en sábado y domingo que no iba a trabajar,  tenía su banco de carpintería con toda su herramienta, en la misma casa;  le quedaban muy bonitas las guitarras y las vendía muy bien;  también una vez hizo un mueble grande para la casa tipo armario como vitrina y a los lados les puso todos los cuadritos de cristal para darle uso al material que él usaba en la fotografía;  porque era su afición la fotografía..”.

A pesar de que la fotografía no era su profesión, las fotos que conocemos de J.A.D. son extraordinarias, hay algunas de ellas en el AHPLM, pero quiero comentar en esta crónica al menos tres de las fotos que fueron tomadas hace cerca de 90 años, en la década de 1920, que me proporcionó Alicia la tarde de la entrevista.

La primera foto es una vista de la antigua Escuela No.47 actual Escuela Primaria Torres Quintero  que se erige monumental en medio de la soledad del monte donde se construyó, hay una bifurcación de caminos, uno que pasa  frente al pórtico que va seguramente a la tenería Suela Viosca pues se divisa al fondo la altísima chimenea de ladrillo  y otro que pasa a un costado que se dirige hacia la antigua calle California ahora 5 de febrero que era el arenal del arroyo del Palo. El edificio tiene un altísimo zoclo de piedra que llega hasta el nivel inferior de las ventanas que son de forma rectangular  en sentido vertical de madera divididas en ocho partes con vidrio,  siete por un costado y cuatro ventanas al frente; una escalera corrida a lo largo del pórtico con cinco escalones que llegan hasta el lugar que ocupan cuatro columnas dobles ornamentada con estrías estilo neoclásico de basamento cuadrado y  capitel ornamentado; coronado todo el edificio con una cornisa corrida y un remate de pretil. Por los rasgos arquitectónicos tienen la imagen formal de los templos masónicos (supe de buena fuente, que originalmente esta construcción albergaría una logia masónica, habrá que corroborar).

La segunda foto del antigua muelle fiscal,  una vista desde la plataforma transversal del muelle encontrándose en primer plano una goleta de dos mástiles atracada frente a un estructura de madera que pudiera ser un monta carga o bien un montaje para succión de líquidos; la plataforma son tablones muy gruesos de madera sobre el cual se encuentra rieles de fierro para vagones que transportaban mercancías de los barcos a los almacenes; al fondo se encuentra la Torre del Vigía de base cuadrada y se divisa más atrás el edificio de La Perla de La Paz y en la orilla de la playa una edificación de madera construida sobre una estructura de polines también de madera.

La tercera foto es una vista del malecón que se estaba construyendo con un muro de contención de piedra sobre la playa y la bancas de cemento pulido estilo Art Decó que se edificaron en La Paz en la década de 1920; la casona en la acera frente al malecón tiene una serie de puerta-ventanas con arcos de medio punto enmarcados con un remate; arriba una cornisa neoclásica corrida con un remate de pretil; el predio contiguo tiene cerco de fajillas de madera que hace esquina con la antigua calle Puerto (ahora Calle Agustín Arriola) y en la edificación de enfrente, las puerta ventanas son rectangulares verticales también enmarcadas con remates; dos cosas interesantes, la primera es que el predio donde se encuentra la casona es el mismo lugar donde actualmente se encuentra, el Hotel Perla, y la segunda es que la fotografía fue coloreada por Don José una vez impresa.

Finalmente, quiero comentar que Alicia me proporcionó dos fotografías donde aparecía su papá en dos o tres posiciones, una de ellas aparece  sentado en una mesa y  en la parte de enfrente aparecía él mismo en posición contraria; otra de ellas aparece su papa subiendo el tronco de una palmera, y abajo, a la izquierda y la derecha, él mismo, parado en posiciones diferentes; esto supone tomas fotográficas separadas que fueron fotocompuestas a la hora de la impresión de la foto; una técnica que al parecer utilizó frecuentemente Don José.

Hay muchas cosas que decir y describir sobre el paisaje urbano de La Paz fotografiado por J.A.D.; pero en realidad solo quería hacer memoria de Don José Anastacio Duarte Mejía,  aprovechando ésta crónica.

(*) Publicada en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el miércoles 23 de diciembre de 2015.

Antigua Escuela primaria No.47, ca.  década de 1920, Archivo Personal de Alicia Duarte Cota.

Antiguo Muelle Fiscal, ca. década de 1920, Archivo Personal de Alicia Duarte Cota.

Antiguo Malecón entre la antigua calle Puerto y callejón La Paz,  ca. década de 1920, Archivo Personal de Alicia Duarte Cota.

#13

El Paisaje Urbano De La Paz

Visto Por Miguel Macías Muñoz (*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

En noviembre estaba por realizarse el IX Encuentro Nacional de Historia y Antropología Regionales donde en coautoría con unos estudiantes de Arquitectura del Tecnológico que realizaban en ese momento su servicio social en el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU UABCS) presentaríamos una ponencia gráfica de fotos antiguas y actuales, y quería, a manera de homenaje,  hacer mención de los fotógrafos identificados en las fotos que habíamos obtenido del Archivo Histórico Pablo L. Martínez; así que intente buscar a los familiares de algunos de ellos.

Me encontré en su tienda a la bajada de la calle Madero  en los bajos de lo que antiguamente fue la Foto Macías, a Alma Macías Castro, hija de Don Miguel Macías Muñoz, una de las personas que alguna vez fotografió a cientos de paceños y paceñas en su estudio entre 1944 y1976. Yo mismo y mi hermana Ope todavía tenemos una foto de niños que nos tomó Don Miguel hace más de 55 años cada uno por separado, cuando hicimos la primera comunión, estaban en blanco y negro, pero tenían color, cuando todavía las cámaras de color no aparecían en el mercado, o sea eran pintadas a mano; la Ope está de rodillas frente a una estatuilla de Jesucristo con un rosario y un misal, y yo  recibiendo la primera comunión por el mismísimo Jesucristo (una pintura en gran formato de Jesús que estaba a un costado y que se colocaba como fondo).

Se conoce a Don Miguel Macías Muñoz más como un fotógrafo de Estudio que como un fotógrafo paisajista, sin embargo deben existir muchas fotos del paisaje urbano de la ciudad de La Paz, tomadas por Don Miguel  aunque solo tenemos algunas de ellas.

Alma, nos hizo el favor de contarnos algo sobre su papá:

“Miguel Macias Muñoz era originario de Guadalajara Jalisco, nació el 1 de octubre de 1918, hijo del Señor Juan Macías y de la Sra. Juana Muñoz ambos originarios de Guadalajara, mis abuelos;  penúltimo hijo de una familia de 4 mujeres y 7 varones, a la edad de 9 años mi abuelo Juan Muñoz se los lleva a vivir a La Ciudad de México y a la Edad de 14 años con su Cuñado Epigmenio , esposo de su hermana mayor Antonia Macías quien trabajaba en los Estudios Churubusco,  aprende el oficio de Fotógrafo, dominando la fotografía tanto de paisaje como de estudio, aprende a revelar, imprimir, retocar e iluminar fotografías dominando a la perfección  todas las técnicas, en estos estudios conoce a muchos artistas y personas de la política entre ellos al General Agustín Olachea. Tiempo después a los 24 años, el General Olachea lo contrata  como fotógrafo oficial para ser él quien lleve a cabo la filmación fotográfica de la fundación de lo que hoy es El Valle de Santo Domingo y Ciudad Constitución, donde la gente llegó a desmontar, para luego construir sus viviendas y tejabanes.

Mi papá  a La Paz en el año de 1944, se hospedó en lo que en ese tiempo se llamaba Pensión Talismán, donde el dueño le rento un local para que ahí montara su estudio fotográfico, pues como él decía, esta tierra lo cautivó, le dieron ciruelas del mogote y ya no quiso regresar a la capital. Era la segunda fotografía que se abría en la Ciudad de la Paz y llamó mucho la atención. El tipo de fotografía que el realizaba ya que era fotografía de estudio, de ahí inició un negocio que concluirá en  el año de 1976 con el cierre del estudio fotográfico "Fotos  Macías".

 En 1947 conoce a María del Rosario Castro Castro , originaria de Santiago Baja California Sur, hija de Miguel Castro Cosío y de Marina Castro Cosío, Ambos originarios de Santiago, mis abuelos; en 1948 contraen nupcias  y su nuevo domicilio es frente al Teatro Juárez en la calle Belisario Domínguez. Procrean 5 hijos: Eva Cristina (fallecida en noviembre de 1997), Lourdes Olivia, Miguel Humberto, Julieta Erendira (fallecida en 1959 a la edad de 3 años) y yo,  Alma Jetzabel. 

En 1953 mi papá  “le pega al gordo” y se saca la Lotería, visionario y emprendedor decide comprar el terreno propiedad de una familia Andrade,  donde hoy se ubica la casa y negocio denominado Hotel Yeneka.    Construye todo el frente del edificio que será la casa paterna, el estudio fotográfico, viaja a México con mis primeros tres hermanos y mi mamá  a comprar todos los aparatos de su Estudio Fotográfico en Kodak de  Mexico,  tienda, locales comerciales  y la primera parte del Hotel Yeneka el cual inicia con 6 cuartos posteriormente construiría  5 más en una segunda planta del lado izquierdo y en 1972 construye primero 3 cuartos  y una ampliación de 2 cuartos más para completar las 20 habitaciones.

Del Estudio fotográfico pueden dar cuenta muchos paceños que ahí tomaron sus fotos de caritas, su fotos para ingresar a la escuela, primaria, secundaria o preparatoria y hasta niveles superiores, o para bautizos, primeras comuniones, 15 años, bodas, etc. las tres hijas mujeres trabajaron la fotografía junto con mi mamá, dominando el trabajo de laboratorio: revelado e impresión de fotos e incluso iluminación a color  de manera manual.

Puedo decir que él fue testigo ocular del desarrollo de esta bella ciudad, sus eventos más relevantes pasaron por su lente, huracanes, desastres, aperturas de negocios e instituciones, conexiones de la península con el macizo continental vía aérea o marítima e incluso terrestre, quiso esta tierra como propia y como él lo dijo, llegó para quedarse; sin embrago, su salud decae víctima del cáncer linfático, aunque viaja a la ciudad de México  a tratarse en dos ocasiones pero el cáncer lo vence el 26 de marzo de 1983. 

En la memoria de sus hijos queda un padre trabajador, emprendedor de un enorme corazón pues ayuda a todo aquel que acude a él y que ve necesitado incluyendo a todos sus hermanos. Padre cariñoso, bailador, cantador, divertido siempre alegre y vacilador. ese era "El fotografo Macías" como le decía la  gente”.

Aprovecho esta crónica para homenajear de Don Miguel Macías Muñoz y finalmente comentar dos fotografías de paisaje urbano que tengo a la mano y que se encuentran en el AHPLM, la primera es una evidencia de la arquitectura vernácula paceña y la otra es la obra monumental de la década de 1940 conocida como El Caimancito.

La primera foto es muy representativa de la arquitectura vernácula paceña que dominaron los barrios de El Esterito y El Manglito a mediados del siglo XX, que fueron casas construidas de tablones de madera colocadas en sentido vertical  o en sentido horizontal, techadas algunas de palma, otras de tejamanil y otras de teja, como las que aparecen en la foto; la parte del patio que da a la calle, las bardas eran construidas de fajillas de madera en sentido vertical y a un costado una puerta exterior también de fajillas de madera, mientras que la calle era de terracería, con banquetas de piedra solo frente a algunas casas. Es muy probable que la fotografía sea en la parte cercana a un lugar donde alguna vez estuvo el Hotel Los Cocos, por la abundancia de los cocoteros, tal vez por la prolongación de la calle Topete o de la Rangel.

La segunda foto debe ser de la década de 1950 pero es una construcción que se realizó en 1948 adelante del balneario El Coromuel, en una colina frente al mar con el propósito de albergar a visitantes distinguidos en especial al presidente de la República, de ahí el nombre común de Casa Presidencial al que se le conoce como El Caimancito; consta de dos pisos, con muy amplias habitaciones y terrazas, y en su fachada destaca la arquería de medio punto en la terraza de la planta alta que descansan en contrafuertes; la techumbre  está recubierta de tejas de barro, las ventanas al frente son rectangulares horizontales, las paredes encaladas y a la derecha una barda con base de piedra con celosía y muretes de ladrillo aparente; mientras que  en el primer plano de la foto aparece un elemento que simboliza un pozo de agua sobre el cual se encuentra un arco de medio punto y sobre él una pequeña cruz.

Estos ejemplos fotográficos del paisaje urbano de la ciudad de La Paz que proceden de la mirada de Don Miguel Macías Muñoz, son pretexto para recordarle y dejar constancia de la importancia que tiene la fotografía histórica para interpretar desde el presente a  La Paz de antes.

(*) Publicado en la página de Opinión de El Sudcaliforniano el miércoles 30 de diciembre de 2015.

Vista de casas de madera en una calle no identificada de la ciudad de La Paz; Foto 8378 AHPLM

Vista exterior de la casa presidencial El Caimancito, Foto 6306 AHPLM.

#14

El Paisaje Natural y Urbano De La Ciudad de La Paz 

Visto Por Francisco Arámburo.

Gilberto Piñeda Bañuelos

Francisco Arámburo Salas nació en La Paz  el 30 de diciembre de 1930 casado con  Judith González Isais, padres de Aldo Arámburo González y abuelos de Francisco y Joaquín;   es hermano de Graciela, Beatriz y María Elena, hijos de Francisco Arámburo  Mendoza que nació en El Triunfo el 4 de octubre de 1904 y de Graciela Salas Solersi nacida en Culiacán  el 14 de abril de 1907; nieto por línea paterna de Carlos Arámburo y Francisca Mendoza, Pachita, y por línea materna de Pablo Salas y Dolores Solersi. Los hermanos y hermanas de sus padres, sus tíos, por línea paterna fueron María Luisa, Carlos, Carmen y Enrique Arámburo Mendoza, y por línea materna Daniel, Luis, Aurora, Lolita y Rosalba Salas Solersi.

Una familia paceña de la primera mitad del siglo XX muy conocida que vivió en una casa antigua de una planta ubicada en la esquina de las calles 5 de Mayo y Madero, en el mero Centro Histórico, y que en la década 1940 en el cuarto de la esquina Doña Graciela instaló una tienda de revistas y dulcería que al paso del tiempo los cuartos de la misma casa  se convertirían en almacén de la tienda hasta que dio forma a lo que los paceños conocimos como la Librería Arámburo y se cambiaron a la antigua casona de un costado por la Madero que amplió y  remodeló en aquellos años el arquitecto o ingeniero Pompeyo Tello con un estilo que se aproxima al Art Decó que por cierto destaca respecto al resto de la edificaciones antiguas que todavía existen por la calle Madero.

En mi afán por reconstruir la imagen urbana de La Paz de antes  y recobrar la memoria de lo que fue el paisaje natural de sus alrededores, me encuentro en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez con cientos de fotografías del paisaje urbano de La Paz de la primera mitad del siglo XX, todas en blanco y negro, y en archivos personales solo algunas de ellas pintadas manualmente en color; pero de pronto aparecen fotografías de La Paz en color, algunas en los archivos personales y otras por la Internet, que ahora sabemos empezaron a tomarse en la segunda mitad de la década de 1950 y se difundieron ampliamente en las décadas de 1960 y 1970 y probablemente hasta la primera mitad de la década de 1980. Eran las postales a color que tomaba Paco, como le conocemos los paceños, que la mayoría de ellas se editaban e imprimían en San Diego, solo algunas, muy pocas,  editadas en México y se distribuían en la Librería Arámburo.

En un correo electrónico que me escribió Paco en respuesta a unas preguntas que le hice motivado por la colecta de fotografías en blanco y negro que yo había hecho en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez y unas cuantas fotografías históricas en color, entre ellas unas tarjetas postales suyas, me dijo:  “Las primeras tarjetas postales que hice fueron siete. Era el año de 1955, y abarcaban principalmente el Malecón, la Catedral y el Palacio de Gobierno. Tuvieron mucho éxito y luego mandé hacer más y más de otros lugares, incluyendo Cabo San Lucas, Mulegé, y sitios como la Isla de Espíritu Santo…  La gente las compraba y las enviaba a sus lejanos destinos, con lo cual se produjo una especie de relación a distancia, y muchos vinieron de otros lugares a visitar... y aun a quedarse aquí. También fue definitivo el artículo publicado en Reader’s Digest y traducido a varios idiomas en Julio de 1973 “Baja California Sur: Donde el mar y el desierto se unen”… Recibí muchas cartas preguntándome información al respecto. Ya para entonces las postales sumaban miles y miles, y se tenían que mandar hacer más ya sea de las mismas o nuevas. Recibía correspondencia de los más lejanos lugares preguntándome detalles de esos lugares. Todo iba muy bien, pero las cámaras digitales vinieron a terminar con las postales, pues los visitantes venían, tomaban fotos con sus teléfonos y las mandaban directamente a sus amigos alrededor del mundo… Una bonita época para La Paz se acababa en aras del modernismo..”. Quiero aprovechar estas palabras para describir algunas de esas históricas postales de La Paz, pero antes hay que decir algo sobre Paco el fotógrafo y las postales:

Tanto la fotografía como la tarjeta postal tienen su origen en el siglo XIX, pero la llamada época de oro de las postales puede fecharse en el primer cuarto del siglo XX cuando aparecieron fotógrafos y casas editoras que reprodujeron una gran cantidad de postales en el mundo tanto de personas como del paisaje urbano y natural. El mercado mundial de las postales se expandió.

En México, en la época de oro de las postales visitan el país algunos fotógrafos extranjeros que trabajaron para casas editoras como por ejemplo la “Sonora New Company” y los fotógrafos Percy S. Cox y Winfield Scott o la Detroit Postal Universal y el fotógrafo William Henri Jackson; y una editora nacional muy conocida la   Compañía México Fotográfico editora y comercializadora de postales fundada en 1925 de la familia Sánchez Pedrero en Veracruz que fotografiaron, editaron y distribuyeron postales de muchos pueblos y ciudades en todas las entidades del país, incluida la ciudad de La Paz, cuyas postales en blanco y negro se identificaban con las siglas MF que hay muchas en los archivos históricos del país.

Todo hace indicar que hasta mediados de la década de 1950 las postales de MF en blanco y negro eran de las que se vendían en la Librería Arámburo antes de que Paco empezara a tomar fotografías de La Paz para distribuir las postales en color que se venderían  en la  Librería Arámburo, que dicho sea de paso, para 1962 ya tendría un edificio moderno en sustitución del antiguo en el mismo lugar pero ahora con el nombre de Librería y Distribuidora Arámburo S.A.  frente lo que se llamó en ese entonces la Plaza Constitución donde alguna vez estuvo la antigua Casa de Gobierno en toda la manzana; era  un edificio comercial de tres niveles con grandes ventanales que fue diseñado por el arquitecto Hernández España quien fuera el mismo que diseñara el edificio del moderno palacio de Gobierno  de la calle Isabel la Católica.

Paco se acercó al gusto de la fotografía desde muy joven tomando fotos familiares y me dice que por ese gusto, su tía Rosalba  le regaló una cámara Browni “de cajón” para negativos en blanco y negro que le permitió multiplicar el gusto por la fotografía. En aquel tiempo aparecen las diapositivas a color y llegaron a La Paz las antiguas cámaras de fuelle Turist que utilizaba rollos 620 para ocho exposiciones; que se vendía precisamente en la Librería Arámburo además de las revistas. Paco se enteró, supongo por las revistas o porque había estudiado en el Colegio en los Estados Unidos,  que en San Diego, California,  la compañía H.S. Croker editaba e imprimía tarjetas postales a color, así que tomo una Turist de las que se vendían en la Librería Arámburo como dice él, tomó las primera siete fotografías (bueno en realidad tomo ocho pero una de ellas la descartó) y las envió a San Diego y así empezó ponerse la mirada de Paco en el paisaje paceño, natural y urbano, entre las primeras se encuentran, recuerda, la Catedral de Nuestra Señora de La Paz, el crepúsculo desde el Malecón, el Muelle, el parquecito Cuauhtémoc, entre otras. Para las postales que siguieron se utilizó el rollo 35 mm de 36 o 20 exposiciones utilizando cámaras Canon y Nikon.

Paco se considera a sí mismo un fotógrafo “sencillista, un simple observador de la naturaleza, y solo me concreto a recoger las imágenes que flotan a mi alrededor, capturando la belleza de un momento  que será quizá como un granito de eternidad” como dice en una entrevista; así es, la imagen fotográfica tiene esa virtud, que nos permite en cada presente o en cada futuro saber que pudo haber pasado en la realidad; pero Paco, a mi modo de ver, no solo es un paisajista natural sino también un fotógrafo del paisaje urbano.

Podemos decir que la década de 1960 fue la década de oro de las postales FA (siglas de Francisco Arámburo, que anticipaban al número de la postal), se volvieron a tomar las primeras siete y le siguieron muchas más; fueron miles de postales las que se distribuyeron, pues de cada 10 nuevas postales se reproducían 2 mil 500, las de una sola imagen eran de la serie 000, las de tres imágenes 300 y las de cuatro 400; por ejemplo, tenemos a la vista 15 postales tomadas por Paco, pero solo comentaremos cuatro de ellas a manera de ejemplo.

La postal de la vista aérea de la ciudad de La Paz, la ensenada y el Mogote debió ser tomada por Paco en un vuelo de finales de la década de 1950 o en los primeros dos años de la década de 1960,  que seguramente lo hizo con algunos amigos que le apoyaban para este tipo de tomas, como él mismo nos lo contó;  en la foto se advierte la presencia de dos barcos, uno atracado y otro fondeado en el canal, y varias embarcaciones menores en la parte sur del muelle y al fondo los manglares, los esteros  y las dunas característicos de El Mogote; lo interesante de la panorámica aérea son las edificaciones antiguas que dominan toda la ciudad y solo se advierte a la vista una gran construcción “moderna” que era el Hotel Perla de aquella época; al centro destaca la antigua Casa de Gobierno en toda la manzana con su gran jardín interior, el jardín Velasco con su Kiosco y la parroquia de Nuestra Señora de La Paz con su atrio bardeado; y a sus alrededores se ven claramente las puertas y puerta-ventanas rectangulares verticales en la gran mayoría de las edificaciones; se observa una ciudad muy arbolada, diríamos excesivamente, lo cual supone una ciudad sombreada de manera natural.

La postal  de la Parroquia de Nuestra señora de La Paz debió ser tomada por Paco a mediados de la década de 1960, así lo deja ver el texto escrito al reverso de la postal que dice localizarse frente a la Plaza Constitución que fue el nombre que se le dio al lugar después de haberse  demolido el kiosco del jardín Velasco y la antigua Casa de Gobierno; en la foto vemos el atrio de la catedral arbolado en su interior   que está cerrado por una barda de piedra que en la parte superior tiene un celosía de cemento con orificios rectangulares verticales separados por pilastras de piedra y al centro un pórtico de entrada con dos columnas que tienen como remate un capitel y dos grandes faroles de cuatro caras; al fondo las torres y la portada de la iglesia de piedra junteada; al frente dos vehículos de algunos años anteriores a la foto, uno convertible y otro cerrado.

La postal de la playa de El Coromuel debió ser tomada por Paco a finales de la década de 1960 o principios de la década de 1970 por los rasgos de los vestidos de playa, las palapas y la construcción del primer plano de la foto; al fondo la formación rocosa donde se encuentra la terraza original abierta y techada en forma semicircular inclinada emblemática de El Coromuel, ya desaparecida por la modernidad; en la arena las tradicionales bancas de madera, las sobrillas de tela que empezaban a llegar a La Paz y las ya tradicionales palapas con techo de palma, y a un costado la imponente gran piedra semicúbica  y en las faldas del cerro la terraza con techo de palma.

Las postales del crepúsculo del Malecón y de  las cristalinas aguas de Puerto Balandra que debieron ser tomadas por Paco a finales de la década de 1950 y principios de la década de 1970, respectivamente; son una evidencia, entre decenas, del paisaje natural visto por Paco; no hay paceño, paceña y visitante que no hayan contemplado con sus propias miradas el colorido de las gamas rojo-naranja-amarillo del crepúsculo desde el malecón. En la imagen aparece la silueta de las palmeras de coco que se introdujeron a la vegetación urbana de la ciudad hace muchos años, dos personas platicando (una de ella era el gerente del hotel Perla en aquella época que paseaba por el Malecón, me comenta Paco) y una embarcación que por su perfil, era una canoa de madera, anclada muy cerca de la orilla; mientras que en la imagen de la playa de Balandra se puede observar en detalle la vida submarina y sobre la superficie marina una embarcación de fibra de vidrio que empezaba sustituir a las de madera, ahora con motor fuera de borda y una caña de pescar, y al fondo el horizonte que divide el cielo y el mar. Paco se había bajado de su lancha para registrar esta extraordinaria imagen de las transparentes aguas de balandra.

Esta crónica es entonces un homenaje a otro fotógrafo paceño, Paco, en este caso un  fotógrafo paisajista por excelencia, pero además es el fotógrafo del paisaje urbano y natural de la ciudad de La Paz y del vasto territorio sudpeninsular que le tocó vivir la transición, entre el blanco y negro y el color, entre los negativos y las diapositivas, entre la foto familiar y la foto pública como  fueron las postales; unas postales cuyas imágenes del paisaje urbano se tomaron justo en  la época donde La Paz de antes transitaba a  La Paz que quiso y quiere ser modernizada, a riesgo de desaparecer para siempre la imagen urbana histórica de la ciudad de La Paz, y con ella el patrimonio cultural edificado.

Ahora, para el mercado ya no son necesarias las postales, como dijo Paco, repito sus palabras:  Todo iba muy bien, pero las cámaras digitales vinieron a terminar con las postales …  Una bonita época para La Paz se acababa en aras del modernismo.."

Vista aérea de la ensenada y ciudad de La Paz a finales de la década de 1950. Archivo Personal de Francisco Arámburo Salas.

Parroquia de Nuestra Señora de La Paz a mediados década de 1950. Archivo Personal de Francisco Arámburo Salas.

Playa del balneario El Coromuel a principios de la década de 1970, Archivo Personal de Francisco Arámburo Salas.

Crepúsculo en el malecón de La Paz a finales de la década de 1950 y Embarcación en las aguas cristalinas  de Puerto Balandra a inicios de la década de 1970,  Archivo Personal de Francisco Arámburo Salas.

(*)Publicada en la página de Opinión del periódico El Sudcaliforniano el viernes 22 de enero de 2016.

#15

El Plano De La Ciudad De La Paz: 1932 (*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

Gracias al profesor Leonardo Reyes Silva, durante el periodo vacacional tuve la oportunidad de ver un extraordinario plano catastral de la ciudad de La Paz original dibujado a tinta en papel tela levantado y firmado por el Ingeniero Sebastián Díaz Encinas a escala 1:4000 fechado el 7 de abril de 1932 siendo gobernador del Territorio Sur de la Baja California el General  Ruperto García de Alba, sucesor del general Agustín Olachea Avilés, después de sus primer periodo de gobierno y predecesor del gobierno del general Juan Domínguez Cota.

La estructura urbana del plano de 1932 es la misma de los planos de 1861, 1886 y 1907: en la parte baja de la ciudad una traza irregular con manzanas y calles de diferentes tamaños, mientras que en la parte alta esta la traza ortogonal con manzanas de 100 por 100 metros y ancho de calles de 20 metros, en su mayoría, pues hay dos manzanas de 50 por 50 metros (La plazuela y la antigua Casa de Gobierno) y 22 manzanas de 50 por 100 metros, 11 que corren en la parte alta a lo largo de la costa hacia el noreste y 11 que corren del solar de la iglesia hacia sureste.

Aunque no toda la información que nos proporciona el plano es legible, aparece el fundo legal y la zona federal, las manzanas con su número, el nombre de las calles, los solares en cada una de las manzanas con el nombre del propietario, los terrenos cultivados, los terrenos baldíos, los terrenos inclinados,  la simbología de las principales edificaciones; incluso los valores catastrales, en fin,  se trata de un auténtico plano catastral (aunque estos valores catastrales y la indicación del predio de la Escuela Normal Urbana, debieron haber sido sobrepuesto en la década de 1940).

En 1929, por instrucciones del gobierno federal, el Ayuntamiento de La Paz, que administraba el catastro de la ciudad dejó de existir junto a los demás municipios del Distrito Sur;  el 7 de febrero de 1931 el Distrito Sur se transformó legalmente en Territorio Sur de la Baja California  y en noviembre de ese año, asumió el cargo de gobernador el general Ruperto García de Alba designado por supuesto por el presidente de la República, quien gobernó solamente 10 meses, hasta septiembre de 1932 que en opinión de Don Pablo L. Martínez “le tocó regir en la  época más difícil debido a la aguda crisis económica  que se extendía no solo en la península sino al mundo entero”;  en ese lapso seguramente que ordenó la elaboración del plano de la Ciudad de La Paz que ahora comentamos en esta crónica, pues la administración del catastro de la ciudad a partir de ese momento y hasta 1972 correspondió al Gobernador del Territorio.

En esa época, la Ciudad de la Paz tenía muy poca población había pasado de 5 mil 46 habitantes en 1900 a 8 mil 166 habitantes en 1930 según datos censales, así que la Paz era muy pequeña, los solares en cada manzana todavía eran muy grandes y por lo tanto había una baja densidad territorial de solares por manzana, mientras que la poligonal de la traza urbana    estaba formada por las calles paseo General Álvaro Obregón, Ejido (actual Francisco King) en el límite del barrio El Esterito,  Isabel la Católica, 5 de Mayo, Avenida México, Bravo, Sonora hasta la línea de costa en el límite del barrio El Manglito y siguiendo la zona costera hasta la esquina de la calle General Márquez de León  y el paseo General Álvaro Obregón donde terminaba en aquel entonces lo que se conoció como el Palmar de Abaroa; toda la ciudad dibujada en el plano de 1932  según cálculos nuestros abarcaba una superficie de 3 millones 866 mil 160 metros cuadrados (menos del 5% de la superficie actual de la ciudad),  más 75 mil 200 metros cuadrados del solar del panteón de los San Juanes que se encontraba en el monte, dentro del cual había una barda perimetral de piedra (todavía existen sus vestigios)  que abarcaba una superficie de 27 mil 660 metros cuadrados.

Hay muchas cosas que decir del plano de 1932, solo mencionaremos algunas  más a manera de aproximación al plano mientras se estudia posteriormente más a detalle utilizando las fotografías de acercamiento tomadas por el estudiante de Comunicación Julián Bareño Gutiérrez; como por ejemplo: en el plano se contabilizan 440 manzanas numeradas distribuidas en dos partes, una parte  hacia el Norte-Noreste-Este los números pares y hacia Suroeste-Sur-Sureste los números nones, siendo la calle 16 de septiembre la línea divisoria que sirve de referencia para la numeración de las manzanas (Hay que recordar que desde el siglo XIX en la parte cercana al mar de estas dos zonas de la ciudad eran conocidas como la loma norte y la loma sur, también se le llamó mesa del volador a la del norte y mesa de la iglesia a la del sur).

Tomando algunas manzanas a manera de ilustración,  la manzana número 1 se encuentra entre las calles Paseo Álvaro Obregón, 16 de Septiembre, Comercio (ahora Esquerro) y callejón La Paz, con seis solares que abarcan de calle a calle casi del mismo tamaño, tres de ellos eran  propiedades de las familias Ruffo, Arriola y Canseco;  la manzana número 2 se encuentra entre las calles paseo Álvaro Obregón, Hidalgo, Belisario Domínguez y callejón Constitución con solo dos solares propiedad de la familia Cornejo el solar más pequeño y el más grande del señor Alisson, que es la manzana donde se encuentran en la parte alta  lo que los paceños conocemos  como los Cuartos de Cocol (donde recientemente fue desalojada la familia Bourquez y está amenazada de desalojo la familia del famoso Killiki, quienes han vivido por décadas en ese lugar); la manzana número 2 quedo fraccionada en cinco partes como 2/1, 2/2, 2/3, 2/4 y 2/5 en cinco cuadras a lo largo del malecón  entre las calles Morelos  y República; el bordo de piedra sobre el que se construyó el Malecón, en el dibujo abarcaba únicamente desde la calle Hidalgo hasta la calle Rosales frente a la cuchilla del parquecito Cuauhtémoc donde después se construyó el Hotel Los Arcos, y en los extremos hacia El Manglito y hacia El Esterito el malecón se encontraba con la arena de la playa que fueron conocidas por los pace|ños de entonces como la playa sur y la playa norte, respectivamente.

En el extremo Este por ese rumbo se encuentra  la manzana número 440  entre las calles Antonio de Mendoza (actual General Félix Ortega), Victoria, avenida Isabel La Católica y Morelos, que no tiene subdivisión de solares y  no se indica el nombre del propietario (era monte); por ese mismo rumbo entre los trazos de las manzana hay una diagonal dibujada en línea punteada que inicia en el trazo de la manzana número 176 en la calle Valentín Gómez Farías entre República e Iturbide (actual calle Torre Iglesias) que era un camino que llevaba al panteón de Los Sanjuanes cruzando el monte y pasaba por los hornos para hacer ladrillos que había en el lugar, aunque en el plano están dibujadas las manzanas número 176, 216, 220, 222, 266, 420 y 428 cruzadas por el camino.

Algunos otros detalles interesantes del plano son por ejemplo que aparece el trazo de las  cuatro manzanas (339, 341, 367 y 369) de lo que fue después la construcción de la Escuela Normal Urbana rodeadas de las calles Licenciado Verdad, Juárez, Antonio de Mendoza y Márquez de León donde aparece como propietario José María Pino(se presume que era propiedad de alguno de los familiares de quien fuera vicepresidente de la República en la época maderista); hacia el Este de la calle Isabel La Católica entre las calles Bravo y Legaspi en dirección Norte-Sur en diagonal al trazo ortogonal de la ciudad se encuentra el Campo de Aterrizaje lo que sería el más antiguo aeropuerto de La Paz, justo donde actualmente  se encuentran el Palacio de Gobierno y el fraccionamiento Perla (en esta época debieron aterrizar avionetas y a inicios de la década de 1950 los aviones de dos motores cuando todavía estaba el campo aéreo).

Siguiendo por la calle Isabel la Católica continúa la carretera de la salida al Norte por el camino a Las Garzas rumbo al Zacatal y en el entronque con la calle California (actual 5 de febrero), debe estar la carretera al Sur en diagonal al trazo ortogonal de la ciudad que no aparece dibujada en el plano porque en su lugar se ha puesto un leyenda que es una nota que da contexto histórico a la ciudad, pero se encuentra ilegible.

En la parte superior del plano viene una anotación que parece ser se colocó después de dibujado el plano donde se indica la existencia de siete zonas con sus valores catastrales equivalentes a 20 pesos por metro cuadrado la primera zona, que debe ser la parte baja y las lomas contiguas en el centro de la ciudad, 8 pesos la segunda zona y las calles pavimentadas fuera de la primera zona,  6 pesos la tercera, 3 pesos la cuarta, 2 pesos la quinta, 1 peso la sexta y 50 centavos por metro cuadrado la séptima zona catastral (no es legible la delimitación de las zonas catastrales, aunque se deduce que el valor catastral va disminuyendo en la medida en que se aleja del centro de la ciudad.

Finalmente, en el plano se ilustra con dibujos simbólicos algunas espacios públicos como la playa norte y la playa sur sin malecón, la torre del vigía con base cuadrada en el muelle fiscal, el jardín Velasco en la manzana 48,  la  manzana 202  que se ilustra como jardín  en la calles 5 de mayo, Josefa Ortíz de Domínguez, Independencia y Héroes de Independencia, frente al establo de la familia  Cornejo; y algunas edificaciones como la Escuela 1, la Escuela Industrial, el Cuartel, el hospital Salvatierra, la parroquia de Nuestra Señora de La Paz, la Tenería, la antigua Casa Municipal, la Casa de Gobierno, el templo masónico, entre otras. La mancha urbana de la ciudad de La Paz de 1932 o más bien la traza urbana en el plano no era muy distinta a la de fines del siglo XIX si se compara con los planos de 1886 y 1907 y con los planos de la ciudad de mediados del siglo XX; sin embargo, para el siglo XXI si ustedes tienen la curiosidad de recorrer la ciudad en el centro histórico y toda su periferia hasta las salidas de la ciudad,  verán que poco se parece a La Paz de Antes, ni en tamaño,  ni en forma, ni en contenido.

(*)Publicada el domingo 6 de marzo de 2016 en la página de Opinión de El Sudcaliforniano.

Plano de la ciudad de La Paz en 1932, Archivo Personal de Leonardo Reyes Silva. Foto: Julián Bareño Domínguez, domingo 13 de diciembre de 2015, CEDOHU UABCS

Trazo de poligonal de la ciudad de La Paz de 1932 en la imagen actualizada de  Google Earth, 2016. Elaboración: Gilberto Piñeda Bañuelos, 26 de enero de 2016, CEDOHU UABCS.

Solares en el núcleo fundacional de la ciudad de La Paz que aparecen en el plano de la ciudad de La Paz de 1932. Archivo Personal de Leonardo Reyes Silva. Foto: Julián Bareño Domínguez, domingo 13 de diciembre de 2015,  CEDOHU UABCS

Camino al panteón de Los Sanjuanes que aparece en el plano de la ciudad de La Paz de 1932. Archivo Personal de Leonardo Reyes Silva. Foto: Julián Bareño Domínguez, domingo 13 de diciembre de 2015, CEDOHU UABCS.

Campo de Aterrizaje  que aparece en el plano de la ciudad de La Paz de 1932. Archivo Personal de Leonardo Reyes Silva. Foto: Julián Bareño Domínguez, domingo 13 de diciembre de 2015, CEDOHU UABCS.

#16

Recorrido Visual Por La Histórica

Ciudad De La Paz(*)

Gilberto Piñeda Bañuelos

Hace unos meses, dos jóvenes estudiantes de Arquitectura del Instituto Tecnológico de La Paz (ITLP) que están por terminar sus estudios,  Carlos Eduardo Cruz Ay y Eli Whitney Espinoza, que realizaron sus servicio social en el Centro de Documentación de Historia Urbana (CEDOHU UABCS) del cual soy responsable nos dieron una lección técnica y creativa de cómo hacer un recorrido por el centro histórico de la ciudad de La Paz desde nuestro hogar o desde nuestro lugar de trabajo teniendo una computadora. Se trata de una auténtica y muy profesional  crónica fotográfica que combina el pasado y el presente del paisaje urbano de La Paz utilizando más de 80 fotografías de archivo, las cuales  contienen un alto valor histórico que nos ayuda a recobrar la memoria de la ciudad antigua con una mirada desde el presente (para ilustrar está crónica se han seleccionado solamente 12 fotografías históricas).

Una mirada desde el presente quiere decir tomar la fotografía histórica en el mismo lugar que se tomó hace 50, 75 o 100 años antes, por algunos de nuestros fotógrafos y fotógrafas del paisaje urbano (Enciso, Olmedo, Unzón, Doña Clotilde Rodríguez, Don Miguel Rodríguez, Don José Anastacio Duarte, Don Miguel Macías y Francisco Arámburo, entre otros).  Lo que hicieron los estudiantes fue un diseño de fotocomposición con la foto antigua y la actual que ellos mismos tomaron y las ordenaron en forma de recorrido visual utilizando un plano de la ciudad de La Paz de 1892, empezando en el antiguo muelle fiscal y terminando en el Malecón. Los resultados del trabajo fueron presentados a principios del semestre en el vestíbulo del edificio de Ciencias de la Tierra del ITLP, conocido como “El Bastón”.

Aunque este recorrido ya se ha realizado in situ medio centenar de veces los domingos a las siete de la mañana con una duración de casi tres horas, contar con un recorrido visual que podemos ver en casa, con amigos o en una clase, gracias a Carlos Eduardo y Eli, es una muy buena oportunidad que no debiéramos desaprovechar.

La fotografía histórica es una muy buena  herramienta para  narrar en forma visual una historia urbana si esta se ordena adecuadamente y aunque la fotografía surge en el siglo XIX en los archivos históricos locales las imágenes del paisaje urbano de La Paz son muy escasas las de ese siglo, solo hay unas cuantas de finales del siglo XIX pues  la gran mayoría de ellas  fueron tomadas en la primera mitad del siglo XX.

Por esa razón resulta importante imaginar cómo era el lugar donde se asentó el puerto de La Paz, antes de que nuestros fotógrafos y los que nos visitaron registraran las imágenes del puerto. Tendríamos que imaginar en la segunda mitad del siglo XVIII que   la ensenada de La Paz seguía siendo utilizada como fondeadero de las armadas que venían de la contracosta en busca de perlas y de embarcaciones que introducían mercancías hacia el pueblo minero de Santa Ana en lo que fue después el distrito minero de San Antonio donde se descubrió una veta de plata, esto quiere decir que  la playa frente a  la ensenada de La Paz apenas contaba con  acampadas sucesivas  de las armadas  perleras y desembarco minero que iban y venía por el camino del real de Santa Ana y después de San Antonio.

Frente a la calma ensenada de la playa rodeada de manglares y esteros, por el poniente estaba una barra arenosa que ahora conocemos como El Mogote y hacia el oriente había que subir los paredones de tierra de pronunciada pendiente que llevaba a  una enorme  planicie de  pendiente suave  dividida por un gran arroyo en dos lomas, conocidas en el pasado como las loma norte y la loma sur rodeada de una zona montañosa en la zona norte y oriente que limitaba la planicie por los cerros que después se conocieron como el de  La Calavera, el de  Los Sanjuanes, El Piojillo y el cerro Atravesado entre otros. Este lugar fue recorrido durante miles de años por los pobladores indígenas originarios cazadores-recolectores-pescadores, de los cuales, muchos de ellos utilizaron como territorio de recorrido las islas de la bahía de La Paz  que ahora conocemos como Espíritu Santo, Cerralvo y San José.

Para la primera mitad del siglo XIX el fondeadero de La Paz se había convertido en un embarcadero y muy rápidamente en un muelle fiscal, pues entre 1828 y 1837, el puerto de La Paz era a la vez puerto de cabotaje y de altura, es decir, no solo comerciaba con los puerto nacionales, sino con puertos extranjeros como por ejemplo el de San Francisco, Estados Unidos; sin embargo entre 1837 y 1854 el puerto de La Paz se cerró al comercio de altura por órdenes del gobierno central; pero después continuó comerciando con el extranjero;    y por lo tanto se había convertido en una ciudad-puerto comercial, cuando todavía no había fotografías del lugar aunque si algunas litografías panorámicas avistados desde El Mogote.

Siguiendo el recorrido visual que nos proponen Carlos Eduardo y Elí, una de las primeras imágenes del paisaje urbano que se conocen registrada en una primera fotografía de finales del siglo XIX es la que fue tomada desde el norte de la calle playa (actual Álvaro Obregón), donde se percibe una gran movilidad comercial con carretas de tracción animal frente al muelle,  al fondo la torre del vigía y un lugar de hospedaje llamado Hotel Palacio; mientras que en una segunda  fotografía tomada el día del ciclón de 1918  se puede ver el muelle fiscal donde se encontraban afectados por el ciclón  la torre del vigía de base cuadrada y los durmientes de los rieles de los vagones que había en el muelle.

Una tercera fotografía es el edificio monumental de arquitectura ecléctica con dos grandes portones y cinco puerta-ventanas con arco cortado en la planta baja y  en la planta alta en los extremos sobre los portones dos arcos de medio punto y en la parte central cinco puerta-ventanas con arcos de medio punto, todo ellos con salida hacia el balcón, propiedad de la familia Ruffo conocida como La Perla de La Paz construido en la década de 1860 en la antigua calle Smith-Vives que después se llamó Comercio (actualmente Manuel M. Esquerro o Mutualismo), muy cerca del muelle, del resguardo marítimo y de las aduanas, no podía faltar esta imagen con el antiguo carro de redilas de la agencia Ford descargando mercancías y las protecciones de madera de los árboles recién sembrados; la cuarta fotografía corresponde a otra edificación monumental que en su momento fue la competencia comercial de La Perla de La Paz, una edificación propiedad de Don Miguel González llamada La Torre Eiffel construida en el siglo XIX pero después de haberse construido La Perla de La Paz, que se encontraba en la esquina de las antiguas calles Puerto y Obispado (actuales calle Agustín Arriola y Zaragoza), donde permaneció abandonada hasta mediados del siglo XX en que fue destruida; una edificación que fue comprada por el gobierno territorial durante la administración el gobernador de Francisco J. Mujica que se iba a destinar para una biblioteca.

Una quinta fotografía es el edificio del antiguo correo de La Paz  en la época en que dominaba el servicio postal de entrada y salida de cartas y documentos vía marítima y terrestre, y la distribución en el puerto por los tradicionales carteros que lo hacían a pié con su mochila de cuero al hombro; es un edificio  ubicado en las antiguas calles Central y Segunda (actuales calles 16 de septiembre y Madero) a un costado del callejón Artesanos, un edificio con tres puerta-ventanas con arcos de medio punto, cuya imagen urbana   fue modificada en la década de 1960.

Una sexta fotografía es la del templo de la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar de La Paz que fue construida de piedra traída de los cerros cercanos; sin torres del campanario, pero si con la cúpula de fajillas de madera con techumbre de tejamanil; edificada en la década de 1860, ubicada en la antigua calle Parroquia después llamada calle Tercera (actual calle Revolución) entre la calle Independencia y antigua calle Ayuntamiento (actual 5 de mayo); y contaba con un atrio cercado muy arbolado en su interior y en el exterior las banquetas empedradas, era el único templo católico que había en La Paz y por lo tanto uno de los espacios públicos mayor frecuentado por las familias paceñas;  muy cerca de la parroquia se encuentra el templo de la Logia Masónica Fieles Obreros de la Baja California que se puede ver en una séptima fotografía, un edificio con una arquitectura neoclásica con un frontón triangular, columnas semicirculares adosadas, una puerta de madera utilizada como acceso con arco de medio punto y a sus costado dos puertas de madera con arcos semiojivales, ubicado en la calle Independencia esquina con la antigua calle Cuarta (actual Aquiles Serdán) que fue construido en 1873, poco después de haberse fundado la Logia, en un terreno donado por Don Santiago Viosca, uno de los promotores.

Una octava fotografía tomada desde una de las torres del campanario del templo de la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar de La Paz aparece una panorámica del jardín Velasco muy arbolado con su antiguo Kiosco al centro donde se realizaban la mayoría de las festividades cívicas y sociales de la ciudad y al fondo  la monumental Casa de Gobierno de estilo neoclásico con su frontón triangular y grandes ventanas rectangulares,  construida en la década de 1880 donde tenía sus oficinas el jefe político y comandante de la zona militar y en primer plano las bancas de fierro con asientos de fajillas de madera y carretas tiradas por caballos.

Una novena fotografía es la bajada del Teatro Juárez todavía sin terminar, ubicado en  la  antigua calle Primera Norte (actual Belisario Domínguez),  durante la inauguración de las festividades del primer centenario de la independencia en 1910 pero que ya lucía monumental con sus tres arcos de medio punto sostenidos por columnas de base circular estilo neoclásico que enmarca la entrada al vestíbulo abierto que tenía el teatro, y en el exterior la banqueta empedrada y una carreta de tracción animal, y al fondo la torre de la Casa Municipal recién construida; frente del teatro hay un décima fotografía del antiguo Mercado Madero construido en las décadas siguientes que tenía acceso por la antigua calle Segunda (actual calle Madero) y por la antigua calle Primera, una construcción de estilo nacionalista con una nave central con techo de dos aguas de lámina y a sus costados dos naves laterales, otro espacio público donde la población paceña cotidianamente acudía para la compra de alimentos.

Bajando a la antigua calle Central (actual 16 de septiembre) se encuentra una monumental edificación de la antigua Casa Municipal que aparece en una onceava fotografía, construcción hecha de piedra braza color gris obscuro combinada con piedra cantera, una gran torre que pudo ser de vigilancia o simplemente decorativa y un frontón semicircular en la parte superior de la entrada; un diseño que al parecer lo había elaborado Edmond Vives, hermano del presidente municipal en la época porfirista, don Gastón Vives quien encabezó las fiestas del centenario de la independencia en 1910, día en que se inauguró el edificio, mismo que décadas más adelante se utilizó como oficinas del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y más tarde del Cuartel General de la Zona Militar.

Para finalizar el recorrido visual, hay una doceava fotografía del Kiosco del Malecón que fue edificado a mediados de la década de 1920 y que estaba ubicado en la antigua calle Playa (actual paseo Álvaro Obregón), en la desembocadura de la antigua calle Central (actual 16 de septiembre), justo en una media glorieta que ocupaba un medio círculo de la calle donde se encontraban una bancas de cemento que se construyeron a lo largo del malecón; el kiosco separaba la playa norte de la playa sur; hay que destacar de la fotografía lo angosto del malecón, el abundante arbolado y el camellón en medio de la calle alineado con luminarias semicirculares sostenidas en  postes de cemento pulido.

Este interesante recorrido visual tiene continuidad porque tres estudiantes más de Arquitectura del ITLP, Paulina Alejandra  Contreras Mayer, Ileana Patricia Ochoa Cadena y Michelle Xiomara Murillo Iza realizan sus servicio social en el CEDOHU UABCS trabajando con 120 fotografías históricas más del paisaje urbano de La Paz que se agregan al recorrido visual que empezaron con más de 80 fotografías  Carlos Eduardo y Elí, pero ahora más allá del Centro Histórico que nos lleva hasta el antiguo balneario El Coromuel hacia la playa norte y hasta El Palmar de Abaroa hacia la playa sur;  pero hay algo más que hace algunos meses no me lo imaginaba:  junto con el Verne, mi nieto,  hermano de la Amet, hijo del Tito y la Lulú, que está en segundo año de primaria en la escuela Rosendo Robles, empezamos un recorrido fotográfico, donde él empezó a tomar las fotos para un proyecto escolar que fuimos ideando entre plática y plática durante las mañanas que lo llevo a la escuela, ya le pusimos hasta nombre: Antes y Ahora. La Paz: la ciudad donde yo vivo (dice el Verne que será para encontrar las diferencias y las semejanzas en la fotos de antes y de ahora), a propósito del libro  de texto de historia y geografía que llevará en tercer año que la SEP le puso el título de Baja California Sur: la entidad donde vivo (el Verne ya tomó sus primeras seis fotos de 70 que dice que va a tomar con algunas de sus amiguitas y amiguitos de la escuela).

Ahora bien, si usted quiere hacer un recorrido histórico cultural un domingo por el centro histórico de la ciudad de La Paz in situ, a pié, durante tres horas, haciendo 20 paradas y empezando a las 7 de la mañana en el antiguo muelle fiscal y terminando en el Malecón frente al Hotel Perla,  bastaría que se comunicara al correo: cedohu@uabcs.mx.

(*) Publicada en la página de Opinión del periódico  El Sudcaliforniano, el sábado 26 de marzo de 2016.

LOCALIZACIÓN DE INMUEBLES HISTÓRICOS EMBLEMÁTICOS SELECCIONADOS DURANTE RECORRIDO VISUAL POR EL NÚCLEO URBANO FUNDACIONAL DE LA CIUDAD DE LA PAZ

12. Kiosco del Malecón. AHPLM, ca.1940.

8.Jardin Velasco y Antigua Casa de Gobierno. AHPLM, ca.1900.

4.La Torre Eiffel. AHPLM, ca.década de 1900.

RECORRIDO VISUAL POR EL NÚCLEO URBANO FUNDACIONAL DE LA  CIUDAD DE LA PAZ (ANTES)

5. Antigua Oficina de Correos. AHPLM, ca. década de 1940.

1.Calle Playa Norte frente al Muelle Fiscal. AHPLM, ca. década de 1890.

9.Teatro Juárez. AHPLM, ca.1910.

10.Mercado Madero. AHPLM, ca.1940.

6.Templo de la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar de La Paz. AHPLM, ca.1900.

2.Torre del Vigía en el acceso del muelle fiscal después de un ciclón. AHPLM, 1918.   

11. Antigua Casa Municipal. AHPLM, 1910.

7. Templo de la Logia Masónica. INAH, ca.1986.

3.Edificio de La Perla de La Paz. AHPLM, ca. década de 1930.

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